23 | El poder de una sonrisa.
Jazz.
—Te has peinado cinco veces y has mirado la hora en tu reloj otras tres veces.
Desvío la mirada con rapidez hacia un punto cualquiera de la casa. Ya iba a por la cuarta vez que miraba la hora.
Jackson deposita en la mesa ratona el periódico que leía, emitiendo un suave suspiro.
—¿Qué sucede?
—Joder, estoy nervioso.
Quiero arrancarme los fastidiosos nervios del estómago y hacer que mi corazón desacelere sus latidos.
—¿No habías salido en otra oportunidad con ella?
Deslizo mis manos en mi cabello con rapidez. Jackson entorna los ojos ante mi acción.
—Claro que sí, pero no era precisamente una...¿cita?
El silencio que cae tras mis palabras me hace removerme en mi lugar, segundos después, Jackson no puede contener la risita que se le escapa.
—Jazz, eso es sólo una palabra. Has disfrutado otros momentos con ella sin la necesidad de llamarlo «cita». ¿Por qué tiene que ser diferente hoy?
—No lo sé, ¿cómo se supone que tengo que actuar en una cita?
Esta vez no se ríe, cayendo en cuenta de que en verdad soy inexperto en estas cosas.
—Sólo tienes que ser tú. A Heather le gustas así.
Inhalo una gran bocanada de aire, levantándome del sofá.
—¿No tengo que llevarle flores o algo así?
Se encoje de hombros.
—Supongo que sería un lindo detalle, pero tú no te ves como alguien que hace lo mismo que los demás.
Formo una pequeñísima sonrisa y desvío la mirada hacia el manuscrito sobre la mesa ratona. Lo cojo y lo acaricio con la yema de mi pulgar.
—Tienes razón. En lugar de flores, le regalaré algo más nuestro.
Jackson me lanza sus llaves del auto y las atrapo para empezar a caminar hacia la salida.
—¡Diviértete y no te olvides de ser tú mismo!
Ya en el vehículo, saco mi móvil del pantalón y formo una mueca al ver la hora. No voy precisamente tarde, pero quería salir minutos antes para llegar bien de tiempo, aún más cuando es ella la puntual de la relación y ayer no permitió que la pasara buscando hoy.
—Diste demasiadas vueltas siendo un nervioso, Jazz Kushner.—me hago una reprimenda.
Le escribo con rapidez avisándole que ya salgo y no espero una respuesta para guardar el móvil y empezar a conducir hacia el restaurante que acordamos. Ella lo escogió, yo no tenía idea de ese lugar, e irónicamente hay alguien que toca Jazz con una fina destreza—palabras dichas por mi Rojita—.
Veinte minutos después, aparco el auto junto a otros y salgo de él con rapidez, pero vuelvo a abrir la puerta cuando casi se me olvida algo importante. Una vez en mis manos, camino la poca distancia hacia el restaurante.
Un joven busca mi reservación, y una vez listo el procedimiento, otra amable persona aparece para dirigirme hacia la mesa indicada.
Alzo las cejas con algo de sorpresa y alivio. Sorpresa porque pensé que Heather ya estaría aquí, y alivio porque no quedaré como impuntual.
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El poder de una sonrisa
Teen FictionAños de su vida fueron arruinados por el simple hecho de tener vitíligo. Él ya no tiene fe en las personas. Dice que la sociedad es nauseabunda, debido a lo podrida que está. Una sonrisa. Para algunos, quizás es lo más insignificante del mundo. Pa...