Carta no entregada a Heather

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Nadie me advirtió.

Sí, nadie me advirtió que para mirar tus pecas es necesario una lupa. Son como estrellas; que, aunque desees contarlas todas, son una infinidad y no llegas ni a diez.

Nadie me advirtió que estar contigo por más de tres minutos es ser testigo de esa enérgica sonrisa que siempre tienes para dar.

Nadie me advirtió que observar tus ojos azul cerúleo es recordar el mar en la costa oeste del estado de Florida, Estados Unidos. El lugar donde nací y donde fuí feliz de pequeño.

Gracias por la manzana, por cierto.

¿En qué quedé? Oh, si.

Nadie me advirtió que estar cerca de ti, Heather Windsor, implica ver la vida de manera... diferente y sentirte escuchado.

J. K

El poder de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora