17 | Asuntos que solucionar

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17 | Asuntos que solucionar.

Saco la foto justo cuando mamá coloca la estrella en el árbol, mientras papá la observa embelesado, pero también sujetando la escalera con precaución.

Después de pasar toda la mañana y el transcurso del mediodía decorando nuestra casa por el motivo de la Navidad, puedo decir que valió la pena el resultado.

Estaba tan concentrada revisando unas cuantas fotos que saqué, que no me doy cuenta cuando mis progenitores se acercan a mí.

—¿Aprobada la decoración, señorita Windsor?—pregunta mamá, como cada año. Desde pequeña, solía ser muy honesta respecto a si algo quedaba bien en la decoración, y se hizo costumbre que yo diera el veredicto final.

Le alzo mi pulgar, guiñándole el ojo.

—Aprobada, señora Windsor.

Y me abraza. Como cada año al finalizar de decirle aquello.

Su abrazo me recuerda que la Navidad no consiste sólo en una época más del año, sino también en recordar esas costumbres que se fueron creando y que, por circunstancias de la vida, poco a poco se olvidaron o postergaron, pero que siempre regresan en estas fechas. Como sacar el árbol de navidad y, entre los tres, decorarlo; mientras, el olor a las galletas que prepara mamá inunda nuestro sentido olfativo y las canciones que ellos escuchaban en su juventud inunda nuestro sentido auditivo. O como esas risas o ese abrazo reconfortante de mamá después de preguntarme un "¿Aprobada la decoración?".

Escucho un sonido nasal, seguramente a causa de unas cuantas lágrimas, y sonrío en sus brazos, acariciando su espalda. Un año más cumpliendo nuestras diversas costumbres. Y es motivo para agradecer.

—También lloraré, mamá.—emito una risita con la vista empezando a nublarse.

Ella se separa y nos enseña esa sonrisa que quiero guardar para siempre en mi memoria.

—Estoy feliz de tenerlos otro año más, ¿de acuerdo?

—Harold dice que te estás olvidando de él—bromea papá, y saca de la carreola a mi hermano, luego toma una manito y con voz aniñada formula:—. También estamos feliz de tenerte un año más, mami, pero empiezo a tener hambre.

Mamá ríe, rodando los ojos con diversión.

—Una foto, por favor.—subo y bajo mis cejas, y ellos aceptan, porque desde hace mucho dejaron de oponerse a mis constantes pedidos de fotos.

Me coloco en el medio de ambos y papá continúa cargando a Harold, que sólo se dedica a mirar a su alrededor. Le hago unos ajustes a la cámara y el «click» anuncia que hay un nuevo recuerdo fotografiado.

Un beso es depositado en mi cabeza y la giro para sonreírle a papá, pero éste, pasados los segundos, arruga un poco la nariz.

—Helen, creo que las galletas empiezan a quemarse.

Mamá deja escapar una palabrota muy poco usual en ella cuando corre hacia la cocina. Con papá emitimos idénticas risitas.

Palpeo mis bolsillos al sentir que mi móvil vibra. Muerdo sutilmente mi labio inferior cuando veo el nombre de quien me llama.

—Señorita Windsor.

—Señor Kushner.

Reprimo una risa al ver como papá entrecierra sus ojos hacia mí.

—¿Se encuentra lista? Ya me encuentro en el parque.

—Afirmativo. En breve salgo para allá.—imito el tono de voz de un soldado y escucho su risita a través de la línea.

El poder de una sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora