Tan sólo quedaban un par de horas para que amaneciese y teníamos que salir ya. No habíamos movido nuestro campamento de aquel hueco bajo las raíces y entramos para preparar nuestra mochila con lo que necesitábamos. Cato tenía que dar la vuelta a toda la Cornucopia para cubrirme, en cambio yo estaba a menos de medio kilómetro del lugar donde me iba a poner, así que tenía más tiempo para prepararme.
-Será mejor que me marche ya, nos veremos aquí a mediodía -dijo poniéndose la mochila a la espalda. -Y recuerda, dales un buen espectáculo.
Asentí con una sonrisa y él se giró dispuesto a salir de entre las raíces y marcharse. Supongo que la razón por la que hice lo que hice en ese momento fue porque estaba nerviosa, cansada e incluso asustada, pero era ahora o quizás nunca. Le tiré del cuello de la chaqueta para que se volviese y puse mis labios sobre los suyos en un silencioso beso del que nadie sabría nada jamás, excepto nosotros dos. Por un momento me sentí en casa. Por un momento, con los ojos cerrados y Cato más cerca que nunca, volví a las tardes en que jugábamos a ganar juntos.
Puso una mano sobre mi mejilla, me miró a los ojos y me preguntó sonriendo:
-¿Nerviosa?
Me encantaba su sonrisa, y su mirada era una auténtica perdición. No se le podía mentir a esa mirada. Asentí.
-Yo te cubro. -dijo un momento antes de salir y perderse de mi vista.
Con el primer rayo de luz, apareció la gran mesa del banquete con cuatro bolsas de diferente tamaño, sólo había una del 12, al final sí que estaban juntos. Lo siguiente en lo que me pude fijar fue en una silueta pelirroja cogiendo su bolsa y echando a correr de nuevo al lugar de donde había salido. Muy astuta, como siempre. Esperé un momento y ahí estaba, Katniss Everdeen corriendo hacia su mochilita. Y ahí estaba yo, mucho más rápida que ella, lanzándole un cuchillo al azar que ella esquivó por poco. En seguida vi una flecha viniendo directa a mi pecho, la esquivé de forma que solo me dio en el brazo, menos mal que era el izquierdo. Me saco la flecha apretando los dientes y sin parar ni un instante saco otro cuchillo y lo lanzo directamente a su cabeza, el cual acierta parcialmente. Intenta lanzarme otra flecha pero la esquivo y me abalanzo sobre ella, haciendo que caiga y pongo mis rodillas sobre sus hombros y los pies sujetándole las manos. Al encontrarme tan cerca de ella siento un fuerte impulso de matarla en este mismo instante pero no lo hago, el Capitolio espera un espectáculo.
-¿Dónde está tu novio, Distrito 12? ¿Sigue vivo?
-Está aquí al lado, cazando a Cato. ¡Peet-
Rápidamente le doy un puñetazo en la tráquea para que se calle y tardo un momento en darme cuenta de que miente.
-Mentirosa. Cato sabe bien donde cortó. Seguramente lo tienes atado a la rama de un árbol mientras intentas que no se le pare el corazón. ¿Qué hay en esa mochila tan mona? ¿La medicina para tu chico amoroso? Qué pena que no la vaya a ver. -me abro la chaqueta en busca de un cuchillo que me guste y lo veo, un delicado cuchillo curvo. Recuerdo aquel día en los entrenamientos cuando cogí ese mismo cuchillo y le dije a Cato que me lo guardase, que me gustaba mucho y quería entrenar con él al final. Pero alguien se lo quitó en un descuido y casi le da una paliza a un par de chicos intentando averiguar dónde estaba, no lo encontró. Esta será el arma con la que la mate.
-Le prometí a Cato que, si me dejaba matarte, le daría a la audiencia un buen espectáculo. -digo mientras ella intenta zafarse de mi agarre. -Olvídalo, 12, vamos a matarte, igual que a tu lamentable aliada... ¿Cómo se llamaba? ¿La que iba saltando por los árboles? ¿Rue? Bueno, primero Rue, luego tú y dejaremos que la naturaleza se encargue de tu enamorado. ¿Qué te parece? -dije sin poder evitar reírme. -Bien, ¿por dónde empiezo?
Esto me estaba divirtiendo mucho, ya casi se me había olvidado donde estaba.
-Creo... Creo que empezaré con tu boca. Sí, ya no te hace mucha falta. ¿Quieres enviarle un último beso al chico amoroso?
Tras decir eso, me escupe en la cara. Oh, como se va a arrepentir. Pero en cuanto el cuchillo atraviesa el labio, una terrible fuerza me levanta y no puedo evitar chillar. ¿Acaso era verdad lo de Peeta? Alcancé a ver las enormes y negras manos de Thresh sujetándome en el aire justo antes de que me lanzase contra el suelo con toda su fuerza. Freno el golpe con los brazos pero me golpeo en el suelo con la espalda, aunque el dolor es lo que menos me importa ahora.
-¿Dónde está la niñita? ¿La has matado? -grita Thresh.
Estoy asustada, muy asustada. Retroceder a cuatro patas es lo único que puedo hacer.
-¡No! ¡No fui yo!
-Has dicho su nombre, te he oído. ¿La has matado? ¿La has cortado a trocitos como ibas a cortar a esta chica?
-¡No! No, yo no... -veo la piedra que tiene Thresh en la mano y me siento palidecer. Estoy sola, ¿dónde estás? -¡Cato! ¡Cato!
Por lo que más quieras, ven.
A lo lejos oigo a Cato gritar mi nombre, está muy lejos, joder, ¿por qué está tan lejos?
Giro la cabeza hacia el bosque esperando ver aparecer a Cato, a mi compañero de distrito, a mi aliado en esta matanza, a mi mejor amigo. En un instante la piedra se estrella sobre mi sien y caigo sobre la hierba. El dolor es tan intenso que no puedo siquiera gritar. Tengo los ojos abiertos como platos y el fuerte latido de mi corazón y el vago sonido de las voces de los otros tributos son lo único que escucho, aunque no tengo fuerzas para entender lo que dicen.
Una intensa oscuridad se cernía poco a poco sobre mí. Nunca me había sentido tan sola. Ni tan asustada.
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Desde el Distrito 2: Cato y Clove
Fanfiction''Nosotros somos los trágicos amantes, los que sufrieron tanto y disfrutaron tan poco.''