Cap. 4: Las puntuaciones

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Esa mañana nos llamaron temprano para ir a nuestra sesión privada, nos juntaron en una sala con varias filas de bancos y nos irían llamando. Glimmer fue la primera. Todos los tributos estaban en silencio, tensos, sin mirarse las caras unos a otros, mientras que Cato y yo estábamos sentados de frente, hablando en voz baja.

-¿Te has fijado en los del 12? El chico parece fuerte, ya viste como lanzó aquella cosa ayer. Pero la chica sólo ha estado en los puestos de supervivencia, no sé si evita mostrar lo que sabe hacer, o es que, simplemente, es una buena para nada.

-El chico es fuerte, sí, pero no puede con nosotros y, la chica sigue sin parecerme gran cosa -giró la cabeza para verla, ella no se dio cuenta, ya que estaba, como los demás tributos, con la mirada perdida, como si les diese miedo mirar este lugar y estas caras que no volverían a ver nunca más, porque no volverían a casa, sólo volvería uno, y seríamos Cato y yo, somos dos, lo sé, pero no quería pensar en ello. Volvió a mirar hacia mí, y me sonrió, y le sonreí.

Para mí, la nota que sacásemos aquí era una de las cosas en las que se fijarían los patrocinadores y, ya que en el desfile no dimos la impresión que esperaba, ahora tengo que sacar una nota alta, más alta que todos los demás, para tener alguna que otra posibilidad más de sobrevivir.

-Cato, tienes que conseguir una buena puntuación, yo daré lo mejor de mí y tendremos las mejores puntuaciones de entre todos los tributos. En el desfile no nos fue muy bien pero aún podemos ponernos por encima de los demás. Aunque, después de haber visto lo que saben hacer, creo que no deberíamos preocuparnos mucho por eso.

-Exacto, no hay que preocuparse por eso. Además, voy el primero en la tabla de apuestas y tú la primera de entre las chicas, y aún ni siquiera han visto lo que sabemos hacer. Sacaríamos buena puntuación incluso si nos dormimos la siesta.

Los altavoces dijeron su nombre, le choqué la mano deseándole suerte y se fue.

Apenas unos minutos después, fue mi turno. Me dirigí directamente a la zona de lanzamiento, donde elegí varios cuchillos de distintos tipos y tamaños, los coloqué en una mesa a mi lado y con cuatro de ellos en la mano me preparé para lanzar. Dos de los maniquíes se iluminaron, a los que acerté en el corazón en unas milésimas de segundo, dos más se encendieron y lancé los dos cuchillos que me quedaban en las manos a la vez, de nuevo hice diana justo en la cabeza, demasiado fácil. Rápidamente cogí más cuchillos de la mesa para lanzarlos a unos cuantos maniquíes que se movían sin parar. Volví a coger más cuchillos, esta vez los últimos tres que tenía y los lancé contra unos sacos de pequeño tamaño que eran lanzados de arriba abajo y de un lado a otro de la pista. Diana en todos. Me dijeron que podía retirarme y me fui.

Al salir me apoyé sobre una pared y puse mis manos en las rodillas mientras me recuperaba, lo he hecho bien, pero no soy una máquina, me ha costado mi trabajo. Mientras trataba de calmar la respiración, sentí a alguien mirándome desde el fondo del pasillo. Cato estaba apoyado con un pie sobre la pared, me enderecé y fui hacia allí.

-Te estaba esperando, me imaginaba que no tardarías mucho. ¿Cómo te ha ido? -dijo mientras empezábamos a caminar hacia el apartamento.

-Bastante bien, no he fallado ninguna. A ti, supongo que te habrá salido perfecto, ¿no? -sonreí recordando cuando, en el distrito, no había nadie de su edad mejor que él con la espada.

-Sí, lo he hecho bien. Sacaremos buena puntuación, espero que no sigas preocupándote por eso.

-No... Bueno, ahora no tanto. De todas formas, estas sesiones no me gustan, para que viesen lo que de verdad sabemos hacer deberíamos haber entrado juntos.

Pasaron las horas hasta que llegó el momento de que anunciasen nuestras puntuaciones. Nos sentamos en el salón con Enobaria y nuestros estilistas a ver los resultados. Glimmer y Marvel sacaron un nueve, nada mal. Cato y yo un diez, me había quitado un peso de encima, ese diez podía darnos mucho. Siguieron pasando puntuaciones, sólo nos llamo la atención el tributo femenino del cuatro, que sacó un 9, y el del 11, el que nos rechazó, que sacó otro diez. El chico del 12 sacó un 7, nada mal. Y la chica, 11.

No pude evitar lanzar contra la pantalla holográfica el vaso que tenía en la mano, que se fue a estrellar en la pared, esparciendo cristales por todo el suelo. Estaba de pie y era incapaz de pensar en otra cosa que no fuese esa puntuación, mejor que la mía, al final sí que estaba escondiendo su habilidad. Cogí otro vaso y lo volví a lanzar, gritando cosas no muy racionales. Tiré todo lo que encontraba cerca de mí, escuchando como se hacían añicos en el suelo, igual que mi esperanza de salir de aquí. Hasta que una fuerte mano me agarró y me llevó hacia el pasillo que daba a las habitaciones.

-Clove, Clove, tranquilízate -decía Cato mientras me zarandeaba los hombros con fuerza.

-¿Cómo quieres que me tranquilice? Se ha vuelto a llevar toda la atención, como en el desfile. La mataré, la mataré -dije aún gritando, intentando, sin éxito, soltarme de su agarre.

-Para, Clove -de repente me abrazó. Muy fuerte. Hasta que sintió que dejé de esforzarme por librarme de él. -Tranquila. Claro que lo harás, la matarás y saldremos de aquí, ¿vale?

Me quedé inmóvil, cerrando los ojos y suspirando con fuerza mientras me calmaba. Cato no actúa como siempre. Y yo tampoco era así, siempre me calificaban de fría y paciente, pero creo que los juegos me están volviendo loca, incluso antes de empezarlos.

Unos momentos después, me soltó, le di las buenas noches con una sonrisa y me fui a acostar.

Desde el Distrito 2: Cato y CloveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora