Capitulo 5

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Y él debía sentir lo mismo, porque se apretaba contra el
como si quisiera atravesarlo.
Pero de repente se apartó como para buscar aliento y Apo hizo lo mismo. ¿Cuánto tiempo habían estado sin respirar?

–Sabes muy bien –dijo él, con voz ronca, tocando sus labios con un dedo.
¿Por qué sintió la tentación de sacar la lengua para lamer ese dedo? O peor, meterlo en su boca.

Apo sacudió la cabeza, esperando que pasase aquella locura.

–Hemos ido demasiado lejos –murmuró, con una voz que apenas reconocía.

–Y yo creo que me he quedado corto –replicó mile, con una sonrisa seductora.

Tenía que decir eso, por supuesto. Apo intentó apartarse, pero Mile lo sujetó.

–Mira…

–Estoy mirando. Y me gusta lo que veo –lo interrumpió él, mientras le acariciaba la cara con los dedos, unos dedos cálidos, suaves, largos y fuertes.

Tenía que armarse de valor, se dijo. Mile estaba haciéndole sentir cosas que no había sentido nunca.

¿Cómo? ¿Por qué? Estaba perdiendo la cabeza. Esa era la única explicación. Llevaba casi ocho años sin desear a un hombre y, de repente, la pasión lo devoraba entero.

–¿Apo?

–¿Qué?

–Te hago cosas. Pregunto Mile.

Si pensaba que iba a admitirlo estaba muy equivocado.

–¿Eso es lo que crees? Respondió Apo.

Él rio suavemente.

–Eso es lo que sé le susurró Mile.

Apo se moría por preguntar cómo lo sabía, pero decidió hacerse el inocente.

–Lamento aplastar ese enorme ego tuyo, pero te equivocas. Dijo Apo

–Deja que te lo demuestre, cariño. Le seguía susurrando Mile.

Apo se apartó de golpe. Estaba harto de tonterías.

–Si no te importa, voy a sacar mi ropa de la secadora y a vestirme. Tienes que llevarme al hospital a buscar mi coche.

–Esta noche no, es tarde –Mile dio un paso adelante, dejando caer las manos a los lados.
Apo frunció el ceño. Si pensaba que iban a dormir bajo el mismo techo, iba listo.

–Entonces llamaré a un taxi.

–No, de eso nada. Vas a quedarte aquí y mañana te llevaré al hospital de camino a la oficina.

Y luego tuvo la cara de darse la vuelta. Apo no podía creerlo, Furioso, fue tras él.

–No puedo dormir aquí.

Mile se volvió tan rápido que estuvieron a punto de chocar de nuevo.

–¿Por qué no?

–Porque no quiero. Prefiero dormir en mi cama.

Él se cruzó de brazos.

–Y yo te quiero en la mía. Ke dijo Mile muy coqueto.

Apo tragó saliva. –¿En tu cama?.

–Tienes la habitación de invitados para ti solo. Si necesitas otra camiseta, te la daré.

Aunque no había sugerido que durmiesen en la misma cama, Apo estaba cada vez más enfadado. Pero no era porque no lo hubiese invitado a compartir su cama, eso no tenía nada que ver.

–Lo que necesito es que me lleves a casa. _Dijo Apo algo molestó.

Mile no respondió. ¿Por qué de repente el aire parecía haberse cargado de electricidad? ¿Por qué sus ojos parecían tan penetrantes? ¿Y por qué dejaba que se acercase otra vez?.

Un Hombre Auténtico Y UnicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora