Capitulo 14

191 22 1
                                    

A la mañana siguiente, Apo miraba la enorme sala de juntas del hospital. Keisha estaba sentada a su izquierda, Mile a su derecha. Dillon al lado de Mile y un hombre al que Keisha le había presentado como Stan Harmer, el comisionado de Sanidad del estado de Colorado, frente a
ellos.
Harmer estaba casualmente en Denver cuando lo llamó esa mañana. Todo estaba yendo a su favor porque, además, el hombre era fan de Thorn.

–¿Estás bien? –le preguntó Mile en voz baja.

–Ojalá hubiese dormido algo esta noche.

–Cariño, te di lo que pedías. Le susurró mile muy coqueto.

Apo sonrió, No podía negarlo.

En ese momento se abrió la puerta de la sala de juntas y un hombre grueso, seguramente Anthony Oats, el gerente del hospital, entró con el Doctor Fowler, que estuvo a punto de tropezar al reconocer a Stan Harmer.

Los hombres se saludaron antes de sentarse.
Apo se dio cuenta de que Wendell Fowler no la miraba. Con la cabeza inclinada, le dijo algo a Anthony Oats al oído y este soltó una risita.

–No hagas caso –le dijo Keisha en voz baja–. Están jugando contigo mientras intentan descubrir si tenemos alguna carta en la manga aparte de tu palabra contra la del Doctor Belvedere. Creen que no tenemos nada.
Apo estaba asintiendo con la cabeza cuando Roger Belvedere, el hermano de Casey, entró en la sala de juntas. Le sorprendió verlo porque no estaba invitado a la reunión.

–¿Qué hace aquí Roger Belvedere? –preguntó Anthony Oaks–. Este es un asunto privado del hospital.

Keisha sonrió.

–No, en realidad no, señor Oats. Y como podríamos tener que hablar de la construcción del ala de pediatría, me ha parecido adecuado llamarlo.
Además, existe una posibilidad de que el señor Belvedere sea nuestro nuevo gobernador.
Roger Belvedere sonrió, presuntuoso, y Apo se dio cuenta de que no sabía de qué iba a tratar la reunión.

–¿Dónde está mi hermano? –preguntó.

El Doctor Fowler se aclaró la garganta antes de responder:

–No sabía que tuviéramos una reunión, y hoy es su día libre. Creo que iba a pasar por la consulta de su médico porque ayer sufrió un pequeño accidente doméstico.
Roger enarcó una ceja.

–¿Ah, sí? No lo sabía. Pero no sería nada serio o me habría llamado.

En ese momento se abrió la puerta de nuevo y Casey Belvedere entró en la sala de juntas. Apo lanzó una exclamación, y no fue la única. Parecía que lo hubiera atropellado un coche.

–¿Qué te ha pasado? –exclamó su hermano.

–Un accidente –respondió Belvedere, mirando alrededor. Y en cuando vio a Mile, en sus ojos vio un brillo de terror.

Apo no fue el único que notó esa reacción. Dillon también y, de inmediato se volvió hacia Mile, que seguía muy serio.

El Doctor Belvedere miró al Doctor Fowler.

–¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué me han llamado para una reunión en mi día libre? ¿Quién es toda esta gente?

–Por favor, siéntese –respondió Keisha–. Pronto se lo explicaremos todo.

Belvedere obedeció y la reunión dio comienzo…
Keisha empezó a explicar todo lo sucedido con Apo.

Casey Belvedere estaba fuera de sí.

–¡Es una sarta de mentiras! ¿Van a creer en la palabra de un médico en prácticas por encima de la mía? Está claro que es un oportunista. El señor Romsaithong Westmoreland no tiene suficiente dinero para el, así que ha decidido sacarle dinero a mi familia.

Apo tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no decir nada.
Keisha apretó su mano bajo la mesa.

–Estoy de acuerdo con el Doctor Belvedere –dijo Anthony Oaks–.

Tanto él como su hermano son miembros importantes de la comunidad y es una pena que la Doctor Nattawin Matthews haya decidido montar este pequeño
drama. A menos que tenga pruebas…

–Las tenemos –lo interrumpió Keisha.

–¿Qué pruebas? –preguntó Roger Belvedere, indignado–. No voy a permitir que nadie empañe el honor de mi familia.

–Mi cliente lleva un diario en el que ha anotado todos los incidentes, incluso aquellos de los que había informado al Doctor Fowler sin que este hiciera nada.

–¿Y tenemos que creer lo que el dice? –exclamó el señor Oats.

–No, pero estoy segura de que creerán esto –Keisha colocó el grabador sobre la mesa y pulsó un botón. Toda la sala quedó en silencio mientras escuchaban la conversación que delataba al Doctor Belvedere…

Aunque había escuchado antes la grabación, Mile se puso furioso.  Y Dillon parecía igualmente indignado.

–¡Apague eso! –gritó el Doctor Belvedere–. Ese no soy yo. Esa no es mi voz.

Keisha sonrió.

–Imaginaba que diría eso –respondió, sacando un documento con el logo del FBI–. He pedido una prueba de autentificación y es su voz, Doctor Belvedere.
Durante los últimos seis meses no ha hecho nada más que crear un ambiente de trabajo hostil a mi cliente. No teníamos que pedir esta reunión, podríamos haber ido directamente a los medios de comunicación para que todo el mundo supiera qué clase de hombre es usted.

–Pero no lo han hecho –dijo Roger Belvedere, mirando a su hermano con cara de disgusto–. Eso significa que quieren un acuerdo económico.

¿Cuánto? Digan el precio.

Mile sacudió la cabeza. Era asqueroso que los Belvedere estuvieran acostumbrados a comprarlo todo. Pero en esta ocasión no podrían hacerlo. Keisha iba directa a la yugular.

–Nuestro precio podría sorprenderlos.

Mile cerró la puerta de su casa y tomó a Apo entre sus brazos. Había sido un día agotador y se alegraba de que hubiera terminado.
El Doctor Belvedere no volvería a practicar la medicina, ni en el estado de Colorado ni en todo el país, durante al menos tres años.

Además, tendría que acudir a terapia y el apellido Belvedere no aparecería en la placa del ala de pediatría.
El gerente del hospital había sido relevado de su puesto. De hecho, Stan Harmer lo había despedido allí mismo, anunciando que no volvería a dirigir ningún otro hospital en Colorado. El Doctor Fowler fue relevado de
su puesto y, además, todo el personal tendría que acudir a un curso de acoso sexual en el trabajo.
Y, como remate, Keisha iba a presentar una demanda por acoso sexual contra el Doctor Belvedere y el hospital.
Por supuesto, Roger Belvedere no se lo había tomado bien porque ese escándalo afectaría a su campaña política.
La compensación económica que conseguiría Apo, si
llegaba a un acuerdo antes del juicio, sería suficiente para completar el ala de pediatría, pero antes tenía que terminar las prácticas.
El traslado fue aprobado por Stan Harmer después de la reunión y le dijo que podía elegir hospital, pero también que Colorado necesitaba más médicos como ella.
Keisha se había negado a aceptar la sugerencia de Roger Belvedere de que todo se hiciera en privado, sin informar a los medios. Le había dejado bien claro que allí mandaba ella.
Apo miró a los ojos a Mile, sintiendo que su corazón se volvía loco de amor.

–Te deseo –susurró él, mientras le quitaba la ropa. De pie frente a la cama lo besó tiernamente–. Quiero llevarte a tu casa este fin de semana.

–¿Por qué?

–¿No crees que es hora de que me presentes a tus padres? Quiero que tu padre sepa que mis intenciones son honradas.

Apo soltó una carcajada.

–¿Lo son?

–Por supuesto. Quiero pedirle permiso para casarme contigo.

El corazón de Apo se detuvo durante una décima de segundo --"casarte conmigo huh."

--"Estamos en un país, donde se permite el matrimonio
Del mismo sexo tienes miedo Apo.
–¿Quieres que nos casemos? --"Oh quieres que convivamos un tiempo –respondió Mile antes de volver a besarlo.

Esa noche era suya, y Apo pensaba gritar a placer.

Esa noche era suya, y Apo pensaba gritar a placer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰

Un Hombre Auténtico Y UnicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora