Capitulo 7

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La luz del sol despertó a Apo, que abrió los ojos y miró alrededor, recordando al detalle lo que había ocurrido por la noche.
En cuanto se movió, un escozor en su trasero y dolor en la cintura le recordó la intensidad de su encuentro con Mile. Había gritado más de una vez y su gesto satisfecho había sido irritante. Demasiado arrogante y engreído para el.
Y hablando de arrogantes, ¿dónde se había metido? ¿Por qué estaba solo en la cama? Apo recordó lo que le había hecho por la noche, lo que el también le había hecho a Mile...

Recordaba nítidamente haber tenido su pene en la mano, maravillándose de su tamaño, de su grosor. Se había inclinado para besarlo, pero de repente abrió la boca y empezó a lamerlo...
Era la primera vez que hacía algo así, y el recuerdo la hacía arder de deseo.
Un ruido interrumpió sus pensamientos. ¿Era la ducha en una de las habitación de invitados? Ni siquiera eran las siete. ¿Estaba usando Mile la ducha en otra de las habitaciones en lugar de la suya?.
Tal vez debería quedarse en la cama hasta que volviera, pero una parte de el, la parte atrevida que había descubierto la noche anterior, quería verlo de nuevo.

Negándose a cuestionar por qué, se levantó de la cama y siguió el ruido de la ducha mientras se ponía la camiseta, que había encontrado en el suelo. Los nervios la hicieron dudar cuando llegó a la puerta del baño, pero entró sin anunciar su presencia.
Mile estaba bajo la ducha, desnudo. Apo se llevó una mano a la garganta. «Ay, Dios». El agua le caía por el pelo, los anchos hombros, su poderoso torso, las musculosas piernas y lo que había entre ellas un pene grande Mile era muy dotado.

Aprovechando que aún no lo había visto, se apoyó en la encimera del lavabo y siguió mirando su magnífico trasero.

«Por el amor de Dios, ¿desde cuándo se me cae la baba mirando el cuerpo y el pene de Mile el culo de esta hombre "ufff!!!. Pensaba para sí mismo Apo.

Él debió intuir su presencia, porque se volvió, y en cuanto sus miradas se encontraron el ambiente se cargo de nuevo

-¿Quieres acompañarme? -le preguntó, abriendo la puerta de la ducha.
Casi sin pensar, Apo se quitó la camiseta. En cuanto entró en la ducha, mile lo tomó entre sus brazos, enredando los dedos en su pelo.
Apo cerró los ojos y suspiró, disfrutando del roce de su lengua. Su deseo por él lo quemaba entero.
Mile tomó su cara entre las manos y lo besó como si su vida dependiera de ello. El beso era todo lo que había esperado de él: dominante, poderoso, metódico, apasionado.

Luego tomó el gel y empezó a enjabonarlo por todas partes: los brazos, la espalda... prestándole especial atención a sus nalgas mientras el corazón de Apo se volvía loco. Sonriendo, Mile lo empujó hacia la pared de mármol.

-Enreda las piernas en mi cintura.

Apo obedeció automáticamente, sintiendo el roce del miembro masculino en su estómago. En un segundo estaba dentro de el y sentía cada centímetro.
Se agarraba a él, clavando las uñas en su espalda. Quería más y, de alguna forma, Mile parecía saberlo, porque se lo dio todo, tocandolo donde el quería, donde sus cuerpos se unían, sin dejar de moverse adelante y atrás.
Apo no podía soportarlo. Clavó los dientes en su hombro, la acción liberando a la bestia erótica que había en él. Mile dejó escapar un gruñido tan animal, tan masculino, que lo hizo llegar al orgasmo.

-"Ah arrg ah ah". Apo ah."

Gritó su nombre y luego sollozó cuando los espasmos la llevaron al paraíso. Con el agua cayendo sobre sus cabezas sintió que Mile se dejaba ir dentro de
el, el líquido ardiente a punto de llevarlo al orgasmo de nuevo cada vez que tocaba sus puntos.

Apo lo miró a los ojos.

-"Más Más mile"..

Ese simple monosílabo lo empujó, excitándolo de nuevo. Apo recibía sus embestidas moviendo las caderas, la intensidad del deseo era una tortura insoportable que chocaba con su prostata.

Un Hombre Auténtico Y UnicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora