Alguna vez leí que uno vuelve siempre a viejos sitios donde amó la vida.
Es así, uno siempre vuelve.
Volvemos a lugares donde nos sentimos acogidos, volvemos a las personas que amamos y nos hacen sentir amados,volvemos a hacer las cosas que en algún...
– Si no mal recuerdo ayer compramos comida china - Georg enarcó la ceja.
Mierda, es verdad. Así que comencé a comer.
Las chicas junto con Andy, nos dejaron abandonados en el hotel donde estábamos hospedandonos, y siendo sincero estaba abirridisimo. Había pasado toda la mañana viendo la televisión mientras que ellos se fueron a comprar ropa.
Quería salir un rato, necesitaba despejarme de todo porque me voy a morir del aburrimiento. Terminé de comer y me arregle para salir.
Georg y Gustav me iban a acompañar. Bill por el contrario se quedó.
Fuimos a un centro comercial que estaba cerca y algunas personas se nos acercaban a tomarse fotos o a saludar.
– Eso le encantara a Liz - Georg señaló una tienda de zapatos que seguramente estaban carisimos.
Recordé cuando Mena se enamoró de unos tacones sin saber el precio y al verlo casi nos daba un infarto al verlo. Aún así los compró pero siempre ha sido una chica sencilla.
Claro y por eso vive en una maldita mansión.
Salimos de la tienda con unos pares de zapatos, los tres compramos unos para nuestras chicas.
– ¿Me acompañan a comprarle algo a Gise?
Gustav nos miró y era evidente que iríamos con él, llegamos juntos.
– Pues no creo que seamos de grandes gustos, pero no tenemos nada que hacer - le dije bromeando.
Nos metimos a una joyería carísima, él se acercó a una de las trabajadoras y empezó a preguntar acerca los brazaletes. Yo por el contrario me aburrí y empecé a ver todo lo demás.
Mis ojos se detuvieron en la sección de anillos, los precios eran elevados. Ni siquiera se si alguien es capaz de utilizar algo tan caro.
Seguí mirando y....
Mierda.
Eran los anillos de compromiso.
Algo me hizo mirarlo cada uno detalladamente. Bueno, me quede mirando muucho tiempo.
Tanto que Gustav había terminado su compra y se acercó a mi curioso.
– Con qué anillos de compromiso, ¿eh? - pregunto sorprendido - ¿Piensas pedirle matrimonio a nuestra querida Mena?
