Capitulo 17

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Atravesé el pasillo camino a la sala de espera, me plante en frente del escritorio de madera blanca que aportaba la sala de colores vivos.

Mire a la señora de unos cuarenta y tantos años y le lancé una mirada amable antes de sonreír sin mucho entusiasmo.

—¡Oh!, hola Alan, ¿Cómo estás?__ dijo con la respectiva voz chillona que la señora, con lentes y pequeños mechones blancos que cubrían su cabello usaba conmigo y con cada miembro de la escuela.

—Hola señora Thompson, ¿Se encuentra la Doctora Davis?.

—Si, pero tendrás que esperar tu turno, ahorita esta con un paciente, falta unos minutos asi que no esperarás tanto tiempo.

—Ok, gracias.

Ella asintió con la cabeza una vez.

Me senté en las sillas de textura blanda gracias a los cojines y esperé a que los pocos minutos pasaran.

Hace ya unas semanas que no venía, la doctora Davis dijo que no hacía falta que viniera tan seguido ya que no había nada malo conmigo o mi autoestima, solo que lo hiciera cuando lo creyera verdaderamente necesario.

Y asi era.

Era necesario contar lo que me pasa.

Era necesario para que me dijera si era correcto lo estaba haciendo.

Era necesario saber si era normal sentirme tan vacío desde entonces, si era normal que mi cabeza no dejara de pensar en ella y sus hermosos ojos y virtudes que me ciegan de la buena forma.

Que me explicará que si era normal que cada que cerraba los ojos aparecía ella con una sonrisa grabada mandándome el insomnio para pasar la noches en vela.

Ví por el rabillo del ojo que la puerta se abría, sin esperar me levanté de la silla y me dirigí a la puerta entreabierta.

Cuando termine de acercarme, mi cuerpo impacto contra algo diminuto, y el ruido de algo caer al suelo contacto con mis oídos casi al mismo tiempo que mi sentido del olfato captó el aroma a vainilla, ahogándome en un delirio incógnito que me abarca totalmente.

Aún así, mis rodillas se reflexionan y me agaché para recoger los libros caídos al suelo, cuando los extiendo para dárselos a su dueño, sus iris bañados por la aurora que el ventanal del fondo le envío, me detiene la respiración su belleza peculiar  adentrándose a mi vista, cautivando me con sus labios rozando.

Me levanté inmediatamente al saber lo que estoy haciendo, y ella hace lo mismo casi al mismo tiempo que yo.

—Vamos, Alan, pasa__la voz firmeza de la doctora Davis paso por en medio de nosotros.

Paso por su lado viendo por encima del hombro que su cuerpo se desvanece por el final del pasillo.

Lejos de mí.

Al entrar, mi respiración se hace presente de nuevo, pero solo que ahora más pesada que de costumbre, haciendo inmutable el hecho de que sólo su presencia me ahogue en la más grande insaciable sensación de tenerla conmigo.

Confirmando que mi cuerpo y alma se acostumbraban a ella, a su ternura y a su peculiar actitud otoñal que me dejaba en un lugar lleno de sentimientos que aún eran incógnitos.

—Es un placer volver a verte Alan__ dijo la señora Davis desgarrando cada idea de mi cabeza__¿Cómo estás?, ¿Cómo te encuentras?.

—Sinceramente, inoxorable.

Ella me miro con una expresión que no entendí bien, solo que su ceño fruncido confundía más de lo que estaba mi cabeza.

—¿Y se puede saber por que te sientes de esa manera?.

Un Amor A Primera Nota [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora