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𖦹Un tsunami se acerca a la costa𖦹

El resto del día se me escapó por entre los dedos cual espuma de mar. Estaba infinitamente feliz. Hablar con Kyojuro había sido una de las mejores cosas que me habían pasado en los últimos años, a pesar de haber sido una conversación de no más de diez minutos. Fue refrescante tener una conversación de verdad con alguien que no fuera parte de mí círculo social de tres personas.

Por una vez en mi vida, llegué a mi casa con bastante energía y, aunque no sonreía, Tsutako supo exactamente cómo me sentía. Ella me conoce demasiado bien como para pasar por alto los pequeños detalles que me delatan, y de los que ni siquiera yo soy capáz de percatarme.

— ¡Giyuu, volviste! ¿Cómo te fue en el trabajo? — preguntó de manera entusiasta.

Me lancé al sofá, enterrando mi cabeza entre los cojines para ocultar la pequeña sonrisa que amenazaba con escapar de mis labios.

— Bien — dije, el sonido de mi voz siendo silenciado ligeramente por el sillón.

Tsutako rió un poco y se sentó al lado mío, pasando sus dedos con suavidad por mi cabello. Al principio mi espalda se erizó un poco, pero acepté sus caricias tarde o temprano. En el fondo, al acostumbrarme, si era relajante. Tsutako era la única persona a la que le permitía tocarme de esa forma.

— ¿Hoy si fue Kyojuro? — inquirió, adivinando qué me tenía de tan buen humor. Asentí, aún sin salir de mi escondite.

— Mhm — fue mi única respuesta, para después proceder a abrazar uno de los cojines que adornaban el sillón.

— Veo que estás muy feliz — observó Tsutako, su sonrisa siendo audible de algún modo —. ¿Quieres contarle a tu hermana mayor lo que te tiene tan emocionado?

Volteé a verla con las cejas un poco fruncidas, me estaba hablando como a un niño pequeño, cosa que considero era una mala costumbre de su parte. Suspiré y asentí, aún sin moverme de mi posición. Estaba muy cómodo.

— Hoy hablé con Kyojuro — murmuré muy bajito —. Me dijo que le caigo bien, y que quiere ser mi amigo.

Un sonido alegre de sorpresa salió de los labios de mi hermana, quien aún seguía acariciando mi cabello delicadamente.

— ¿En serio? ¿Y de qué hablaron? ¿Le contaste algo sobre tí?

Se notaba que quería sacar un tema de conversación a la fuerza. Por más bueno que hubiera sido mi día, a esa hora nunca tenía muchas ganas de hablar por el agotamiento social, pero de todas formas intenté responderle de manera no tan cortante, por mucho que me costara.

— Le gustan las ballenas — murmuré. Mi hermana sonrió aún más ante ese comentario —. No me sorprende mucho. Digo, por algo estaba en el acuario.

— Así que ahora sabes que tienen algo en común — me dijo. Yo asentí sutilmente.

— También le gusta el café, pero no como a mí me gusta. Le gusta con vainilla, azúcar y mucha crema.

Creo que, en ese momento, Tsutako vio algo en mis palabras, algo que yo no entendí ese momento. Pero sea lo que haya sido, la hizo sonreír bastante.

— Veo que es alguien que te interesa mucho ¿No es así?

Me sonrojé un poco y alejé mi mirada de la suya, asintiendo débilmente.

Donde cantan las ballenas || Kimetsu no Yaiba Fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora