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𖦹Espuma de mar𖦹

— ¡Delicioso!

Kyojuro y yo estábamos en la cafetería de la calle del acuario, esperando mi turno. En su caso, él ya había salido de vacaciones de invierno, mientras que yo no tendría de éstas hasta la navidad.

Él había ordenado la tarta de manzana que tanto le gustaba, mientras que yo me conformé con un café. Qué sorpresa ¿no?

— Veo que está rico — sonreí —. ¿Quieres otro?

Dudoso, pensó un poco si realmente quería otro, pero la tentación fue más grande.

— Ya que insistes, bueno.

El chico llamó a una de las meseras y pidió una tarta más, haciéndome reír un poco.

— Tú siempre tienes hambre — observé —. Comes mucho, pero siempre estás en buena forma, te envidio.

Kyojuro soltó una risa (adorable, por cierto) y me sonrió amablemente.

— Culparía a la genética, si es que no fuera al gimnasio dos veces a la semana. Siempre tengo mucha energía que gastar.

Ah, eso explicaba por qué los martes y jueves llegaba un poco más tarde. Había asumido que se trataba de alguna clase extra.

— Tú tienes muchos talentos, te envidio. Mi único talento es aburrir a la gente — reí tristemente, intentando sonreír un poco.

Mi comentario sólo consiguió que el muchacho frunciera el ceño. — No es cierto, aunque no quieras creerlo eres muy inteligente. No cualquiera sabe datos tan específicos como tú. Además eres amable, y ya hace falta gente así en el mundo.

Lo miré un poco sorprendido, pero sonreí. El chico era realmente muy dulce.

— ¿Tú crees? — Kyojuro asintió, llevándose a la boca un pedazo de tarta —. Gracias, supongo. No muchos tienen fé en mí.

— Pues los que no confían en ti hacen mal. Eres increíble — sonrió, comiendo un poco más de su postre —. ¡Delicioso!

Un corto silencio siguió a nuestra pequeña conversación. Miré hacia todos lados por inspiración ¿Se supone que debía decir algo ahora? No lo sabía, y me aterraba no tener certeza de ello.

"Ya sabes, mira a Rengoku a los ojos, pero no demasiado o lo vas a incomodar. Siéntate derecho, no juegues con tus manos y, no sé, pregúntale algo"

Asentí, como si no estuviera hablando con las voces de mi cabeza tal y como si fuera un loco de remate y forcé una sonrisa, intentando pensar en algo que preguntar.

— Y... ¿Hay algo más que te guste hacer además de dibujar e ir al gimnasio? — pregunté, para luego tomar un sorbo de mi café.

Kyojuro se llevó una mano a la barbilla, pensándolo muy bien, para luego sonreírme y asentir.

— De hecho me gusta mucho tocar la guitarra. No soy para nada bueno, pero me gusta.

Abrí ambos ojos completamente y lo miré sorprendido ¿Éste tipo iba en serio? Realmente era perfecto. Nunca me había imaginado la existencia de alguien con tantos talentos como él.

— En mi casa hay una guitarra guardada, era de mi papá. Habíamos pensado en venderla, pero nos daba un poco de pena, a mi papá le encantaba — sonreí un poco más naturalmente —. Si quieres te la puedo prestar en la tarde.

— ¿Estás seguro? Bueno, si no te molesta, podría probarla — sonrió.

— Me gustaría, sí. Al fin no estaría empolvándose, ¿No crees?

Donde cantan las ballenas || Kimetsu no Yaiba Fanfic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora