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Ambuj ha dejado de golpear la puerta con el bastón y forzar la perilla. Yo sostengo con fuerza el pomo del otro lado de la puerta mientras siento que de nuevo estoy desconectado de mí.

Ha dicho que lo deje ir. Ha dicho que no quiere estar aquí. Lo ha exigido con gritos, golpes y llanto. Se ha rendido, creo.

Evan presencia todo. Su rostro desencajado no logra superar el evento. Solo me mira, no sabe qué más hacer. Me observa como si tuviera miedo de mí o de lo que tengo encerrado en mi habitación.

—Estás... llorando —murmura ronco. Yo lo sé. Las siento rodar sin detenerse, sutilmente, arrastradas por la gravedad.

Estoy devastado por dentro, como si una bomba hubiera estallado en mi interior. Los pensamientos no son claros, parecen grandes borrones que no logro analizar. Mi mano arde por la presión que hago contra la manilla pese a que Ambuj se ha callado.

Creí que, con darle de comer, dormir y algo que vestir, sería suficiente. Creí que tenerlo aquí era todo lo que él podía necesitar. Viéndolo médicamente, fue como dar un analgésico para el dolor sin atacar la raíz de la inflamación. El sedante, porque eso es, te consuela por poco tiempo, pero en cuanto vuelva el dolor, la pulsada seguirá igual.

Nunca hice el esfuerzo por saber más de él, a dónde iba, con quiénes estaba. Me limité a su familia y ya. Me rendí al no recibir respuestas y egoístamente lo quise mantener conmigo. ¿Qué demonios he estado haciendo?

«Eres muy ingenuo...».

—Alex... —La voz de Evan me busca, pero apenas puedo subir el rostro para reclamarle entre la humedad acumulada—. Joder, ¿era tu novio? ¿Eres marica?

Ante sus palabras, vuelvo a sentir fuego en las venas.

—Creyó que ibas a forzarlo a... —No soy capaz de decirlo.

Evan lo entiende y se frota la cara con desespero.

—Por eso Ambuj no puso resistencia —continúo—. Se rindió.

—¡Eso no tiene sentido! ¡Él fue quien se desnudó y se res...!

—¡Abusaste de él, Evan!

—¡Es mentira!

—¿Acaso no notaste que estaba asustado? —le grito—. ¿Acaso no notaste que simplemente se dejó hacer? «¡Hice todo el trabajo!» —le recuerdo—. ¿Ahora entiendes por qué hiciste todo el maldito trabajo?

—¡Nunca dijo que no!

—¡Tampoco dijo que sí!

Ante mi reclamo, Evan me mira más confundido. Parece intentar atraer los recuerdos de la noche y esa expresión es suficiente para hastiarme y tomarle del cuello de su suéter para azotarlo contra la otra pared. Toda mi rabia es empujada a través de mis ojos y él se ha dejado embestir. Sostiene mis muñecas para no permitirme avanzar.

—Ese marica te está usando —dice para enojarme más—. Te está manipulando con esa cara de niño. ¡Te está usando, Alex, ahora entiendo!

—Entonces no vas a admitirlo —acuso con voz baja. Evan chasquea la lengua ofendido.

—¡Yo no soy un violador, Alex! —grita—. ¿Qué fue lo que te dijo el maldito para que me trates así?

Las palabras de Ambuj, dichas entre temblores y falta de aire, vuelven a mí con una claridad arrasadora. Suelto a Evan de inmediato y retrocedo, paso la mano sobre mi cara porque tengo la sensación de que voy a estallar. Se equivocó, pensó que Evan lo obligaría y decidió entregarse sin oponerse. Al darse cuenta de que no era así, se aterró...

Hijo de Payasos (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora