Stop crying your heart out.

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No tenía idea de cómo es que paso lo que pasó, solo sabía que ahora los podía ver, que estaba ahí, que estaba todo el tiempo cerca de ellos, cada vez que lo necesitaban estaba ahí para ellos, siempre aparecía en el lugar donde más lo necesitaran.

Pero en realidad no lo estaba, más bien estaba con ellos, no podía ayudarlos, no podía hacer nada, lo había intentado cientos de veces, y era como si pudieran pasar a través de él, no lo escuchaban, no podía hacerles saber que estaba ahí para ellos, que no estaban solos.

Había sido difícil acostumbrarse a su nuevo estado, sobre todo cuando solo podía ver como trataban a su familia.

No pudo estar para su hermoso Omega cuando su padre lo dejo en la calle con dos bebés, un contrato para no contarle nunca a nadie que esos cachorros eran hijos de Jules Bianchi a cambio de que el Omega tuviera la custodia de sus cachorros.

Había estado tan enojado, tan decepcionado, estaba lleno de tristeza, ahí estaba, su Omega, que acababa de perder a su pareja, que había tenido un bebé, y lo hizo perder todo lo demás, su casa, su estabilidad, incluso gran parte de su dinero.

Su padre se había vuelto codicioso, lo sabía, pero nunca pensó que sería capaz de hacerle eso a un hombre que él amó con todo su corazón, mucho menos a sus propios nietos.

Sergio había sollozado cuando estuvo a salvo en la casa en la que lo acogieron por tres días, justo después de asegurarse que sus bebés estuvieran dormidos.

Estaba cayéndose a pedazos, y aun así, por la mañana sonrió como si todo estuviera bien, tenía que ser fuerte por esos dos hermosos bebés que solo querían de vuelta a su padre Alfa y la casa que les quitaron, querían el hogar que tenían.

Vi con impotencia como tuvo que rogar por ayuda a un hombre que lo detestaba, el precio de esa ayuda le costó su asiento en la escudería en la que estaba, pero a su Sergio no le importo.

Había perdido absolutamente todo en menos de 24 horas, pero todo lo que quería es que sus bebés estuvieran a salvo y poder conseguirles un hogar.

De alguna manera pudieron llegar a México, y aunque a Jules no le gusto al principio, supo que sus hijos iban a crecer felices ahí, su hermoso Omega de alguna manera pudo conseguir algo de dinero con ayuda de su hermano menor, Patricio, y juntos habían comprado una casa, no había sido bonita al principio, ni siquiera estaba seguro de que fuera segura, pero como siempre, Pato y Checo lo sorprendían.

Había pasado un año desde entonces, había visto a su Omega vivir toda clase de situaciones, desde lidiar con hombres que se sobrepasaban hasta ver como sus cachorros lloraban de hambre porque su padre le quitaba todo su dinero a Sergio.

Había pasado un año y no estaba más cerca de ayudar a alguno de ellos, se sentía tan frustrado, tan enojado y adolorido, ¿De qué servía estar aquí si no podía hacer nada para cambiar la vida de los que amaba?.

Al menos a Charles le iba bien, pensó.

Miro la fecha en el teléfono de Sergio, 19 de Julio de 2016, hace dos días su pequeña hija había cumplido 4 años.

Ella tenía los hermosos ojos del tapatío, pestañas enormes, el cabello castaño y un poco ondulado, como su Omega, su piel era un poco bronceada, unas pocas pecas adornando su nariz, pero esa sonrisa, esa brillante sonrisa era todo él, era lo único en lo que se parecía a él.

Ahora mismo llevaba un bonito vestido lila, su risa era todo lo que se escuchaba de ella, y corría de un lado a otro con su hermano bebé detrás de ella.

Su cachorro se parecía un poco más a él, pero realmente era la combinación de Sergio y de él, el color de cabello y ojos, así como la boca de él, y esas mejillas regordetas, esas hermosas pestañas y su nariz como la de Sergio.

Before I GoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora