⠀⠀La zona de comercio de Ker-Lay presumía de diversidad tanto en baratijas como en utensilios únicos en su tipo, pero nada era lo suficientemente creativo como para que Kestrel mantuviera el interés y acallara sus pensamientos. Con su lengua condicionada por el encantamiento, no podía hacer otra cosa que no fuese mirar a Alvor, en sus ojos expresas las mil millones de maneras en las que imaginaba exterminarlo. El cazarrecompensas, por su parte, insistía en detenerse frecuentemente y permitir a los vendedores comenzar su monserga, hasta que lo aburrían, gruñía por lo bajo cual zorro inquieto y se alejaba en medio del discurso, con Kestrel siguiéndole el paso a regañadientes. Alvor abusaba del lujo de ignorar la existencia del príncipe y a este último lo tentaba la posibilidad de meterse una mano entera a la garganta para erradicar el versil diluido.
━Basta ━dijo Alvor repentinamente y se giró en dirección al príncipe, quien parpadeó confundido━, ¿es parte de tu naturaleza susurrar en la mente de las personas? ¿Por qué la magia no te frena de hacerlo? ━Alvor dio un paso, su expresión adusta transmitía la ilusión de que la desigualdad en tamaño era gigantesca, cuando serían apenas dos pulgadas━. Ya puedes hablar ━afirmó, pero Kestrel percibió su boca seca, adormecida, y su mente por completo escueta━. Oh, entiendo ━sonrió, mas la impaciencia hizo que titubeara━, eres... eres estúpidamente necio. Te quito la voz, me arañas la mente con tus murmullos. Te cedo la palabra, ¡te quedas en total silencio! ¡Divino, Su Alte-!
⠀⠀Y cerró la boca de pronto, porque una mirada pesada, entre recelosa y perpleja, se cernía sobre ellos desde la lejanía. La relajación en el rostro y la postura del cazarrecompensas fue inmediata; podría haber brincado de la felicidad, por lo cual Kestrel no demoró en fijarse en su descubrimiento: un muchacho harapiento que, apenas vislumbrado, se escabulló en el interior del edificio más cercano, y cuyas fracciones superiores se balanceaban más de lo debido, incluso para los estándares ker-layaníes.
━Quédate aquí ━indicó a Kestrel, el sosiego en él habiendo fluctuado, pero la serenidad devuelta, y se apresuró para meterse a aquel edificio. El pelirrojo se percató entonces de un cambio en su entorno. A partir de la ausencia de quien debían teorizar como su «amo», las miradas analíticas se posaron en él libremente. Los murmullos cobraron vigor en cuestión de segundos y Kestrel decidió moverse, cerciorándose de que contaba con la fortuna imprevista de poder hacerlo.
⠀⠀Pero los pies del príncipe se arrastraron por la arena con absurda incompetencia; no fue riesgo de una vez el que sus dedos se torcieran y sus rodillas contemplaran la rendición. Sin estímulos mágicos, era como si su cuerpo se contorsionara con realizar movimiento alguno. Se preguntó si el desgaste tenía relación con el tiempo estancado en un agujero incógnito y la adaptación a entornos acuáticos, no obstante, no se detuvo a meditarlo y dirigió toda su determinación a encaminarse un par de cuadras adelante, con el propósito de distanciarse del sector menos concurrido del mercado, que a la par era el más riesgoso.
⠀⠀Kestrel estampó su hombro izquierdo a la pared de un edificio, lo que produjo un golpe seco, y aspiró profundamente, en busca del regocijo humano que se obtiene en acciones tan simples como esa. No dio con ella, para su decepción, porque todavía había ojos que le escrutaban y reprochaban en silencio su soledad. Temeroso de que tal silencio estuviese condicionado a romperse, se escabulló en el edificio más modesto de la calle, el cual era también menos desequilibrado y sufría de una puerta sin seguro.
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Prisioneros de las Rosas #PGP2024
FantasíaPrimer borrador | Descontinuado. ⠀⠀Alvor Storel es un exiliado. Su familia ha sido degradada por todo un continente y para forjarse prestigio en tierras extranjeras requirió de sangre, sudor y más sangre. ⠀⠀El Príncipe Heredero de Tylka, desaparecid...