⠀⠀«El Sueño del Esrinta» era el mensaje a descifrar de un conjunto de líneas demasiado confusas a ojos de Kestrel, pero suficientemente claras para Alvor. Se trataba de una taberna edificada con escombros colocados al azar hasta que adquirieron la forma de un domo. En su camino hacia el establecimiento habían captado miradas desdeñosas de sateríes; en el interior, a los vistazos despectivos se les sumaban murmullos sonoros.
⠀⠀Kestrel se dijo a sí mismo que se debían a los vendajes anaranjados que, si bien carecían de eficiencia en cuanto a la curación de sus heridas, servían como analgésico. Eran más necesarias para Alvor que para él, pero el príncipe les veía utilidad en cubrir sus heridas hasta que a las capacidades sanadoras de su propio cuerpo se les antojase activarse.
⠀⠀Sea como fuere, usar esos vendajes era un notorio indicador de que eran personas del agrado de los dangeríes y el Sueño del Esrinta solo era frecuentado por sateríes; un sitio seguro para ellos. El pelirrojo sintió incomodidad apenas puso un pie dentro, aunque el motivo se distanciaba de la precariedad evidente en cada superficie.
⠀⠀Alvor señaló una pequeña mesa vacía, apartada del resto y cercana a una de las arqueadas paredes. En el sitio se repartían únicamente cojines sucios o taburetes, por lo que Alvor pegó uno de esos muebles a la pared y apoyó la espalda contra ella al momento de sentarse. Con resignación, el príncipe hizo lo mismo. Desde allí evaluó su entorno y se percató de la ausencia del olor a azufre, aquella pestilencia que la magia barata propagaba siempre. El ambiente, en cambio, se hallaba aromatizado con canela. Los sateríes parecían ser fanáticos de dicha especia.
━Estás muy callado y la última vez que revisé Esquirla no tenía órdenes de callarte ━dijo Alvor, mientras se acomodaba la cabellera castaña con sus dedos; sus hebras estaban cerca de llegarle a los hombros y contaba con un par de diminutas trenzas ocultas tras sus orejas, detalle del que Kestrel apenas se había dado cuenta hasta entonces.
━¿En verdad no tienes nada para decir? ━insisitió el rodekí, sonriendo de lado con escepticismo. Sus cejas se elevaban a medida que escudriñaba al príncipe, pero este mantenía su expresión carente de cualquier cosa que no fuese hastío━. Acércate ━ordenó y pese a que no hubo ninguna presión de parte de los brazaletes, Kestrel se inclinó sobre la mesa de madera, sin deshacerse del recelo hacia los movimientos del contrario, pero extrañamente dócil.
⠀⠀Alvor guardó cualquier pensamiento que tuviese al respecto y rebuscó entre sus bolsillos hasta dar con un trozo de tela marrón, sin gracia ni propósito aparente. Sus manos se elevaron con el retal hasta el rostro del príncipe, el objetivo siendo despejar sus facciones de los mechones rojizos para atarlos en la parte posterior de su cabeza. Los ojos falsamente marrones de Kestrel reflejaban el intenso desdén de los auténticos, pero sus labios se mantuvieron herméticos durante todo el proceso. La tensión de nuevo endurecía sus rasgos.
━Lucías como un vagabundo ━dijo a modo de justificación por lo que acababa de hacer, pero no agregó nada referente a sus dedos sosteniendo el mentón del príncipe y sus orbes azules absortos en él. Se tomó un momento para observar las pestañas largas que le ensombrecían la mirada y sus labios, el superior fino y el inferior carnoso, azorados por un ligero temblor que solo con una cercanía como aquella podía percibir.
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Prisioneros de las Rosas #PGP2024
FantasyPrimer borrador | Descontinuado. ⠀⠀Alvor Storel es un exiliado. Su familia ha sido degradada por todo un continente y para forjarse prestigio en tierras extranjeras requirió de sangre, sudor y más sangre. ⠀⠀El Príncipe Heredero de Tylka, desaparecid...