Capitulo 9

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Es como si volviera a ser un maldito adolescente, mintiendo a mis padres

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Es como si volviera a ser un maldito adolescente, mintiendo a mis padres. Sólo que, esta vez, yo soy el padre, y estoy mintiendo a los niños. Y a su niñera. Y a Carlos.

La Sra. Peterson cree que me necesitan en este partido fuera de casa, Carlos cree que voy a estar en casa con los niños, y los niños creen que voy a visitar a Lewis en Londres.

Porque esto no me va a estallar en la cara ni nada.

Aunque el habitual sentimiento de culpa por dejar a los niños me corroe, tengo que admitir que me hace ilusión alejarme de todo.

Esta noche no soy un pseudo padre de cinco niños. No soy un padre soltero en apuros.

Voy a ser el Sergio Pérez, el fuckboy de la NHL, mi verdadero yo por primera vez en más de un año. No puedo esperar.

Me convertiré en el tipo que todos esperan que sea y haré que Max quede bien en el proceso.

Llego a la encantadora casa de Max, que mantiene mucho mejor que yo el desorden de nuestra casa. El otro día, cuando estuve aquí, eché un vistazo rápido y me di cuenta de que cada cosa tenía su propio sitio, como si Max hubiera pensado bien en su lugar.

Siete personas en una casa es un desorden, y si encuentro algo en el mismo lugar dos veces, es un maldito milagro.

Levanto la mano para llamar, pero Max abre la puerta, como si hubiera estado vigilando la calle por si llegaba.

Se me corta la respiración al verlo. Su pelo está peinado de forma que sobresale por delante, pero sigue estando meticulosamente cuidado. Va vestido con ropa informal, pero lleva una bolsa de tintorería transparente con un traje azul marino y una corbata negra lisa enrollada en la percha. Va bien con el traje azul marino. Tengo toda la intención de deshacerme de la chaqueta esta noche en algún momento para mostrárselo a Max... quiero decir a los idiotas de la escuela de Max.

—Estás increíble—, le digo.

Él pone los ojos en blanco. —No hace falta que empieces con los halagos todavía. Nadie puede oírte—. Está listo para irse y pasa por delante de mí, pero le agarro del brazo.

—Lo digo en serio. Me preocupaba tener que arrancarte la chaqueta de tweed—. Señalo su traje en la bolsa.

—Bueno, ese era el plan, pero luego le conté a mi amigo Sebastian lo mucho que odias el tweed, y escucha esto... él está de acuerdo contigo. ¿Qué clase de amigo no le dice a su amigo que parece un imbécil pretencioso?

Me froto la barbilla. —Creo que uno bueno... Es decir, si son realmente tus amigos, no les importaría cómo te vistes.

—¿Significa eso que no somos realmente amigos? —Su tono es casi, casi burlón. —Dime que esto no es caridad o que crees que en realidad me debes por haberle dado crédito extra a Carlos por cierto, ¿sabe él de nuestro acuerdo? Juro que me ha estado mirando raro desde entonces.

Drills &  Thrills 2° [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora