La reina consorte

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Hola a todos! Acá un nuevo capítulo y esta vez con Rhaenyra haciendo más de las suyas jeje.

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Besos y abrazos

Rhaenys Targaryen estaba sentada como parte del consejo del rey que lideraba su esposo pues era la mano del rey.

Mientras escuchaba al consejo hablar sobre la guerra y otros temas del reino, más se alegraba de haber dejado a Laena en Marcaderiva.

Por un minuto Corlys había querido que Laena fuera la esposa de Daemon, pero Rhaenys se alegraba de haberse negado.

Era cierto, Laena habría cumplido con su deber sin cuestionárselo, pero sabía el peso que cargaba una mujer con vientre real.

Además Rhaenyra parecía bastante dispuesta a ser reina . Que no hubiera sido de la forma en que ella lo esperaba y que la vida le hubiera jugado una mala pasada, era algo muy diferente.

Sin embargo Rhaenys no tenía motivos para sacrificar a su propia hija, y si era sincera, tampoco la expondría a la ira de Rhaenyra. Le faltaban dedos de las manos para contar cuántas víctimas de la ambiciosa muchacha habían en el reino, y el rey solo sabía de algunas por suerte para la muchacha.

Entre menos supiera el rey de los crímenes ''infantiles'' de Rhaenyra, como el destronado rey Viserys solía llamarlos, era mejor.

La corte hablaba de un heredero. Cuando un rey se sentaba en el trono, absolutamente todos los grandes señores esperaban un heredero para hincar su rodilla ante el próximo rey.

El problema de Daemon, era que había usurpado la corona de su hermano, con el apoyo de la vasta mayoría de casas de Poniente, y no le quedaban más hermanos para hacerlos sus herederos, y esa chica que Baelon había tenido era bastarda y nadie aceptaría a una gobernante de Naath.

Daemon tampoco podía nombrar a sus sobrinos, principalmente porque él mismo odiaba a los Hightower, y porque el reino jamás aceptaría a un rey con la sangre Hightower en el trono.

Desde Aegon el conquistador, muchas casas del reino esperaban a un Targaryen en el poder.

Aegon había conquistado y unificado, a pesar de los conflictos posteriores, Aegon había traído paz a un reino de caos y sin ley, y Jaehaerys había enmendado todo.

Los siete reinos querían que un Targaryen gobernara, y en ese minuto ese gobernante fuerte era Daemon, que necesitaba un heredero de sangre Valirya.

El problema era él.

Rhaenys Targaryen conocía a su primo y sabía que siempre el problema había sido él.

No quería ser un monstruo y juzgarlo, pero a veces llegaba a pensar que Rhea Royce tenía razón y Daemon era demasiado débil para tomar decisiones.

A diferencia de Viserys, Daemon ponía sus sentimientos de por medio a la hora de tomar decisiones.

Era impulsivo era cierto, un guerrero feroz y un rey tan temible como justo, pero se juzgaba demasiado, se esforzaba demasiado por ser aceptado por quienes le importaban.

El resto del mundo le importaba poco, pero la opinión de los que le importaban era lo que lo hacía débil. Era un hecho, Rhaenys no quería ser dura, pero tenía que aceptarlo. Era así.

A menos que los hombres pudieran dar a luz, las mujeres en el reino tenían que hacerlo, en este caso la esposa del rey.

Nadie más que ella podía saber lo que era desear que las cosas fueran diferentes, pero no lo eran, e incluso si lo fueran, el problema seguiría siendo el mismo.

Un corazón consumido por la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora