Mensajeros

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¡Hola a todos! Este capítulo empieza bien y termina en caos jeje los que recuerdan sabran que se basa en malos entendidos jeje.

No olviden comentar, besos y abrazos.

- No, no la conocerán hasta que Rhaenyra se las presente- dijo Alicent a sus hijos y ellos la miraron con tristeza, pero ella no se dejaría comprar por esos tres pares de ojos que la miraban suplicantes, incluso Daeron en su cuna la miraba así.

Rhaenyra sería quién le presentaría la niña a sus hermanos, porque Alicent no perdía la esperanza de que Rhaenyra querría a esa niña.

Dos días enteros habían pasado desde el alumbramiento, y los dolores no dejaban de atormentar a Rhaenyra.

Apenas podía pararse de la cama y luego de haberle gritado a las doncellas que la dejaran sola, Alicent la encontró casi arrastrándose hacia las bañeras de la fortaleza.

- Rhaenyra no puedes tomar un baño, iré a buscar agua y paños húmedos- dijo Alicent pero Rhaenyra negó.

Rogándole lo mismo que a las doncellas que intentaban retenerla en su habitación.

- Déjame limpiarme- sollozó Rhaenyra- Mis pechos duelen, mi cuerpo duele, por favor, te lo ruego, ayúdame a llegar hacia allá- lloró Rhaenyra y Alicent notó como la sangre aún caía por entre sus piernas.

- Está bien, está bien, sujétate de mi- dijo Alicent y llegaron hasta las bañeras.

A pesar de que Alicent intentaba no permitírselo, Rhaenyra misma preparó su bañera y sin importar si el agua era demasiado caliente o no, se desnudó y entró a la bañera dejando que el agua limpiara su cuerpo y limpiara sus lágrimas.

Alicent lavó los cabellos aún ensangrentados de Rhaenyra, con cuidado, con suavidad, escuchándola sollozar y dejando que el agua limpiara su tristeza.

Rhaenyra estuvo por horas allí, sin importar si el agua se enfriaba, su amiga nunca se movió de su lado.

Rhaenyra no expresó su tristeza y sus temores a Alicent, Alicent los conocía, y ella no quería pensar en nada.

Había dado a luz luego de horas de sangre y dolor, había dado a luz una niña que todo el reino rechazaría. No conforme con eso, todos dudaban de que su bebe fuera realmente del rey, y su esposo, había sido herido en batalla hace meses, y recién recuperado peleaba una guerra que se había extendido mucho más de lo que debería.

Su esposo, que no quería escuchar su voz y ver su cara nunca más.

Su esposo al que ella había traicionado mientras él luchaba en el campo de batalla. Porque le parecía divertido usar cualquier medio para un fin.

Ahora se arrepentía de haberlo hecho, pero ya era demasiado tarde.

Alicent la ayudó a llegar de regreso a su habitación, luego de ayudarla a vestirse con ropa limpia y atar sus cabellos en una trenza.

Helaena, Aemond y Aegon se acercaron a Rhaenyra cuando ella caminaba con dificultad por los pasillos, pero Alicent los envió de regreso a su cuarto, y para alivio de Rhaenyra ellos obedecieron pues veían lo mal que se encontraba ella.

Ver a su hermana cansada, demacrada y sin fuerzas casi para caminar, no era una imagen que esos niños debieran haber visto.

- Mierda- lloró Rhaenyra cuando su intimidad dolía cada vez que daba un paso para llegar a la habitación.

Alicent que sabía de eso intentó sujetarla, pero Rhaenyra cayó al suelo llorando de dolor.

Las doncellas estaban lejos porque Rhaenyra no quería a nadie más cerca, se sentía demasiado ahogada, demasiado triste y por eso las había expulsado.

Un corazón consumido por la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora