El reflejo de sus padres

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Besos y abrazos

La paz no perduraba. Eso era algo que los reyes sabían muy bien.

La cacería y posterior torneo se estaba organizando y tanto Rhaenyra como Alicent no solo estaban aterradas por la llegada de sus antiguos amantes al maldito palacio, sino porque sus hijos querían participar de la cacería y del torneo.

Alicent tenía dos hijos capaces de competir en un torneo, Aegon y Aemond de 16 y 13 respectivamente.

Rhaenyra por su parte tenía dos hijos varones de 8 y 7 años respectivamente, Viserys de 7 no deseaba participar de los torneos, y con mucha suerte deseaba participar de la cacería, Viserys, para alegría de su madre, prefería estudiar sobre leyes, aunque no rehuía de los entrenamientos.

El problema para Rhaenyra, eran sus dos hijos mayores, Aegon de solo 8 años y Visenya de 10.

Rhaenyra no encontraba forma de convencer a Visenya de que era una niña y no podía participar en el torneo, era una suerte ya que su padre fuera indulgente y la dejara participar en la cacería, aún cuando la mitad de los señores casi se habían caído de sus sillas al escuchar que una niña participaría de la maldita cacería.

- Si es una polla la que necesito para participar en un torneo, entonces los torneos son para idiotas, puedo perfectamente vencer a 10 de esos pomposos caballeros que tienen mierda de caballo en el cerebro - había dicho Visenya y se había marchado de allí con su bonito vestido color rosa pálido, la mirada de un dragón enojado y el vocabulario que ni siquiera los escuderos usaban en público.

Alicent intentaba convencer a Aemond de que aún no tenía la edad suficiente para combatir en un torneo, pero a su hijo ni siquiera le interesaban los torneos, solo quería combatir y demostrar su valía.

Si pusieran a Aemond al frente de una guerra, el niño habría estado feliz y Alicent estaba aterrada con eso.

Aún así Alicent se compadecía de Rhaenyra, su caso era por lejos menos complicado que él de su amiga.

Visenya estaba molesta, y su hermano Aegon de 8 estaba molesto también porque su madre no quería interceder por ellos ante su padre para que los dejaran participar del torneo.

Visenya se negaba a dejar que Aemond participara y ella no. Ellos siempre habían estado juntos, si uno participaba, el otro también lo haría. Era simple, pero su madre no quería entenderlo.

Y no podrían convencer a su padre, sin la ayuda de su madre.

- Tal vez deberíamos rendirnos, incluso si convenciéramos a madre, ella podría no convencer a papá- dijo Aegon el menor y Visenya se rio de su hermano mientras ambos estaban en los jardines.

- ¿Mamá? ¿No convencer a padre? Ella podría convencerlo de volverse adepto a la puta fe de los siete si quisiera- dijo Visenya que había sido testigo de como su padre cambiaba de opinión rápidamente siempre que su madre se lo pedía.

Visenya amaba a su padre, y aunque ella había heredado parte del poder de convicción de su madre, aún no estaba a la altura de poder manipular a su padre, como su madre lo hacía.

''Mi dulce niña, se requieren años de talento en ser mimada para eso''

Había dicho una vez el rey Viserys a su nieta, aunque Visenya no había entendido del todo.

- Entonces pelearemos- dijo Aegon tomando la mano de su hermana y sonriendo.

- Claro que si, hermano, si vas a ser el rey algún día, tienes que vencer a todos nuestros enemigos- dijo Visenya susurrando al oído de su hermano.

Un corazón consumido por la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora