El fuego no puede quemarme a mi

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Hola a todos! Y acá otro capítulo que sigue igual a la historia original jaja.

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Besos y abrazos


Ortigas sonrió cuando sintió la presencia de dos incautos atacantes.

Estaba tomando un relajante baño en las bañeras luego de haber pasado una placentera noche con su amante de turno Ser Harwin Strong, cuando ellos entraron al lugar.

Uno por la derecha y el otro por la izquierda, tan poco sigilosos que Ortigas sentía vergüenza de que eso fuera lo único que intentaban para atacarla.

Sino intentaron atacarla de frente y aterrorizarla como a una doncella asustada, fue porque sabían que ella era una hechicera.

Si lo sabían entonces ¿Qué los hacía creer que esa era la forma de atacarla?

Pobres hombres ilusos.

Ni siquiera necesitaba usar su magia para saber quién les había ordenado atacarla.

Su joven sobrina, la esposa del rey.

Ortigas cerró los ojos y se relajó en la bañera mientras permitía que los tontos ilusos siguieran intentando tomarla por sorpresa, demorarían unos minutos en caminar sigilosamente hacia ella.

Daemon y Rhaenyra. Eran realmente un caso.

Él se torturaba pensando en que ella era su víctima, y convenciendo a su corazón de odiarla pese a que la amaba con cada parte de su alma.

Ella por su parte era una magnífica actriz. Si la chiquilla realmente estuviera asustada de Daemon habría usado su influencia sobre esos hombres que la ayudaban para huir, en cambio, ella los enviaba a atacarlos.

Seguramente ahora que ella había venido a Poniente desde Naath, habían rumores sobre ella y Daemon, pues pocas personas sabían cuál era realmente la naturaleza de su relación.

Se sentía casi halagada al recibir los celos de parte de su sobrina. Pero ella siempre iría un paso adelante de la pequeña cobra.

Cuando los hombres se acercaron tras ella, pensando que se había dormido en las bañeras, ella elevó sus manos y los hombres sintieron como si el aire escapara de sus pulmones.

- Bruja- dijo uno de ellos y Ortigas sonrió.

Podría haberlos matado, pero ¿Por qué negarle a Daemon hacerlo cuando descubriera los planes de Rhaenyra?

Seguramente ella los había seducido para convencerlos, si no tenía poder, dinero o influencias, no era difícil saber como había conseguido el favor de esos hombres.

Daemon iba a disfrutar matarlos, y Ortigas le daría ese placer, pero solo si él lo descubría por si mismo.

Ortigas los dejó inconscientes y susurró palabras en sus oídos.

Dejó que la mente de ellos creyera que había salido corriendo horrorizada, prometiendo nunca volver.

Un hechizo sencillo, una ilusión tan bien creada. Ellos volverían al palacio incluso antes que el rey porque no usarían el camino real.

Rhaenyra creería que logró espantarla para irse del lado de su tío, pero tal vez Rhaenyra se fuera a llevar una sorpresa.

Ortigas caminó por los pasillos y cuando llegó a su cuarto se miró al espejo.

Ella pertenecía a Naath, no a Poniente, pero tal vez era hora de visitar el palacio de Daemon.

Además seguramente Viserys no estaría feliz de verla, y ella se sentiría bien con eso.

Un corazón consumido por la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora