prudente de ambos hermanos y parecía un poco asustado del menor— que patético eres… —Inuyasha gruñó y se puso en posición de ataque— sé dónde está —Inuyasha enseguida volvió a la normalidad al entender de quién estaba hablando.
— ¿Dónde? —preguntó Inuyasha. Sesshomaru sintió una leve punzada de compasión por el que era su hermano pequeño, pero enseguida la borró. Inuyasha era el responsable de lo que sucedía. Había escuchado toda la conversación mientras se acercaba a ellos. No sabía por qué lo había hecho, pero se acercó a Inuyasha para decirle el paradero de la miko. Quizás era porque había visto a Rin hace poco y ella le había contado todo lo que pasó o quizás era porque la sacerdotisa compañera de Inuyasha le agradaba mucho más que su hermano pequeño, de todas formas él era un daiyoukai poderoso que respetaba las pocas leyes que tenían los demonios y aunque no lo quisiera ni le gustara, Inuyasha era su medio hermano y Kagome era su compañera.
— ¿así es como te diriges a mí cuando te hago un favor? —Inuyasha gruño y se acercó peligrosamente a Sesshomaru que lo veía con indiferencia.
— ¿Dónde está? —preguntó en un gruñido.
—sabes que yo podría no decirte, ¿verdad? —Inuyasha rugió y se preparó para atacar a su medio hermano. Sesshomaru ni se inmutó.
—No quieras jugar conmigo… —le advirtió el hanyou.
— ¿o si no qué? —todos veían alucinados el intercambio de palabras entre ambos. Jamás habían "hablado" tanto como lo estaban haciendo— te recuerdo que fuiste tú quien perdió a la miko y no tengo ninguna obligación de decirte nada…
—yo…—Inuyasha no fue capaz de decir nada frente a eso.
—tú fuiste débil y estúpido. Es por ti que esto pasó. Así que si quieres saber algo deberías quitar ese tono arrogante ante mí —Inuyasha cerró los ojos e hizo algo que nadie se esperó: se arrodillo frente a Sesshomaru con los parpados apretados y húmedos. El daiyoukai por primera vez sintió por su hermano compasión al verlo suplicar.
—Dime dónde está… por favor —dijo Inuyasha en un bajo tono de ruego— necesito encontrarla…
—Entonces sígueme —Sesshomaru no dijo nada más y caminó hacia los árboles. Jaken se apresuró a quedar tras Sesshomaru, medio escondido en la estola de él. Inuyasha lo siguió en silencio al igual que los demás que iban sobre Kirara.
Viajaron durante largo tiempo, tanto tiempo que todos se sentían agotados e inmersos en un incómodo silencio que nadie se atrevía a romper. Sesshomaru tenía su típica expresión fría en el rostro y seguía sin comprender por qué ayudaba a su medio hermano. Inuyasha estaba cabizbajo, ni siquiera pensaba en que se había humillado frente al daiyoukai, solo podía pensar en Kagome. Los amigos de Inuyasha miraban a este con un profundo dolor al saber que cada minuto las esperanzas de todos iban muriendo. Ahora todos caminaban tras los hermanos, en un silencio sepulcral sin atreverse a hacer nada. De pronto Sesshomaru se detuvo y miró a Inuyasha.
—Es en la aldea humana que está enfrente —Inuyasha se adelantó y se detuvo abruptamente al escuchar la voz de Kagome resonar en el bosque. Todos se quedaron de piedra al escucharla cantar.
Ame ni nureta hoho wa
namida no nioi ga shita
yasashii manazashi no
tabibito
Inuyasha sintió un nudo en la garganta y corrió a toda velocidad hacia dónde provenía la voz. Sus amigos corrieron tras él sin percatarse de que Sesshomaru no avanzó con ellos. El daiyoukai fue inundado de un sentimiento que solo pudo identificar como dolor, lo cual era extraño para él porque solo lo había sentido cuando creyó perder a Rin en el palacio de su madre. Incluso Jaken fue preso del dolor que transmitía la canción, siendo incapaz de contener las lágrimas.