volvió a mí y me expulsó otra vez hacia atrás.
—vete de aquí…
— ¡no me iré! —grité volviendo a ponerme de pie al escucharla. Imitando la acción anterior volví a atacar el campo de fuerza.
—quiero que te vayas de aquí, Inuyasha… déjame sola.
— ¡NO! —grité. Lanzando todos los ataques posibles de mi espada contra el campo. Dejando caer mis lágrimas, todavía en mi forma de youkai— no puedo… no puedo dejarte…
—no sería la primera vez…
Escuchar su voz diciéndome eso era como ser atravesado por una daga. Me arrodillé a los pies del templo, frente al campo de fuerza, evocando la imagen nítida de Kagome en mi mente, al igual que aquella vez cuando nos enfrentamos contra el demonio Hyoga.
—no puedo dejarte sola… no de nuevo… no quiero… —le dije mirándola de frente, llorando frente a ella que parecía distante— no puedo estar lejos de ti…
—Estoy tan cansada…. —me dijo con una mirada de tristeza, retrocediendo.
—si lo estás, vuelve conmigo —le rogué acercándome a ella— descansa en mis brazos… nunca voy a dejar que salgas de ahí…ahora entiendo todo… cómo está tu corazón realmente… si no quieres vivir… al menos… al menos déjame seguirte en la muerte… déjame estar contigo una vez más… déjame que esta vez sea para siempre…
—no hay un para siempre…—me dijo, dejando salir toda su tristeza.
—yo lo voy a conseguir. Voy a hacer todo lo que esté en mis manos y lo que no lo esté también lo haré. No voy a descansar hasta que consigamos nuestro para siempre. No importa nada más. Solo quiero quedarme contigo para siempre… no quiero un final Kagome, quiero un comienzo y una eternidad, pero la quiero contigo…
Kagome se acercó a mí y pude sentir su mano en mi mejilla, una leve caricia que me llenó de amor por ella y de una profunda sensación de desesperanza. Incliné mi cabeza para apoyar mi frente contra la suya y poder sentirla.
— ¿realmente harías eso? —preguntó rodeando mis mejillas con sus manos. Hice lo mismo y, sin despegar nuestras frentes, la miré a los ojos.
—haría eso y más. Lo sabes. Eres mi vida Kagome. Si no estás no quiero seguir en este mundo. Tú eres la que me completa.
—no quiero que mueras.
—moriré de todas formas sin ti.
—no vas a poder seguirme.
—voy a seguirte a donde sea. No escaparás de mí.
— ¿y si te pido que me dejes ir?
—no me lo pidas…
— ¿por qué no?
—porque te amo…
—si me amas realmente déjame ir…
— ¿es realmente lo que quieres?
—sí, es lo que quiero.
—no puedo conceder eso que pides…
—tienes qué.
—no, no puedo. No quiero una existencia vacía, Kagome.
—están los muchachos. Ahora hay más gente en tu vida.
—no me sirve de nada tener más gente, incluso aunque me quieran. Cambiaría todo eso por ti. Eres lo único que necesito y quiero en mi vida. Nunca he sido perfecto, pero contigo siento que lo soy. Aunque viva, no puedo volver al vacío de antes. Después de ti sé cuan vacía era mi existencia. No puedes pedirme que renuncie al sol después de haber visto su luz. Eso eres para mí. Y aunque sea egoísta, no puedo dejarte. Eres la parte de mí que me hace ser lo que soy. Cuando estás conmigo no hay dolor, no hay miedo… sé que dejé que la culpa y mi inseguridad me alejaran de ti en el pasado. Pero no importa a donde vaya, siempre he sabido donde pertenezco. Siempre he vuelto y volveré a ti. No puedo estar lejos y si quieres morir, por favor… déjame seguirte en la muerte. No quiero vivir si no estás en esta vida conmigo…
—Inuyasha, no…
—no me dejes… solo una vez más… permíteme hacerte feliz…sin pasado, sin miedo… solo tú y yo para siempre.
—no quiero sufrir más… por favor…
—déjame intentarlo una vez más… déjame amarte para siempre.
—no puedo…
—una vez más —supliqué, besando su frente, sus mejillas, su nariz y su mentón— déjame lograr nuestro para siempre… déjame hacerte feliz… ya no hay ni habrá nada en nuestro camino… solo tú y yo —le dije contra sus labios…
—Inuyasha…
Una explosión me sacó del trance en el que estaba y vi como salían del campo varios demonios. Sentí la energía maligna emerger con toda su fuerza y mi corazón se hiso un puño cuando vi que la luna estaba casi en su punto más alto.
—ya es tarde…
La voz de Kagome sonó como una sentencia. Pero me negué a creerlo. Sentí la presencia de mis amigos y de Sesshomaru a mis espaldas. Me llené de energía otra vez. Recordando las enseñanzas de mi madre.
—nunca es tarde, Kagome… no cuando puedo y quiero seguir intentando. Voy a llegar hacia ti y no voy a dejarte… es un juramento.