En las alturas

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"Siempre dos pasos por delante" iluminaba las pantallas de todos los dispositivos policiales. Un mensaje audaz cuanto menos que burlaba su capacidad para detenernos. Nos miramos el uno al otro y le sonreí con travesura a Rick, que se sentaba junto a mí tras una pared de hormigón dentro del jardín de lo que era una okupa. Habíamos saltado unas cuantas vallas para llegar hasta ahí.

Restaban treinta minutos para completar el descifrado, así que abandonamos nuestro escondite improvisado y volvimos al bullicio urbano. Rick se agachó y sacó el dron.

—Quizá desde aquí sea posible hackear la clave con la ayuda del dron. Pero tenemos que hacer todo lo posible para que no lo descubran.

Se colocó las gafas holográficas y fue cuando descubrí que con ellas era capaz de tener la visión del dron que manejaba.

—Rick, tenemos menos de veinte minutos —comenté tras comprobar la hora.

—No te preocupes, casi lo tengo. Creo que no va a hacer falta que nos acerquemos más.

Su tono de confianza no disminuía, a pesar de la presión del tiempo. Admiraba su habilidad para mantener la calma en situaciones críticas, algo que aprendí a valorar en este juego arriesgado al que llamamos vida.

—Eres increíble, Rick. No sé cómo lo haces —admití, con una mezcla de asombro y agradecimiento.

Rick se permitió una sonrisa mientras continuaba manipulando los controles.

—Bueno, he tenido práctica. Pero tú también te estás volviendo toda una maestra en esto.

—Aprendo del mejor, ¿hm? —respondí con complicidad.

Me encantaba ver cuánta seriedad podía llegar a mostrar Rick en las misiones, por poca cosa que fueran.

—Debemos estar atentos, Sara. Aunque esta vez llevemos la delantera, nunca sabemos qué giros puede dar la situación.

Asentí con seriedad, consciente de la verdad en sus palabras. Con menos de quince minutos en el reloj, dependíamos de un gran número de factores que se nos escapaban.

—Bueno, al menos sabemos que la policía no será un problema en un buen rato —comenté, tratando de aligerar el ambiente mientras observaba la cuenta regresiva en la pantalla.

Rick asintió, pero sus ojos reflejaban la tensión que también él sentía.

—Sí, pero eso no significa que estemos fuera de peligro. A veces los que se dedican a joder las misiones son los menos esperados. Te aseguro que los maderos son los que menos joden en la mayoría de los casos. A veces incluso un civil te la lia más.

—Ya lo hemos comprobado más de una vez —respondí, recordando situaciones anteriores en las que la traición había llegado de lugares insospechados.

—Exacto. Vamos a enfocarnos en la tarea. Solo nos quedan diez minutos —dijo Rick, redoblando su concentración en su pantalla holográfica.

Nos sumergimos en un silencio temporal, solo interrumpido por el suave zumbido del dron y el tecleo rápido de los dedos de Rick. La pantalla de la tableta mostraba progresos, pero el tiempo era implacable.

—Cinco minutos, Rick. ¿Crees que vamos a conseguirla a tiempo? —pregunté con un nudo en el estómago.

Rick esbozó una sonrisa confiada.

—Tranqui, hemos superado situaciones más difíciles.

A medida que el reloj avanzaba inexorablemente hacia cero, nuestros ojos se mantenían fijos en la pantalla. La tensión alcanzó su punto máximo, pero justo en el último segundo, la interfaz del sistema se abrió, revelando la clave que estábamos buscando.

—¡Joder! —exclamé, sintiendo un alivio instantáneo.

Rick asintió con satisfacción.

—Nunca tuve dudas. Ahora salgamos de aquí, vamos a otra parte. No quiero volver aún a la guarida.

Cogimos un coche de alquiler evidentemente gratuitamente y me llevó a una zona de construcción sin un alma. Parecía que las obras estaban en pausa.

—Aún no ha surgido irnos de paseo por la montaña, pero por ahora te traigo aquí. Si te atreves a subir hasta arriba conmigo, te enseño uno de mis sitios favoritos.

Intrigada por la propuesta de Rick, no dudé en seguirlo hacia la zona de construcción aparentemente abandonada. La atmósfera silenciosa y desierta contribuía a la sensación de estar en un lugar oculto, lejos de miradas indiscretas.

—Sígueme por aquí —dijo Rick señalando una escalera metálica.

Ascendimos por las estructuras inacabadas, y a medida que subíamos, la ciudad se extendía ante nosotros. Desde esa altura, las luces parpadeantes y el bullicio urbano adquirían una perspectiva única. Cuando alcanzamos la cima, me encontré con una vista impresionante que abarcaba toda la ciudad.

—Es impresionante —comenté, admirando la panorámica—. Encima hemos llegado justo en el anochecer. El cielo está divino.

Rick sonrió, disfrutando de mi asombro.

—Solía venir aquí para desconectar, pensar o simplemente disfrutar de la ciudad desde las alturas. Es un buen lugar para escapar del caos, aunque sea por un rato.

Nos sentamos en una viga de acero, disfrutando de la brisa nocturna y la vista que se extendía ante nosotros. La ciudad parecía un tablero de luces que se desplegaba hasta donde alcanzaba la vista.

—Gracias por traerme aquí. Es realmente especial —le dije a Rick.

—No hay de qué. Está bien disfrutar de la soledad en compañía de vez en cuando.

Me sentí completamente en paz. Me sentí agusto conmigo misma. Era como estar sola, pero en realidad había una persona a mi lado. Estuvimos en silencio un buen rato.

—¿Me sigues odiando? —me preguntó con cierto temor rompiendo el silencio.

—No te odio, Rick. Tal vez simplemente no entiendo completamente todo lo que está sucediendo entre nosotros. Es un enredo complicado. Ha sucedido todo muy rápido y eso tampoco es culpa de ninguno de nosotros.

Rick parecía aliviado por mi respuesta, pero aún había un poco de tensión palpable en el aire. La noche tranquila y la vista panorámica parecían haber suavizado las asperezas, al menos por un momento.

—No espero que entiendas todo de inmediato. Ni yo mismo entiendo muchas cosas —confesó.

Sonreí, reconociendo la sinceridad en sus palabras.

—Al final creo que ninguno de los dos sabemos lo que estamos haciendo, pero eso en el fondo no tan fondo me despierta muchísimo interés —le miré risueña.

Se acercó a mi y me acercó hacia el, abrazándome cálidamente entre sus brazos.

—La incertidumbre tiene su encanto, sin duda —contestó.

Se tumbó hacia atrás y miró al cielo con las manos sobre su pecho. Luego cerró los ojos.

—Bésame —me pidió.

Le miré con rareza ya que me sorprendió que dijera algo así de buenas a primeras. Él mantenía los ojos cerrados. Luego sacó los morros esperando un beso y entreabrió un ojo de manera graciosa preguntándose por qué tardaba tanto en dárselo.

Me acerqué a él y agachándome al nivel de sus labios le besé.

—Ahora cómeme la polla —sonrió ampliamente—. Es broma.

—Eres de lo que no hay —reí.

Puso las manos detrás de su cabeza con una mirada insinuante queriendo dar a entender que estaba esperando a que lo hiciese, que no era tan de broma. Así que le bajé los pantalones y los calzoncillos y le di ese gusto.

—Y otro sueño hecho realidad. Que me coman la polla en uno de mis lugares favoritos —dijo, y luego soltó una fugaz risa muy atractiva.

Punk's Not Dead | DedsecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora