HOPELESS || Isaac García

Seis

Las mangas largas del suéter que llevo puesto es más incómodo que de costumbre, la persistente sensación de la tela rozando contra mi piel crea una picazón incesante, una gota de sudor baja desde mi nuca que recorre mi espina dorsal mientras lo acompaña un escalofrío sólido. Mi brazo izquierdo pica, justo donde la marca de Ryan se ubica, siendo ahora morada y dolorosa. El tic-tac repetido del reloj me desespera, la clase del profesor Choudhry está apunto de acabarse pero llevo contando los segundos desde que comenzó.

La campana suena, dándome todo lo que deseo: salir de aquí.

Llevo corriendo los pasillos como si de una carrera se tratase todo el día, incluso me salte el almuerzo. Evitó cualquier mirada que se dirija a mi, porque ya todos saben lo qué pasó ayer. Todos me miran, juzgando o preocupados, como si realmente les importara, como si realmente supieran. Toda la escuela sabe que colapse, tuve un ataque de pánico y me desmaye. Toda la escuela sabe que quien acudió a mi rescate fue Isaac, me cargo y le grito al que se encontrara en su camino hasta la enfermería mientras yo temblaba y lloraba en sus brazos, que interrumpió en todos los salones de la escuela hasta encontrar a Livia.

Ayer intercambiamos mensajes, preguntó sobre lo que ocurrió pero yo me resistí. Pensé que la conversación se quedaría ahí pero me vi carcajeando por sus mensajes a mitad de noche, ganándome varios gruñidos de Livia. No lo e visto por ningún lado, pero debe ser porque llevo huyendo de todos desde que entre aquí.

Estoy a punto de entrar al salón de mi última clase cuando alguien toma bruscamente mi mano y me arrastra a seguirlo. Me resisto momentáneamente pero la cabellera rubia de mi mejor amiga aparece en mi periferia, junto a otro cuerpo largo y esbelto, Isaac.

Les sigo el paso porque conociendo a mi amiga no va a ceder. En vez, me dedico a observarlos; no se llevan pocos centímetros de altura y esta vez las botas vaqueras que lleva puestas Livia no tienen nada que ver. Ambos son esbeltos en cambio a mi que apenas les llego al cuello. Tienen un estilo parecido en cuento a la ropa pero uno es de pantalones holgados y la otra es de jeans acampanados, pero la chaqueta de ambos sigue en su lugar la mayoría del tiempo. No puedo evitar compararme; yo soy toda sonrisas amables e inocentes mientras ellos desbordaban fanfarronería y confianza.

Miro mi muñeca que está siendo apretada por Livia en un contacto gentil y seguro pero no puedo evitar que el recuerdo de los dedos de Ryan en mi cuerpo reaparezca. Me recorre otro escalofrío por todo el cuerpo y me remuevo bajo el contacto, siento el picor bajo la tela de mi suéter justo en le brazo izquierdo. La ansiedad me asfixia los nervios con descargas dolorosas mientras yo trato de concentrarme en que esta es mi mejor amiga de toda la vida y no el imbecil de Ryan.

Un contacto nuevo aparece por mi espalda baja, empujándome sutilmente hacia su lado, es Isaac. Me atrae para quedar entremedio de él y la rubia, con la sensación de calma que su palma le regala a mi piel; cálido y cómodo.

Llegamos al patio trasero de la escuela, completamente vacío. Me acorralan contra una pared siendo ahí cuando me fijo de sus expresiones. Los noto a ambos tensos pero uno está más preocupado que el otro. Ambos comparten una mirada cómplice antes de volver a posar en mi. Estoy en completo silencio, confundida y pidiendo una merecida explicación que solo Livia comprende, por lo que dice: — Isaac te estuvo buscando toda la mañana, me preguntó por ti y te vinimos a buscar.

Miro al mencionado, pero estoy segura que ni siquiera pude poner una expresión para cuando me tomo la palabra.

— Te e visto corriendo toda la mañana, Tami. Intente hablar contigo en el almuerzo pero pasaste de largo de mi al menos tres veces, tampoco contestas tus mensajes por lo que no se nada de ti desde hace horas. — Su expresión revela ligera confusión, lo que me hace sentir culpable por no haberle notado hace un rato.— Se que recién nos conocemos pero..