Ocho

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— Ese bastardo infeliz...— Me estremezco bajo la voz de Cole. Sigo en la casa de los Walter, Isaac se a negado a dejarme ir desde la llamada de Ryan. Estudiamos, jugamos, comimos e incluso fuimos al establo. Pero ya son entradas las nueve y mi casa me espera.

El problema está en que Ryan probablemente ya haya salido del entrenamiento y me este esperando, preocupación que le compartí a Isaac. No sé qué le pasa pero estamos ahora donde Cole, contándole lo de la llamada. El rubio ya a visto a Ryan en acción así que no me molesto tanto pero nunca deja de ser vergonzoso. Nadie sabe mucho realmente de todo este caos sin fin; Cole, Isaac, Livia y sus padres relativamente.

Algunas personas ven, pero nunca son valientes para preguntar. Cuando preguntan, yo soy demasiado cobarde para contestar. No creo que me calle por defenderlo, por aprecio o por el amor que en algún momento le tuve. Se trata de miedo, no solo de lo que es capaz, si no de lo que yo también.

No estas tan atado a una persona que abusa de ti tan fácilmente, te toma tiempo ser consciente de ello y en un principio ni siquiera te molestas. Te sientes cómodo en algo que no te brinda paz, pero un dolor de cabeza no es lo mismo que un moretón en las costillas. Es ahí cuando decides parar, pero estás tan hundida que te cuesta nadar.

No creo que haya tocado fondo en este asunto, siempre estoy consiente de todo lo que ocurre, no importando si es muy bueno o muy malo. Solo que no se como salir de aquí, intento no ahogarme pero los esfuerzos se llevan mis ganas de seguir nadando. No tengo la ayuda suficiente para detener todo esto; Livia no es una opción y las autoridades mucho menos. Su mamá es el jefa policial del pueblo.

¿Mis padres? No creo que me escuchen, y si lo hacen probablemente les implique mucho problema para sus agotadas vidas así que optarán por decirme que solo soy una mentirosa en busca de atención.

Vaya mierda.

— Esto es lo que haremos,— El dulce tacto de Isaac me devuelve a la realidad mientras Cole parece idear un plan basado en una película. — Te llevaremos a la casa de Livia pero dejarás tu auto aquí. Mañana después de clases regresas con nosotros y te podrás ir a tu casa, no sin antes avisarnos que llegaste sana y salva... ¿Cuando llegan tus padres?

— Entre mañana y pasado, no lo se...— No es secreto que mis padres nunca están en el pueblo, ni siquiera en la ciudad. Para ser más exactos; pocas veces pisan el estado al mes.

Ambos chicos se levantan, pero mi voz interrumpe cualquier cosa que planeen hacer. No estoy muy contenta con plan de tan alta calidad. — No se si quiero hacer esto. Tu tía sospechara algo si ve que ustedes me llevan y mi auto se queda. Añadiéndole el hecho de que ocupara espacio aquí también y yo no quiero ser ningún tipo de molestia para ust...-

— Tami, necesito que te calles, no voy a permitir que ese hombre te ponga un solo dedo encima. No se si haz visto a tu alrededor pero tenemos espacio suficiente allí afuera como para guardar diez carros más y mi tía no dirá nada porque de todos modos no querría que conducieses sola tan tarde. — Me interrumpe pero yo aún sigo sin verle el lado convincente a esto.

— Pero los papás de Livia preguntaran y no creo que una excusa barata funcione con ellos.

— Eso déjamelo a mi.— Dice el pelinegro, tengo mucha curiosidad de saber porque lo dice tan seguro.— Ahora vámonos, se nos hace tarde.

Salimos del cuarto de Isaac pitados a la cocina. Estoy suplicando internamente por no toparnos a Katherine pero Dios me ha abandonado tanto hoy que no me sorprendo cuando la veo justo frente a la puerta trasera, obstruyéndonos el paso con una dulce sonrisa.

— ¿Ya te vas? — Asiento bajo sus profundos ojos, me hace sentir culpable que le vaya a mentir a tan bondadosa mujer.— Por favor chicos acompáñenla, ya está muy obscuro y su casa está un poco lejos.

HOPELESS || Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora