Quince

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Aparco justo frente a la camioneta de los Walters y al salir del auto el aire fresco que le da belleza a la noche me rodea. En momentos como estos la vida no es tan mala, por muy trivial que parezca.

Una mano en mi espalda baja me alarma pero la voz en mi oído me transmite calma y seguridad demasiada conocida.

— ¿Te sientes mejor?— Es la manera en la que formula la pregunta y lo bien formulada que está.

— Si, gracias por rescatarme, otra vez. — Las suaves caricias que reparte en mi espalda son igual de tranquilizantes que el ambiente, igual que si presencia.

— Nunca será un problema.— Atrae mi cabeza a tu pecho mientras deja un beso en la frente. Malditos besos.

Me dirijo mentalmente a lo que pasó hoy. No el desastre colosal, me refiero a lo único bueno que a tenido el día. El beso en la enfermería despertó muchas cosas, pero sigo queriendo convencerme de que no está correcto.

Estoy potencialmente inestable y no es saludable para el. Deberíamos hablarlo, porque el se ve muy contento al respecto y, por más que me gustaría hacerlo, yo no me lo puedo permitir.

— Isaac, — Levantó mi cabeza de su pecho y me alejó un poco del abrazo, siendo incapaz de hacerlo por completo. Sus ojos tan oscuros como la noche despiertan mi anhelo, mi deseo. — Sobre hoy en la enfermería, yo cre...

Mis palabras mueren en su boca. Interrumpe toda la conversación para besarme y en el peor de los casos me molestaría. Pero este es un buen caso y le sigo el rollo. Si lo pienso mejor, podría ser el mejor de todos.

Mis manos viajan a sus mejillas, dejando leves caricias allí. Es fácil dejarse llevar cuando estás con Isaac García y lo disfrutas a toda potencia por más pequeño que sea el momento. Es inevitable.

El beso se rompe porque, aunque fuese un beso muy suave y sutil, estuvimos más de lo racional pegados.

— No te voy a forzar a nada, Tay. Pero al menos déjame disfrutar el momento. Yo sé que también quieres. — Imbécil. Son las palabras correctas para el momento correcto.

Sin embargo, una tos nos interrumpe. ¿Porque será que siempre nos interrumpe alguien tosiendo? ¿De momento todos son asmáticos?

Al girar mis ojos chocan con los de Jackie. Su expresión es muy reveladora; está tanto preocupada como entretenida. Mis nervios y vergüenza no me dejan pensar bien por lo que opto por esconderme en el pecho del azabache mientras el me abraza un poco posesivo. Me lleva el que me trajo.

La tía los está esperando en la mesa para comer.— La morena se acerca mientras habla. Me tiendo una flor, una margarita. Mis favoritas. —Cortesía de Livia.

[...]

Entre más entrada la noche más frío hace pero hay algo reconfortante en este patio enorme lleno de cielos y áreas verdes. Te permite pensar y da la sensación de que las decisiones son mucho más fáciles aquí.

Hace un rato estuve sentada en la mesa de la cena. Pensé que sería incómodo pues al final y al cabo estaban preocupados por mi y hay un tipo de vergüenza que te invade cuando preocupas a personas para luego aparecer como si nada.

Pero, al contrario, todo fue demasiado alegre y al parecer todos ignoraban el tema. Incluso Livia, que estuvo mirándome toda la cena.

Se que lo que e hecho está mal, pero tampoco debería de pedir disculpas por querer que me comprendan en lugar de juzgarme.

Y como si la hubiese llamado telepáticamente, el césped a mi lado cruje y alguien se sienta junto a mí. El perfume fuerte me advierte quién es muy fácilmente.

HOPELESS || Isaac García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora