21.

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Matthew.

Envío los mensajes y dejo el celular sobre mi escritorio. Sé que no va a responderme pronto, porque le cuesta aceptar lo que siente por mí.

La conozco, no puede engañarme. Sé que hay algo entre nosotros y no voy a dejar que se escape. Quiero demostrarle que podemos ser felices juntos. Quizás sea un capricho, pero nada me llena tanto como ella. Y eso es algo que no tiene comparación.

Nunca había sentido tanto por una mujer. Ni siquiera me preocupa el rechazo de mi padre, solo quiero estar con ella, abrazarla, besarla y decirle que su sitio es a mi lado.

Tengo que convencerla de eso.

—Doctor, ¿está todo bien? Lo veo algo tenso. —me pregunta mi nueva compañera de trabajo.

—Sí, estoy bien, gracias.

—Bueno, voy a la cafetería un rato —me dice— ¿quiere algo? —Niego con la cabeza y la veo salir por la puerta.

La pantalla del teléfono se ilumina y mi respiración se acelera un poco.

Ricitos: ¿Qué quieres decir?

Matthew: Nada, solo que no voy a rendirme contigo.

Ricitos: Matthew... ya sabes cómo es esto.

Matthew: No, Juliette, en realidad no lo sabemos.

Ricitos: Porque no podemos, Matthew. Ni siquiera es fácil explicar cómo nos conocimos.

Matthew: No me importa lo que digan los demás. Lo único que me importa eres tú.

Ricitos: No es tan sencillo... Hay muchas cosas en juego. Tu reputación, tu trabajo, tu familia...

Matthew: Todo eso no vale nada si no te tengo a ti, Juliette, por favor, déjame verte.

Ricitos: Matthew, no...

Matthew: Sí, Juliette, sí.

Matthew: No me digas que no sientes lo mismo.

Matthew: Se que quieres estar conmigo.

Ricitos: yo...

Matthew: No digas nada. Solo dime dónde estás.

Matthew: Voy a buscarte ahora mismo.

Ricitos: ¡¿Te has vuelto loco?!

Matthew: No puedo esperar más, Juliette.

Ricitos: Matthew...

Ignoro sus mensajes y me levanto de mi silla. Cojo mi chaqueta y salgo del hospital. Agradezco haber terminado mi turno pero igualmente no me da tiempo a cambiarme, porque tomo mi auto y comienzo a conducir hacia Westminster. Ya le dí tiempo suficiente y solo sé que tengo que verla. Quiero me diga en la cara lo que siente, porque sé bien que lo nuestro no fue un jodido pasatiempo.

Mientras conduzco, pienso en todo lo que hemos vivido juntos. Los momentos de pasión y complicidad. Las cosas que nos hemos confesado, las risas que hemos compartido e incluso aquellos momentos dolorosos que nos marcaron. Sé lo difícil que fue para ella hablar de esos temas y aún así, confió en mí. Todo eso no puede ser una mentira. Ella también siente algo por mí, estoy seguro. Solo tiene miedo de admitirlo, especialmente al recordar las locuras que cometimos.

No tengo idea de dónde se encuentra. Solo recuerdo que en una ocasión mencionó que estudiaba en la universidad. Así que me lleva alrededor de media hora estar en Westminster.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora