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Al estar a la mitad el chico mordió sus labios, la sensación era de placer pero también de dolor, el Alfa al percatarse, besó sus labios, estaba a nada de salir cuando fue detenido por el Omega.

- N-no pares, mi Alfa

Gruñó, no había nada que no hiciera para complacer a su Omega.

Fue adentrandose poco a poco, sintiendo la estrechez de su Omega. Pronto sus manos se unieron, el chico suspiraba completamente sonrojado hasta el pecho definitivamente jamás podría borrar de su mente y su alma, las muecas de placer que le estaba ofreciendo, su aroma, sus gemidos, sus balbuceos y más que nada su virginidad.

Al entrar hasta el fondo ambos pudieron sentir como algo se rompía, había llegado a su punto dulce pero también a su virginidad, ésta ya no existía y a ambos los complacia en demasía.

Se quedó quieto unos minutos en los cuales aprovechó para besar y acariciar el cuerpo de su Omega, en especial besar sus labios para que se sintiera tranquilo y amado. Mediante el lazo le hacía saber lo mucho que lo amaba, el Omega lo único que podía hacer era fruncir el ceño levemente, pero eso no quería decir que no lo estuviera disfrutando.

Poco a poco comenzó a mover sus caderas dando clara señal de que era hora de que su Alfa se moviera.

Este gruñó ante aquello pues la sensación era maravillosa.

Obedeció a su Omega, así que lentamente comenzó a salir de él y poco a poco entró, así repitiendo una y otra vez, entraba y salía lentamente de su Omega.

- ¿Te gusta, mi amor?- el chico se limitaba a asentir pues únicamente podían salir de su ser jadeos, gemidos y balbuceos, lo poco que podía identificar era como lo llamaba Alfa, su Alfa.

Y pensar que les llevo años llegar hasta este momento, no podía sentirse más afortunado. Recuerda cómo se fue del departamento que ocupaban los Lewandoski en Londres, decepcionado incluso algo deprimido. ¿Cómo era posible que un Alfa tan estúpido como él se mereciera a un cachorro tan precioso?

Maldecía su suerte, sabía perfectamente que Guillermo jamás los dejaría estar juntos y no estaba equivocado. Le costó mucho ganarse al Alfa, quitar enemigos de su camino, que tarde o temprano Guillermo se enteró, le agradeció, pero sólo eso, pues en ese tiempo no podía acercarse a su Diego, por fortuna siguió vigilándolo, estando cerca de él gracias a eso pudo identificar con rapidez a Edson, antes de que lo lastimara, gruñó no podía pensar en eso ahora, estaba dentro de su omega, su cabeza daba vueltas, se sentía tan afortunado que creía que en cualquier momento desaparecería.

El chico se mordía los labios ya que el Alfa estaba siendo muy lento, le gustaba pero quería más.

"Porfavor" escuchó mediante lazo, El Alfa puso cara de confusión "Más rápido" sonrió ante aquello, aunque definitivamente aún no estaba listo.

Prácticamente era su primera vez, a pesar de haber usado varios juguetes, no era lo mismo.

Fue acelerando el ritmo poco a poco, entraba y salía pero solamente aumentó un poco más, su Omega se veía complacido arqueando su espalda, poniendo sonrisa boba, esa sonrisa que únicamente él podría disfrutar.

Lo amaba, no había nada que no hiciera por él, lo que él pidiera sería suyo.

Siempre se encargaría de complacerlo, agradecía a la madre luna y el haberlo tenido de vuelta. Ya que no sabía de qué sería capaz si lo hubiera perdido, quizá quemaría el mundo, lo vería arder, a sabiendas que eso no le devolvería a su chico, no le importaría, ya nada importaría.

- E-espera- mencionó agitado, obedeció al instante deteniéndose

- ¿Lo hago más lento? -Preguntó con tono preocupado.

Te pertenezco- Diego X Gignac Donde viven las historias. Descúbrelo ahora