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André gruñó y ambos omegas temblaron, a pesar de no estar en altavoz Lionel fue perfectamente capás de escucharlo.

Minutos después, al recuperarse, mencionó - ¿Que debo hacer?

- Lo ideal es que al tú abandonar la habitación y filtrarla correctamente, vuelvas eh impregnes de tu aroma todo el lugar, para llevarlo, la otra opción, es que ambos pasen a otra habitación, y se queden ahí, dónde serán monitoreados, y vigilados, al primer arrebato de tú Alfa.

Bufó, ser observados mientras cuida de su Omega suena horrible.

- ¿Que opción recomiendas?- Preguntó con cautela.

- La segunda

- No me parece prudente que desconocidos vean a mi Omega tan vulnerable.

- No serían desconocidos, van a ser dos días, van a turnarse, serían sus padres, tíos, su cuñado, todos preparados apenas y vean algo, alertarían a los guardias y personal y te sacarían de ahí.

- Saben perfectamente que eso no va a ocurrir- Mencionó decidido.

- De acuerdo, entonces apenas tu celo termine y Diego esté consciente, lo trasladaremos a la otra habitación. Pero antes necesito que apenas lo veas lo alimentes, no ah querido comer en todo el día.

Suspiró, su chico en verdad estaba sufriendo- De acuerdo- Colgaron y por una pequeña puertita le pasaron alimento. Suspiró con dolor, su Omega sufría y por el momento no podía hacer nada para ayudarlo.

Una hora después el celo continuó, fueron horas intensas, al terminar, cuando ya se habian cumplido las 24 horas se duchó. Al salir, la habitación estaba siendo filtrada, suspiró, debían darse prisa.

Fue escoltado a una habitación donde el Omega lo esperaba, ya se había duchado y habían filtrado todo, esperando que al llegar el Alfa otra ola de calor no se presentara.

Al llegar lo vio temblando en un rincón, atraves del enorme ventanal, el lugar estaba alfombrado, estaba cubierto con una sudadera del Alfa. Se veía ido, sonrojado, parecía que llevaba horas llorando. Afuera había visto a Guillermo pero nisiquiera le dirigió la mirada, estaba encorvado con la mirada baja, Lionel sollozaba a su lado.

Realmente se veían asustados, abrió la puerta, al entrar lo observó, pero no se movió, esperó por él, únicamente suspiró. El Alfa caminó hacía él, tomándolo en brazos.

Se supone que sólo los verían más no los escucharían.

- Perdoname mi Omega- Dijo aquello acariciando su mejilla.

- Ta-tardaste- El chico temblaba.

- No volverá a ocurrir, lo prometo mi vida- Se recargó en su pecho, jamás le había llamado así.

La cama era matrimonial, suspiró depositandolo en la cama, pero el chico se aferró a él. No quería soltarlo.

- Necesito dejarte aquí un momento para poder ir por comida, porfavor mi Omega, debo alimentarte, Sólo por esta vez te pediré obedecerme, ¿Lo harás?

Sabía que la naturaleza de los omegas era dócil ante un pedido así, de tal manera que asintió sin rechistar.

Se dirigió al frigobar y a la alacena. En el microondas calentó la comida del Omega, pasándole un juguito, acomodó la mesa de cama a lo largo de esta.

El Alfa igual tenía desde la 6:00 p.m. sin comer, pero no pidió, lo único que le interesaba era su Omega.

Así que tomó unas galletas y un refresco, ambos comieron, pero André le daba directo en la boca al Omega, este se sentía dichoso de ser consentido por su Alfa.

Te pertenezco- Diego X Gignac Donde viven las historias. Descúbrelo ahora