Capítulo V

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Max se apoyó en el fregadero de la cocina y miró soñador por la ventana.

Un lunes por la mañana en Londres no habría sido así. Su mesa de la redacción habría sido un caos, el teléfono sonaría sin cesar y los ordenadores parpadearían con aire acusador.

El sol brillaba sobre la pscina y, en la distancia, las montañas se veían color púrpura contra el cielo resplandeciente.

Sebastian planteaba unas flores en el terreno que rodeaba a la mesa y sillas del patio. Al verlo en la ventana, lo saludó con la mano.

En el aire había un colorido y una tranquilidad que hacía que Max se sintiera inusitadamente contento.
Maksim gorjeó algo en su sillita y golpeó el biberón vacío contra la mesa.

-Vamos cariño, no hagas eso-Max se lo quitó.
Sus ojos se posaron en el teléfono de la pared, el aparato era como una recriminación. Sabía que Mick estaría esperando que lo llamara. Querría saber lo que había descubierto. Respiró hondo. Se dijo que no se atrevería a llamar desde allí; era demasiado peligroso.

Sergio apareció en el umbral. Llevaba pantalones grises y una camisa color crema, a pesar de haber trasnochado tanto el día anterior, parecía descansado.

-Buenos días-Acarició la cabeza de Maksim con ternura y se sentó en la mesa-¿Cómo estas hoy?
-Está bien-Max dejó la cafetera en la mesa y sonrió-Se ha terminado el desayuno y esta de mucho mejorhumor hoy.
-Me alegró-Lo miró y Max deseo no llevar la misma ropa que llevaba el día anterior-¿Y tú qué? ¿Estas cansado?
-No, me siento bien.

Se metió un mechón de pelo detras de la oreja e intento pensar en su trabajo. Sergio se mostraba más cortés, nada mpas, y Maksim los había mantenido despiertos hasta tarde.

-Te prepararé el desayuno-Se ofreció-En algun lugar he puesto la lista que me diste ayer.
-NO te preocupes, esta mañana solo quiero café-Señaló la silla enfrente de la suya-¿Por qué no te sientas conmigo?
Max obedeció y Sergio sirvió café para los dos.

-¿Ha tomado algo Seb?
Max asintió.
-Le he llevado antes una taza.
Se sentía a gusto sentado en la mesa con Maksim y Sergio; era casi como si fueran una familia. Aquella idea hizo que se ruborizara. Había ido allí a espiarlo e informar al periódico. Sintió una oleada de remordimientos.

-George Russell parece muy simpático-Comentó.
Intentaba demostrarse que su primer interes era el artículo. Lo único que necesitaba era más información sobre los hpmbres de la vida de Sergio, averiguar dónde encajaba Charles Leclerc, y podría salir de allí.

-¿De verdad?-Musitó Sergio sin mucho interés.
-Sí ¿Hace mucho que lo conoces?
-Años, es mi agente, tiene una villa cerca de aquí y también somos vecinos el Londres por lo que nos vemos a menudo.

El sonido del teléfono interrumpió la conversación, Sergio se levanto a contestar.
Permanecio un momento escuchando y luego dijo:

-Eso es maravilloso-El alivio era evidente en su voz-Sí, comprendo. Vale, llamaré en la tarde.
Colgó el teléfono y se volvió con una sonrisa.
-Charles ha salido del coma.
-Eso es fantástico-Repuso Max con sinceridad, tendió los brazos a la niña-¿Has oído eso? Tú mami esta mejor cariño, pronto vendra a buscarte.

Maksim sonrió como si hubiera entendido todas su palabras.
Max estaba contento. Odiaba pensar que la niña se quedara sin madre, pero una parte de él se preguntaba, que pasaría a continuación.

-¿Crees que tardarán mucho en darle el alta?
-Es pronto para saberlo-Repuso Sergio con aire reservado-Pero los médicos tienen muchas esperanzas.
-Debes estar muy contento.
-Lo estoy ¡Ojalá pudiera ir a verlo!-Se pasó una mano por el pelo con frustración-Si no fuera por esa maldita huelga iría ahora mismo.

Hija del amor.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora