Capítulo VII

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Max yacía despierto en la cama. Los hombres de seguridad habían pasado un buen rato registrando el jardín. Él observó desde la ventana de su cuarto las linternas que alumbraban la oscuridad. Luego fue a sacar su maleta del armario.

NO guardo nada. La maleta seguía vacía en el suelo. Sabía que lo más sensato era marcharse. Tenía información suficiente para escribir un artículo. Sabía que Sergio había estado casado con anterioridad, sabía que echaba de menos a su esposo. Eso bastaría para una columna.

El problema era que no quería escribir el artículo y tampoco quería marcharse.
Estaba muy confuso. Lo único que sabía de cierto en ese momento era que sus sentimientos le producían un miedo mortal.

Nunca se había sentido tan atraído por nadie como por Sergio. ni siquiera Lewis, con el que había estado prometido durante cuatro meses, lo había echo sentir así. Nunca el deseo lo había hecho olvidar su sentido común.

Una llamada a la puerta hzio que se sentara en la cama y se envolviera en la bata temblando de aprensión.
-Max ¿Puedo pasar?-Preguntó Sergio en voz baja.
Max guardó silencio durante un moment, buscó un pañuelo de papel sobre la mejilla y se secó los ojos.

-¿Max?-Sergio abrió la puerta unos centímetros y se asomó.
-NO creo que sea buena idea que entres aquí-Repuso Max nervioso.
-Probablemente no-Entro Sergio a la estancia con una copa de coñac que dejo sobre la mesita-He pensado que podría sentarte bien.

-Gracias, pero no me gusta el coñac-No levantó la vista, no podía mirarlo a los ojos.
-NO importa, solo era un excusa para verte.
La sinceridad de su comentario hizo que se pusiera rígido.
-¿Puedo sentarme?
Max asintió y Sergio en vez de hacerlo sobre la silla se acómodo sobre la cama.

-¿Han encontrado a la persona que estaba afuera?
-NO, el jardín es muy grande, confiemos en que se haya marchado ya-Hizo una pausa-¿Qué hace ahí tu maleta?
Max levantó la vista.
-Iba a guardar mis cosas-Dijo en un suspiro.

-Acabas de deshacer el equipaje-Musitó Sergio; su voz tenía un tono humorístico que lo irritó sin saber por qué.
-¿Y qué sugieres tú que haga? No puedo quedarme aquí... no con esa atracción que parece haber entre nosotros.
-Pero no quieres irte.
Max lo miró vacilante.
-Encontraras a alguien que cuide a Maksim.
Sergio contemplo la palidez de su rostro.
-Sí, pero te quiero a ti.

Sus palabras le provocaron una oleada de confusión y deseo.
-Espero que estes hablando de el puesto de niñero.
-¿En serio?
Max lo miró a los ojos. El corazón le latía con fuerza y se sentía mareado y sin aliento.

-Te adverti que te encontraba atractivo-Musitó Sergio casi para sí mismo-Y sé que es una locura, tu trabajas para mi. NO debería de abusar del hecho de que estas bajo mi techo.
Aquellas palabras resonaron en la mente de Max, él si que abusaba de su confianza con su presencía allí. Era un fraude y él lo despreciaría en cuanto se enterara.

-¿Quieres decir que puedo acusarte de acoso sexual si vuelves a besarme?-Sonrió sin alegría-Yo tambien se que esto es una locura. Y creo que lo mejor sería que fuera.
-Puedes que tengas razón-Comentó Sergio con voz ronca-¿Podemos considerar que te estas despidiendo formalmente?

Max lo miró con los ojos muy abiertos, quería que discutiera con él que lo convenciera para que se quedara. Se sentía una profunda decepción, al tiempo que se reñía por ser tan tonto.
Sergio rozó su mejilla con una caricia lenta.

-Quiza si no trabajas para mí, no me sienta tan culpable por volver a besarte...por que quiero volver a besarte.
Max contuvo el aliento. Estaba tan cerca que podía sentir su respiración sobre el rostro, quería que lo besara, lo necesitaba tanto que dolía. Trato de reprimir su deseo, de pensar con la cabeza.

Hija del amor.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora