Capítulo X

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El camarote resultaba oscuro después del resplandor del sol y la vista de Max tardo un instante en adaptarse.

Era un cuarto elegante, los paneles de madera de las paredes hacían juego con el suelo y las puertas. Una cortina alegre adornaba el ojo de buey y un cobertoa a juego tapaba la amplia cama de madera.

Cuando sus ojos se posaron en la cama, lo embargó una sensación de apresión.
Ceder a su deseo probablemente lo estropearía todo.
¿Cómo podía hacer el amor con un hombre al que había engañado?

-Deje la puerta abierta por si se despierta Maksim.
Colocó los dos vasos de vino sobre la mesilla y se quitó la camisa. Se sentó en el borde de la cama y lo miró.

-¿Tienes dudas?-Preguntó con suavidad.
La gentiliza de su tono hizo que se sintiera un poco mejor.
-Sí.
-Ven aquí.

Max avanzó con lentitud y cuando se detuvo frente a él, su cintura quedaba a nivel de los ojos del hombre.
-Vamos-Murmuró Sergio comenzando a desabrocharle el pantalón corto.

Max permaneció inmóvil, dejándose hacer. El pantalón cayó al suelo y Sergio paso los dedos por el borde de su ropa interior y se inclinó a besar el material que cubría su excitación.
Max cerró los ojos y contuvo el aliento.

-¿Me deseas?
Max tardo un instante en asilimar la pregunta. Apenas era capaz de pensar.
-Sabes que sí-Se acercó más a Sergio.
-Pues demuestralo-Se apartó de él y se sentó contra el cabecero de la cama.
Max lo miró con aire interrogante.

-Quítate la camisa.
Obedecio con lentitud y lanzó la prenda al suelo al lado del pantalón, dejando su pecho al decubierto, podía sentir como si lo pudiera tocar con tan solo mirarlo.

-Ahora la parte de abajo.
Max obedecio de nuevo.
-Tienes un cuerpo hermoso, es perfecto.
Max sonrió.
-¿Puedo ir a la cama?-Murmuró jugueton, siguiendo el juego de dominio.
-Tienes que pedirlo por favor-Replicó Sergio con firmeza.

-Sergio...yo...-Max se quedo un momento confuso, preocupado por su tono.
Los ojos de Sergio recorrieron su cuerpo.
-No puede extrañarte que quiera asegurarme-Dijo, se acercó a él-Por lo que sé, puedes cambiar de idea como lo hiciste anoche.
-No lo haré.

Cerró los ojos y notó los dedos de él sobre su pecho y contuvo el aliento cuando le besó un pezón.
-Dilo-Sergio se apartó de él.
Max apretó los puños. Lo deseaba tanto que era una especie de tortura.
-Sabes que te deseo-Repuso.

Sergio sonrió, se puso de pie y termino de desnudarse. Lo tomó por la cintura y lo levantó en vilo.
Su fuerza lo sorprendió, dio un respingo y él lo deposito en la cama sin gentileza. Max lo miró con una mezcla de deseo y aprensión.
Su respiración era jadeante; sintió que le separaba las piernas con las rodillas y de repente sintió un dedo en su interior.

La sorpresa fue muy fuerte, el dedo en su interior se clavaba profundo, rápido, como si Sergio tuviera algun tipo de prisa, cegado por la bruma de palcer en la quee staba sumergido, Max no fue conciente de cuando otro dedo se hundio en él, lo deseaba con urgencia, aquellos dedos acariciaban su interior de tal manera que sentía que podría derretirse en ese momento.

Después de unos minutos Sergio se acomodo entre sus piernas y entro en él poco a poco. Había esperado que lo besara un poco más, que se tomara su tiempo. Pero cuando él empezo a moverse ritmicamente, se vio consumido por un placer tan inmenso que él mundo parecía dar vueltas.

Solo podía pensar en Sergio y en lo mucho que lo deseaba. Saboreo la sensación de sentirlo en su interior y anheló que pudiera quedarse allí para siempre.
Sergio le besó los párpados, las orejas, y le susurro que le gustaría hacerle el amor una y otra vez, hacerlo verdaderamente suyo.

Hija del amor.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora