Max se miró al espejo del dormitorio. El traje negro era bastante elegante. Se ajustaba perfectamente a suy figura. No llevaba joyas, pero su cabello enmarcaba perfectamente su rostro.
Se puso un poco de colorete para disimular la pálidez de su rostro.
Lo de asistir a la cena literaria del hotel Carins había sido idea de Mick. Le lanzó la invitación sobre la mesa con aire retador.-¿Cómo la has conseguido?-Preguntó Max con suspicacia-Estas invitaciones son preciosas.
-Tengo contactos literarios-Sonrió él, complacido consigo mismo-Podrás escribir sobre ello en tu columana de la semana que viene.
-Y Sergio Pérez estará allí, por supuesto-Repuso Max con suavidad.
-Por supuesto.Max no insistió. NO le había contado a Mick que se había rehusado a escribir el artículo sobre Sergio y Charles. Se había límitado a decirle que había visto al escritor y le había hecho creer que estaba trabajando en ello.
Había pasado una semana desde que había visto a Sergio. Y cuando se había calmado un poco, comprendió que había sido un error rechazar la historia que le ofrecía.
Para empezar, Mick sabía que Sergio se había mostrado dispuesto a dejarse entrevistar y nunca le perdonaría que no aprovechara la oportunidad.
Había sido un tonto al perder el tiempo. Si la historia aparecía en otro periódico, probablemente perdería el empleo y su reputación como periodista.
Por eso no se negó a asistir a la cena de esa noche. Tendría ocasión para ver a Sergio y decirle que había cambiado de idea.
Sonó el timbre de la puerta y tomó móvil.
El Clarins era un hotel situado en la rivera del Támesis. La cena tendría lugar en un salón amplio con cabida para más de trecientos invitados. Max no vio a Sergio hasta que termino la cena y empezó la ceremonia de entrega de premios. Y sólo lo vio un instante cuando subio al escenario a recoger un premio por su último libro.Llevaba esmoquin y estaba muy guapo. Pronuncio unas palabras de agradecimiento y volvió a su mesa.
Max no podía ver quien estaba, ya que se hayaba demasiado lejos, pero veía que su mesa era muy grande y todo el mundo parecía conocerlo.La idea de poder hablar con él un instante le parecio de repente rídicula y deseo marcharse de inmediato.
Cuando termino la entrega de premios y la gente se levantó para dirigirse a otros salones a tomar una copa, miró su reloj.-Es muy tarde...
-Tonterías, la noche el joven-Sonrió Mick-Hay algunas personas con las que debo hablar. Vamos a tomar una copa.La habitación contigua estaba atestada y hacía calor. Max, afortunadamente, consiguió situarse en un espacio justo al lado de las puertas de cristal de la terraza.
Mick le pusó una copa de champán en la mano y le presentó a un grupo d epersonas que parecía conocer bien. Max sonrió con cortesía y a continuación recorrió la estancia con la vista.
Las arañas de cristal iluminaban con brillantez la sofisticada reunión. Los diamantes resplandecían en los cuellos de las mujeres delgadas y pálidas. Hasta las conversaciones parecían brillanes.
Vio a Sergio del otro lado de la estancia. Estaba rodeado de personas, pero pudo ver a un hombre que se agarraba de su brazo. Era muy atractivo, con cabello castaño brillante y una figura que envidiaría cualquier persona. Max supuso que era George Russell pero cuando se volvió un poco se dió cuenta que era alguien que no conocía.
La sorpresa se vio sustituida de inmediato por los celos. El desconocido se puso de puntillas para besar a Sergio en la mejilla; esté le sonrió y, al levantar su vista, sus ojos se encontraron con los de Max.
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Hija del amor. ❉
RomanceMax tenía que admitir que su interes por averiguar si era el padre de la niña no era sólo profesional.