Capítulo II

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La habitación estaba bien equipada y contenía todo lo que un bebé pudiera desear, Max sacó unas fotos de la niña, que lo miraba con adoración, y luego fotografió los juguetes y ropa nueva que llenaban los armarios. Obervo que todo provenía de la misma boutique de Niza.

Un ruido en el pasillo le hizo guardar la cámara en el bolso justo a tiempo, justo unos segundos después entraba Seb a la habitación.

-¿Tiene algun problema Signiore?-Preguntó al verlo de pie frente al armario.
-Sólo quería saber en donde estaba todo-Respusó Max.
-El señor Pérez desea verlo en su estudio, yo me quedare con Maksim.

Se sentó en una silla y se cruzó de brazos mirandolo con suspicasia.
Max lo encontró desconcertante, pero la posibilidad de sacarle algo le hizo comentar:

-El señor Pérez se ha tomado muchas molestias-Señaló los armarios-¿Salió a comprar todo esto cuando se enteró del accidente del joven Leclerc o lo tenía aquí desde que nació la niña?
Seb se limitó a encogerse de hombros.

-No lo sé, signore.
Max, irritado, se aceró a abrir la puerta de su habitación.

La belleza del lujoso dormitorio le hizo abrir mucho los ojos, las alfombras balncas y la seda turquesa que cubría la cama de columnas, le hacían tener un aire opulento. Las amplias ventanas mostraban una vista panorámica del Mediterráneo.

A través de otra puerta abierta en la estancia, se veía un cuarto de baño.
-El señor Pérez trata bien a sus empleados-murmuró sorprendido.
-Es un cuarto de invitados-Murmuró Seb.
-Comprendo-Se volvió hacía él con una sonrisa-¿Aquí es donde duerme Charles Leclerc cuando viene de visita?
El hombre lo observó con rostro impenetrable.

-La casa es muy grande signore, no lo sé-Miró su reloj-No debería hacer esperar al señor Pérez.

El joven le volvió la espalda con un suspiro, era evidente que Seb no se iba a mostrar cooperador.
-Si no le importa me refrescare un poco.

Entró en el dormitorio y cerró la puerta tras él. Sacó la cámara y calculó las fotos que podía sacar allí, luego, antes de tomarlas se acercó al baño y abrió el grifo para ocultar el ruido de la cámara.

Pensó con satisfacción que al menos tendría algo para Mick , lo único que le faltaba conseguir era el comentario de SErgio.
Se miró en el espejo y vio que tenía algunos mechones de pelo en la frente. Hizo una mueca, tal vez debería arreglarse un poco antes de enfretarse al tiran o en su guarida.

Se revolvió un poco el pelo, sonrió a su imagen, eso estaba mucho mejor, así tal vez Sergio Pérez se ablandaría un poco.

Se revolvió un poco el pelo, sonrió a su imagen, eso estaba mucho mejor, así tal vez Sergio Pérez se ablandaría un poco

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Oyó la voz del escritor antes de verlo, siguió el sonido escaleras aajo y, a medida que se acercaba, la voz fiera de él le hacía perder más y más la confianza en si mismo.

Hija del amor.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora