Capítulo XII

709 98 31
                                    

-Ven aquí, Verstappen.
La voz de Mick resonó en toda la redacción y algunos compañeros de Max lo miraron con simpatía.

A el joven no le sorprendió el tono de su editor. Desde que había vuelto de Francia seis semanas atrás encontraba defectos en todo lo que hacía.

Sabía muy bien que era porque no había escrito nada sobre Sergio Pérez. Probablemente tenía suerte de que no lo hubiera despedido. Se dedicaba a hacerle la vida imposible, dándole los peores encargos, cosas que normalmente haría un periodista novato. Era un desprecio deliberado que ponía a prueba su paciencia.

Respiró hondo y entró en su despacho, cerrando la puerta tras de sí. Ya era bastante malo tener que soportar sus insultos, para conseguir además que los escuchara toda la redacción.

Mick, un hombre corpulento de ojos pequeños, estab sentado a su mesa. LO miro de arriba bajo.
-Este trabajo sobre la nueve fábrica Benneton-Apuntó con un dedos acusador sobre el papel que tenía adelante.
-¿Sí?

Max respiró con paciencia. Sabía que el artículo no tenía nada de malo; había revisado los hechos e ido directo al grano. Hbaía tardado mucho en escribirlo, más que de costumbre.

-No es lo bastante jugoso.
-¿Jugoso?-Lo miró con rabia-Ya te lo dije antes de que me lo encargaras. NO es una historia jugosa a menos que quieras que me invente cosas .
-Y eso no lo harías nunca ¿Verdad?-Se burlo él-Igual que no pudiste escribir nada acerca de Sergi Pérez ¿Qué dijiste? ¿Qué no te parecía ético publicar nada por que no estabas seguro de los hechos?

-Bueno, tú no quieres que nos demanden ¿Verdad?
El hombre movió la cabeza, pero más con rabia que como un ademán de negación.
-Ni siquiera Lewis Hamilton consiguió una fotografía decente, aparte de ésa en la que te besaba en su coche y creo que esa llego a todos los periódicos.
Max sintió nauseas. Trato de combatirlas y miró a Mick a los ojos.

-Ya te expliqué eso.
-En cierto modo-Se recostó en su silla con un suspiro-Oh, ya se que ese hombre es un seductor, un buscahombres. Sólo tengo que mirar llas fotografías que llegaron ayer.
-¿Qué fotografías?

Mick sacó dos fotografías de la bandeja que había a su lado. En ambas se veía a Sergio saliendo de un restaurante con el brazo sobre los hombros de George Russell. El hombre lo miraba con adoración.

-Es su agente. Probablemente fue a una cena de trabajo-Musitó Max.
-No sabemos lo que es ¿Verdad? Y no lo sabemos por que tú no averiguaste nada.
-¿Cuanto tiempo piensas seguir castigandome por eso? Porque te advierto que no tenog intención de soportarlo mucho más.

Había levantado la voz. No estaba seguro de si su enfado se debía a las fotos o a la actitud de su jefe. Pero si sabía que debía vigilar sus palabras. NO podía permitirse perder su empleo en un momento que lo necesitaba más que nunca.

Fue un alivio que sonara el teléfono, apartando la atención de Mick de él.
Descolgó el aparató y lanzó un gruñido.

Las nauseas empeoraron. Max luchó un instante por contenerlas y luego salió corriendo hacía el baño.

Paso quince minutos allí y, cuando salió se sentía débil. Se lavó la cara con agua fría, se enjuago la boca y se observo al espejo. Estaba pálido y ojeroso. Había perdido peso, lo cual lo sorprendía.

Siempre hab[ia creido que las personas embarazadas engordaban. Apretó los labios con tristeza. Por otra parte, sólo hacía seis semanas que había estado en brazos de Sergio, aunque a él le parecieran una eternidad.

-¿Estas bien, Max?-Le pregunto una de las chicas de la redacción.
-Sí, muy bien-Abrió su mochila y busco su humectante de labios.
-No deberías permitir que Mick te trate así-Comentó la otra-Se porta como una mierda contigo, deberías decirle...
-No importa Lily-Se paso el humectante por los labios y cerró su mochila-Pero gracias.

Hija del amor.  ❉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora