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No me alcanzan las palabras para describir lo mucho que amo el invierno, mi estación favorita

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No me alcanzan las palabras para describir lo mucho que amo el invierno, mi estación favorita. Y es que este friecito que te golpea la cara, las manos y te provoca un escalofrío, no lo cambio por nada. Es lo mejor del mundo. Prefiero congelarme y retorcerme de frío a estar soportando las altas temperaturas en el verano que me provocan constantes dolores de cabeza.

En fin, soy team invierno.

Con este precioso clima lluvioso, me apetece sentarme junto a la ventana y leer un libro mientras las gotas golpean el cristal empañado; es un ruido muy placentero para mis oídos. A veces me provoca salir al patio y posarme bajo la lluvia para que esta me termine empapando por completo, así como en las películas. Es uno de mis raros placeres, pues estoy seguro de que, si hago eso, Estefano me vería desde el umbral de la puerta con las cejas fruncidas. Él, a diferencia de mí, prefiere el verano, broncearse y pasearse por toda la casa solo en bañador.

Abro media ventana y extiendo la mano para que la lluvia la golpee. Las gotas me producen cosquillas y a la vez una risa que hace denotar mi amor por esta estación. Debajo de mí, las gotas se deslizan por el tejado y caen al césped del jardín, dejándome un recuerdo de aquella vez en la que Christhoper y yo estuvimos sentados ahí. Fue —si no me equivoco— la tercera vez que nos vimos. Esa noche el corazón me latió a mil cuando resbalé y estuve a punto de caer desde esta altura. Si no fuera por la ayuda de él, no estaría para recordarlo.

Vuelvo a sonreír. Esa noche no fui capaz de imaginar todo lo que ha ocurrido hasta hoy. Me sentía atraído por Christhoper, pero no pensé que se convertiría en la persona más especial para mí. En mi mente, solo pasaba la idea de que sería un crush hasta que conociera a alguien más. No cabe duda que la vida es una caja de sorpresas y no dejo de sorprenderme con cada uno de los giros que da la mía.

Tres inesperados golpes en la puerta, me sacan de mis recuerdos en un dos por tres.

—Cariño, tu padre desea hablar contigo en su estudio —informa Sigrid sin abrir.

—Gracias. Bajo en seguida.

Durante mi paso por la sala, me encuentro a Estefano en el sofá y es casi imposible ocultar mi expresión incrédula al verlo con un libro en las manos. Por el apuro, no me fijo en el título de la obra y tampoco digo palabra alguna pues mi cara ya ha hablado por mí.

Él capta mi mensaje y procede a explicarme sin muchos ánimos:

—Perdí un reto con Narel y ahora tengo que terminarlo para el sábado. —Me muestra las páginas abiertas—. ¡Ni siquiera tiene dibujos!

Niego con la cabeza mientras río por su queja y me aproximo hasta el estudio donde está papá. Luego de tocar la puerta y recibir su aprobación, ingreso para sentarme en uno de los sofás a pedido suyo. Si estuve preguntándome de qué querrá hablar, mis dudas quedan resueltas cuando veo unos folletos de universidades sobre su escritorio.

Solo de los dos, Christhoper © [Completa ✔️] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora