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Semanas después...

La pasión entre Christhoper y yo se mantiene desde aquella noche lluviosa. Follamos muy seguido. Su camioneta se ha convertido en un testigo de nuestros fogosos encuentros (después de que me recoge de la escuela), también mi habitación y la ducha de mi baño. En estas dos últimas tengo que ser lo más silencioso posible, porque no vivo solo y dejar el televisor encendido no ayuda mucho.

Ya es común ver al chico de los piercings en nuestra mansión todos los días. Primero, comparte tiempo con mi hermano para no levantar sospechas y luego pasa a mi habitación en donde somos solo de los dos. Allí encontramos nuestro momento a solas para darnos ese trato afectivo que necesitamos.

Algunas veces, se ofrece a ayudarme con mis tareas de la escuela y me parece un gesto muy lindo de su parte. Christhoper es muy bueno en hacer este tipo de trabajos, hasta bromeo diciéndole que, cuando él asistía a la escuela, era «el chico de los plumones» de su salón de clases.

—Tú mismo lo has dicho: era. —Se encoge de hombros. Está sentado en mi escritorio, usando mi laptop—. Si vieras mi cuaderno de apuntes de la universidad, te volverías loco. Es un desastre total.

—No lo creo.

—Cuando estés en la universidad, me darás la razón. No tendrás tiempo ni para darte una ducha —explica con aires de sabelotodo.

—El chiste es motivarme a superarme profesionalmente, no hacerme querer desistir de una posible carrera.

—Perdón, perdón... Solo trato de prepararte para lo que se viene. —Levanta las manos en señal de inocencia—. Bien, las diapositivas de Literatura ya están listas —menciona, mostrando sus pulgares arriba y me acerco a ver cómo han quedado. Entreabro los labios, sorprendido por lo cool que se ve la plantilla con temática de La metamorfosis para mi exposición—. ¿Con qué asignatura continuamos? ¿Anatomía?

Me da una mirada pervertida y hago un mohín.

—Anatomía —concuerdo y me siento a horcajadas, sobre él—. ¿Hacemos teoría o práctica?

Finge un gesto pensativo.

—La teoría solo sirve un treinta por ciento. Me quedo con la práctica —finaliza antes de atrapar mis labios y cargarme hasta la cama, no sin antes asegurarse de ponerle el seguro a la puerta.

De alguna manera tengo que recompensarle por las diapositivas que con tanto esfuerzo ha hecho.

Las siguientes semanas transcurren con normalidad. Él y yo continuamos manteniendo lo nuestro en secreto —solo para Sigrid y papá— y sin llegar a formalizarlo. Y es que aún no estoy preparado para confesarlo, pues el hecho de ser novios implica más presión para mí. Sé que, al dar ese paso, Christhoper tocará el tema de compartir esa felicidad con nuestros padres y no deseo tener que refutarlo otra vez. Quizá no lo dice, pero su expresión de decepción, al escuchar mi decisión, habla por sí sola.

Solo de los dos, Christhoper © [Completa ✔️] #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora