Lifeline

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Era una noche fría. Habían pasado algunos días de haberse visto con los tortolitos y con Minho. Su frustración, a pesar del consejo de Hyunjin, seguía allí. Estaba siendo difícil para Jisung volver a crear. Para calmar sus pensamientos y su cuerpo, salió por un café. Un americano siempre era una buena opción para relajarse. Esta vez pidió el café caliente, la sensación de calidez del vaso en sus manos, ayudaba a sentir esa tranquilidad que buscaba con ese descanso.

Su vecindario no era peligroso, no había pasado gran cosa para hacerlo desconfiar pero, de repente, se sintió inseguro. Sentía que alguien lo estaba observando, sin embargo, cuando volteaba a mirar, no veía a nadie. Cuando estaba por tomar un sorbo del café, alguien lo agarró del cuerpo, tapándole la boca, hacia un callejón oscuro y angosto y lo puso contra la pared.

El pelinegro no logró distinguir al hombre que lo atacaba, llevaba un pasamontañas y gafas oscuras. Le dio un golpe en una de sus mejillas, luego en el estómago. Jisung solo pudo llevar las manos a su estómago después del golpe, cayendo de rodillas al suelo, sintiendo que el aire le faltaba. El hombre le agarró la cara muy fuerte, se agachó para quedar frente a frente con el músico.

– No metas tu nariz donde no te han llamado, tampoco mandes a tus amigos en tu lugar. – dijo el atacante con voz áspera y amenazante. Lo soltó con brusquedad y salió por el otro lado del callejón.

Jisung estaba petrificado y adolorido. No sabiendo qué más hacer, llamó a Minho.

– Por favor contesta, por favor contesta– decía bajito con los ojos cerrados, apretándolos fuerte, dejando salir algunas lágrimas por el dolor y el temor que estaba sintiendo.

– ¡Hola Jisung! – Minho no esperaba una llamada de Jisung, pero le había alegrado ver el nombre en su pantalla. Todavía estaba en su oficina, adelantando cosas de otros casos.

– Minho... – rompió en llanto. – A-ayúdame... – logró decir entre sollozos.

La voz de Jisung sonaba diferente y el desespero en su tono activó una alarma en Minho.

– ¿Qué sucedió? ¿Dónde estás? – Le preguntó el investigador sin enmascarar su desesperación.

– Alguien me atacó... Estoy cerca del café en el que estuvimos la otra vez, en el callejón que queda un bloque después... Puedes... ¿Puedes venir a buscarme, por favor? – las lágrimas salían sin siquiera hacer fuerza.

Al escuchar que había sido atacado Minho no pudo evitar imaginar lo peor.

– Espérame allá. No me tardo. – Intentó recomponerse e inmediatamente agarró las llaves de su auto y salió de su oficina. Si cometió infracciones de tránsito en su trayecto a la ubicación de Jisung, nunca se enteró o se dio cuenta porque lo único que pasaba por la cabeza de Minho era encontrarlo y ponerlo a salvo.

Jisung se quedó inmóvil allí sentado, con la cabeza entre las rodillas, dejando que las lágrimas siguieran su curso y empapar su pantalón. "Minho no tarda" se repetía en su mente.

Luego de unos 15 minutos, que parecieron horas, Minho se detuvo frente al callejón y salió de su auto, encontrando a Jisung sentado en el suelo, hecho una bolita de sollozos, escondiendo su rostro. Sin pensarlo dos veces, se acurrucó junto a él.

– Jisung, estoy aquí, ¿estás bien? – Le dijo intentando examinarlo y ver si estaba muy lastimado, pero él músico seguía ocultando su cara y solo se limitó a negar con la cabeza.

– Llévame a casa... – no dijo más. No quería mostrarle su cara al investigador. Podía escuchar la preocupación en la voz del mayor, pero no podía negar que sentía algo de vergüenza. ¿Por qué se sentía avergonzado? No es como si él realmente se lo hubiese buscado. Tantas cosas pasaban por su cabeza.

Close - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora