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"Lucharé por tí cada segundo de mi maldita vida ".

                                                      ?.
Venus.

Menos mal que ya es sábado. Necesito un receso de todo lo que me agobia. La situación con mi padre, la separación con Jade, los exámenes y...

No puedo describir la increíble alegría que siento al no tener que incluirlo dentro de la lista de cosas que me afectan. Ya no tengo que preocuparme por ocultar lo que siento, puedo decir libremente que me gusta y quiero estar con él.

Salgo de tomar una ducha y escucho el timbre sonar. Me acerco a la puerta y la abro para que aparezca ante mis ojos una figura un poco arrugada, de estatura baja y piel clara. Le doy un abrazo sin pensarlo dos veces. Apenas en dos días de no verla la he extrañado. Estoy muy acostumbrada a ver a María todos los días. Es como esa abuela materna que no conocí.

—¡María!, ¿Cómo estás?.—pregunto luego de que pase y de una ligera ojeada a la casa.

—Estoy bien mi niña, aunque te extraño mucho en la casa. Es como si te hubieras llevado toda la alegría de el lugar. —veo en sus ojos un poco de nostalgia.

Respiro ondo.

—No quiero hablar de eso...

—Está bien, lo entiendo. Tampoco vine aquí para hablar de eso.—levanta una bolsa que carga en su mano izquierda—Te traje algo de tu postre favorito. Y está casa necesita una limpieza.

—El postre si te lo acepto pero no puedo permitir...

—¿Desde cuándo tu me permites algo muchachita?.—ve a comerte eso que mientras tanto yo voy a sacar un poco de polvo de este lugar.—me entrega la bolsa miro dentro para encontrarme con un recipiente de plástico con pudín dentro.

—Tenemos que arreglar lo de tu pago.

—¿Estás loca?, No te cobraría ni un centavo. —pronuncia sacando la escoba y los artículos de limpieza del pequeño armario en el baño.

—Me niego a que toques un solo centímetro de mi casa hasta que aceptes que te pague.

—Sabes que no lo hago por el dinero.

—Sé que no puedo evitar que lo hagas, pero al menos puedo ayudarte en algo más.

—En casa de tu padre no me hace falta nada. Estoy bien.

—Insisto.—continúo.

—Está bien, no voy a hacerte cambiar de parecer. Pero ahora déjame hacer lo mío. —me quita de enmedio y empieza su labor.

—Estaré en mi cuarto. —aviso antes de encerrarme en mi habitación a disfrutar de este deliciosos postre.

Luego intento ver una película pero me quedo dormida a mitad de ella.

Un rato más tarde despierto ya que unas manos me acarician el rostro. Cuando abro los ojos veo a William frente a mí.

—Hola.—digo a la vez q estiro mis músculos.

—¿Cómo está la bella durmiente?. —bromea.

—Hermosa.—respondo y me pongo la mano al lado de la cara en un gusto exagerado por parecer una diva.

—Eso siempre lo has sido.

—¿Eso fue un cumplido?.—cuestino sonriendo.

—No.—responde tajante y se levanta de la orilla de la cama para quitarse el traje.

—Me agrada más la versión tuya que si demuestra cosas.

—Pues entonces voy a caerte mal por mucho tiempo.—saca de una bolsa un short y una camiseta.

Yo Tu Demonio. Tú Mi InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora