25

16 7 0
                                    

Belial.

Salgo de la casa sin darle tiempo a Baal a decirme nada. Entro en mi auto deportivo y salgo a toda velocidad. Quiero conducir hasta perderme, quiero que deje de doler, quiero ya no sentir este vacío que mata.

Aprieto el volante y con los ojos nublados por lágrimas que a gritos claman por caer subo al máximo la velocidad. No importa lo que pase, no puedo morir, pero después de todo ya estoy muerto.

Pongo una canción, la favorita de Venus. Y es como meter el dedo en la llaga. Piso el acelerador escuchando chirriar las gomas. Me meto por una carretera solitaria para poder descargar toda mi ira en mi auto. Necesito está adrenalina ya no quiero contenerme. El cielo está nublado y poco a poco empieza una llovizna, es un poco irónico, pareciera que el cielo está llorando conmigo ya que dejo de retener las lágrimas y empiezan a salir unas detrás de otras.

Mi vista está nublada, pero siento que veo las cosas más claras que nunca, por idiota, por idiota la perdí. Desde el momento en que dejé que me conociera hice las cosas mal, cada palabra, para acción estuvo mal. ¡Joder!, era que ella me quisiera, no terminar como un perro enamorado suplicando por un segundo a su lado.

Mi pie en se niega a despegarse del acelerador y cada vez cojo mayor velocidad, mierda, observo una curva un poco lejos, llevo demasiada velocidad para frenar y sinceramente no es que tampoco ponga mucho empeño en hacerlo. Si pudiera morir ya me hubiera suicidado, no tenerla a ella es como morir a cada segundo.

Decido frenar ya que estoy segura de que no solucionaría obsolutamente nada lanzándome por el barranco. Piso el freno y escucho el chirrido de las gomas en la carretera mojada.

¡Maldición!

No puedo parar, voy demasiado rápido, las gomas están gastadas y la carretera mojada no ayuda ni un poco. Intento frenar por todo los medios pero cada vez la curva está más cerca. Intento virar lo más que puedo, pero no sé si para mí suerte o mi desgracia un camión venía de frente. Siento como este se estrella contra la parte  derecha del auto. Todo pasa rápido... Vueltas... Ruido... Humo... Fuego... Siento q no puedo respirar... Mis ojos pesan... Tengo sueño... Y me quedo dormido finalmente sin nada de ganas de vivir.

Horas más tarde recupero la conciencia en una cama de hospital. ¿Lo raro?, que no puedo abrir los ojos, ni mover mi cuerpo, que estoy conectado a un montón de máquinas...

Escucho como Belial entra en la habitación acompañado de una mujer que supongo es doctora ya que no logro reconocer su voz, pero huele a desinfectante de hospital.

—Lleva horas inconsciente, no logramos hacerlo sanar,—¿hacerlo sanar?, ¿acaso sabe lo que soy?—es como si no quisiera hacerlo. Belial es fuerte, ya debería estar de pie, no sé que pasa, ninguno de los medicamentos que le dimos para acelerar su recuperación ha funcionado.—¿cómo sabe mi nombre?.

—Gracias Lia. —responde mi hermano. Ahora entiendo todo, Lia Michells, una chica que fue "amiga" de mi hermano durante algún tiempo. En esos días ella aún estaba estudiando para ser una mata sanos como él la llamaba.

—No hay de que, siempre será un placer.—contesta ella con un tono algo nostálgico.

—¿Nos dejarías solos?.

—Volveré en un rato para administrarle el tratamiento.—escucho la puerta cerrarse, unos segundos después.

Baal se acerca y toma mi mano.

—Hermano, ¿por qué hiciste eso?. Cúrate por favor, tienes que luchar, no puedo dejarte vencer, tienes que ser fuerte. No te rindas,—hace una pusa y escucho como se limpia las lágrimas—te necesito.

Yo Tu Demonio. Tú Mi InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora