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Venus.

Son las ocho y media de la noche y yo aún busco un vestido para usar. No debí decirle a Emma que ya tenía uno. Decido usar uno cualquiera que encuentro en mi closet.

El timbre suena y me dirijo a abrir la puerta para encontrar tras ella a Belial y Emma. Ella luce el vestido que escogió hoy color rojo vino, ajustado, con un escote en forma de corazón abultando sus senos. Este resalta el color de su piel y el miel de sus ojos, trae el cabello suelto, la parte delantera alisada y perfectamente peinada mientras que atrás luce unas perfectas ondas. Y él... bueno debo decir que me sorprendo al verlo en una ropa deportiva, que no le queda nada mal, pero que tampoco creí nunca que sería su estilo.

Al parecer mi rostro me delata ya que hace un gesto de desagrado.

—Es su culpa.—señala a Emma con la cabeza la cual lo ignora y pasa al interior de la casa seguida de él con una bolsa la cual tiene el logo de la misma tienda a la que fuimos hoy.

—Te queda genial.

—No es mi estilo.

—Es bueno probar otros estilos aveces.—se encoje de hombros restándole importancia.—Dejando eso de lado—se gira para mirarme—esto es para tí.

—¿Para mí?—cuestiono intrigada.

—Te conozco lo suficientemente bien como para saber que no tienes algo específico para ponerte y apostaría que escogiste lo primero que te encontraste en el closet.—y vaya que sí tiene razón—Así que me tomé la libertad de escoger esto para tí, estoy segura de que se te verá precioso.

—No tienes idea de cuánto te amo.—respondo entusiasmada mientras tomo la bolsa y sin siquiera mirar dentro me dirijo a mi cuarto para arreglarme, ya es tarde así que debo darme prisa—Están en su casa. —giro la cabeza para hablarles y cuando vuelvo la vista al frente me detiene una columna que aseguré que iba a mandar arreglar.

Cuando regresé luego de ser secuestrada estaba agrietada por muchos lados. Ni siquiera sé cómo pasó, pero sí sé que debo mandar a arreglarla.

Entro a mí cuarto y empiezo a sacar el vestido de la bolsa para darme cuenta de que es uno de los vestidos más hermosos que he visto en toda mi vida. Es plateado, ajustado al cuerpo, corto pero que a la vez tapa lo suficiente, reluce bajo la luz de la lámpara, deja la espalda descubierta y se sostiene de un retazo de tela que pasa sobre mi cuello. Es realmente hermoso.

No pierdo tiempo y me lo pruebo, para luego de mirarme en el espejo quedarme asombrada de mi propio yo. No creí que me quedara tan bien, se nota que Emma conoce bien mis medidas, incluso ahora que estoy más delgada que hace unos meses, pareciera hecho perfectamente para mí.

Rápidamente me maquillo y peino mi cabello en una coleta alta, cubriendo la liga que lo recoge con un mechón que luego sujeto con una pequeña pinza invisible gracias a la forma en que la coloqué.

Salgo a dejarme ver por ellos en unos zapatos del mismo color del vestido que debo de agradecer a una de las empleadas de mi padre ya que fue uno de los muchos regalos que recibí en mi anterior cumpleaños.

—¿Que tal?—pregunto dándome una vuelta ante ellos.

—Te ves fabulosa. —felicita mi amiga.

Observo a Baal buscando una respuesta que tarda en llegar.

—Estás perfecta.—termina diciendo y entonces Emma se levanta camino a la puerta para irnos.

—Me voy a poner celosa.—bromea mientras bajamos en el elevador.

Nosotros reímos y Baal le da un beso en la mejilla.

—Tú también estás hermosa.

En el auto de Baal le indico la dirección del sitio a donde vamos y para cuando llegamos dan las diez y cuarenta de la noche. Entramos gracias a la invitación de la dueña y el ambiente adentro es espectacular. Perfecto para emborracharte hasta perder la consciencia.

Yo Tu Demonio. Tú Mi InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora