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Venus.

—¡Venus!,—se escucha un grito con un ligero pero notorio acento ruso en todo el aeropuerto y al girarme observo a la persona que he estado esperando durante más de dos horas gracias a qué su vuelo se había retrasado—¡Te he extrañado mucho!—se me va encima sin poder reaccionar y empieza a besarme los cachetes y abrazarme de esa forma que solo ella sabe hacerlo.

Cuando por fin se separa de mi me limpia los cachetes ya que los dejó manchados de su pintalabios.

—Yo también te extrañé.—le concedo sonriendo.

En verdad la he extrañado mucho. La chica rubia de ojos cafés frente a mí es Emma, mi otra mejor amiga. Se fue hace cuatro años a vivir a Rusia con sus padres y nos hemos mantenido en contacto con ella a través de las redes sociales. Siempre fuimos ella, Andrea y yo.

¿Cómo es posible que las cosas hayan cambiado tanto?.

—¿Y Andrea?, ¿Cómo es posible que esa tonta no halla venido a recibirme?, le avisé con días de antelación.

Doy un pequeño suspiro. Ella no sabe nada de lo que ha pasado.

—Em, tengo muchas cosas que contarte.

—Yo también tengo muchas cosas que contarte, pero bueno... a qué estamos esperando vamos a tu casa, pasaré la tarde contigo y después iré con mis abuelos. —agarra sus maletas y me invita a irnos.

Salimos del aeropuerto, nos subimos en mi auto y vamos a mi  departamento.

Nos sentamos en el sofá y mientras bebemos café le cuento todo lo que sucedió ya que el hecho de no llevarla a la mansión de Jack le causó mucha curiosidad, por lo que me he visto obligada a explicarle todo. Aunque de cualquier forma lo iba a hacer, no tengo secretos con Emma.

—Venus, —me pasa la mano por la espalda de forma reconfortante—lo siento mucho mi niña, no entiendo cómo pudo hacerte esto, y tu padre... Jack siempre fue un hombre demasiado correcto, no entiendo cómo pudo pasar todo eso.

—Yo tampoco. No sé cómo fueron capaces de hacerme eso. —respondo.

Aún duele saber que me mintieron tan descaradamente. Juraba que mi padre me era sincero, metía las manos al fuego por Andrea. Y valla que si me dieron una cachetada.

—Pero—trato de animar el ambiente, ella acaba de llegar de cuatro años de estar lejos y no quiero que las pocas horas que tenemos juntas hoy se vean afectadas por las acciones de malas personas—ya no hablemos de eso. Quiero saber de ti, ¿cómo te trató Rusia?.

—Pues tengo muchas cosas que contarte.—se nota la emoción en ella—Rusia es un país bastante bien, un poco más frío de lo que estaba acostumbrada y debo decir que tardé un poco en acostumbrarme. Pero poco a poco fui haciendo nuevos amigos, aprendí el idioma y se me fue haciendo cada vez más fácil vivir allí. Pero también extraña mi país. Creeme que como México no hay dos.

—Estoy muy contenta de tenerte aquí. No tienes idea de lo mucho que te he extrañado.

—Yo también te extrañé, tonta.—se inclina sobre mí y me abraza.

—¿Cuánto tiempo te quedarás?.—pregunto luego de que termine con su casi intento de asfixia.

—Aún no lo tengo claro, pero creeme que no me iré pronto. Además estoy segura de que la abuela estará muy contenta de tenerme de vuelta.

—Eso no lo dudo, ella te ama. ¿y tú madre?, ¿cómo está?.

—Bien, le va muy bien en las empresas, mi padre cerró hace poco un negocio con unas empacadoras chinas que tiene la empresa en la cima.

Yo Tu Demonio. Tú Mi InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora