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—Vaya, vaya, vaya —dice YongGuk. Me está mirando, pero se dirige a Vernon —Te felicito por la belleza con que has adornado tu camarote.
—Nada embellece tanto el tocador como un delicado muchacho bonito -Estallan en carcajadas, como si les pareciera el chiste más gracioso del mundo, y quizá a Vernon se lo parezca, siendo el autor. YongGuk, sin embargo, sigue mirándome fijamente. Puedo ver al lobo bajo la superficie; tiene más de bestia que de hombre. Por un momento temo que vaya a atacarme aquí mismo, pero no, no lo haría delante de Vernon. Así y todo, tengo que asirme al respaldo de la silla más próxima para no tambalearme, y advierto que mi pánico complace sobremanera al lobo —Solo tardo un momento —dice Vernon mientras se cambia de americana y arroja la primera a una pila del suelo para que Tae la recoja más tarde —Le presentaré a mi madre en la comida, conde Bang, pero le advierto que lo primero que hará es intentar casarle con mi hermana.
—Seguro que su hermana es adorable —dice el, por lo visto, conde Bang YongGuk. La idea de que toque a Irene, de que se acerque siquiera a ella, me revuelve el estómago. A mí me dice —Tienes un aspecto muy... saludable, querido -Probablemente había dado por hecho que Jimin me mataría y me devoraría. Caigo en la cuenta de que YongGuk y Vernon acaban de conocerse y casi con igual rapidez caigo en la cuenta de que así lo ha planeado YongGuk. Como no pudo robarme, trabará amistad con la familia Bae para estar más cerca de esa caja y del tesoro que contiene. Pese a lo mucho que odio a Vernon en este momento, sé que debería prevenirle aunque solo fuera por Irene; pero no puedo. No puedo contarles a los Bae la verdad sobre YongGuk sin desvelarles hechos que harían que me tomaran por un lunático. Aunque solo les dijera que intentó robarme, también les parecería absurdo. Él viaja en primera clase, como los Bae. ¿Qué necesidad tendría de robarles? —Me alegro de haberle conocido en este barco —dice YongGuk mientras se pasea por la pequeña habitación —Arriba hay demasiados individuos presuntuosos, me gustan los hombres jóvenes y vigorosos que desean beber generosamente de los placeres de la vida.
—Ya puede decirlo —responde, encantado, Vernon. ¿Está pensando en mi hermana? ¿En otra muchacha a la que destrozó por su propio placer?
—Y pensar que conocía a su querido tío... Siwon era un hombre de lo más ingenioso.
—Todos le teníamos por un maldito loco, para serle franco -La sinceridad de Vernon desarma tanto como su sonrisa; durante un instante vuelve a parecer atractivo. Cuando se lo propone puede adoptar la apariencia de un buen hombre, pero ahora sé que no es más que un farsante.
—En ese caso, limpiaré su memoria a medida que nuestra amistad prospere. Será un placer para mí pasar más tiempo con usted y su familia durante la travesía —YongGuk se encuentra ahora detrás de mí y puedo sentir su mirada en la espalda —Y como ya he dicho, su habitación tiene adornos... realmente encantadores. Dígame, Vernon, ¿cuán encantador es? –Vernon ríe el chiste de YongGuk con tantas ganas como el suyo. Me veo dividido entre una ira tan intensa que quiero abofetear a Vernon y la horrible sensación de que YongGuk se está acercando cada vez más. Mas no lo muestro. Mantengo la espalda erguida y el semblante sereno, soy más fuerte de lo que esos indeseables sabrán jamás.
—Si me disculpa, señor... —Salgo de la habitación con paso rápido y ninguno de los dos trata de impedírmelo. Quizá debería haber cogido la lata de betún para disimular pero ahora que he abandonado el dormitorio de Vernon no creo que nadie me pregunte qué hacía allí.
—Ya era hora —dice Yoona —Lady Suzy ha mandado recado de que quiere su chal italiano. Está en la cubierta. Llévaselo e intenta animar esa cara -Estoy deseando salir de la suite y poner la máxima distancia posible entre YongGuk y yo, pero me parece extraño que Yoona me envíe a mí en lugar de dejarme batallando con Hani e ir ella personalmente. La pequeña está hecha un diablillo esta mañana. Reparo en que ya ha conseguido cubrir de mermelada la pechera de su pichi; algo que aprendes en el servicio: siempre que alguien te pida que te desvíes de las tareas que te corresponden, intenta descubrir el motivo.
—¿No quiere ir usted? -Es el pie que Yoona necesita para despotricar contra mí, como es costumbre. En lugar de eso, hace una pausa y sus ojos se pierden en la distancia.
—No me gusta estar en cubierta y ver el oleaje.
—¿Por qué no? —Por lo menos durante un rato perdería de vista la suite, por elegante que sea.
—Me inquieta, eso es todo. No me gusta su aspecto —Intenta restarle importancia, pero sé lo que he visto. La vieja y malvada Yoona, a quien todos tememos, tiene miedo al mar. Quizá debería compadecerme de ella, aunque si pienso en lo que le dijo a Nancy, quizá debería reírme. Sea como sea, estoy deseando marcharme de aquí. Agarro de la mesa el chal de lady Suzy y prácticamente salgo disparado por la puerta.
Durante unos minutos mantengo un debate interior, en parte porque quiero saber, en parte porque, por mucho que me disguste pensar en la difícil situación de mi hermana, es mucho menos aterradora que el conde Bang. «¿Forzó Vernon a Nancy?» Él no es ninguna joya pero tampoco sería capaz de hacer algo así; además, si la hubiera forzado Nancy de ningún modo le habría puesto su nombre al niño. Cuando me hablaba de tener oportunidades de prosperar... se estaba refiriendo a Vernon, estoy seguro. Nancy no podía ser tan estúpida como para pensar que él acabaría casándose con ella, pero puede que Vernon le hablara de instalarla en un piso en Londres. Le dio el alfiler y probablemente también dinero, porque Nancy tuvo que vivir de algo antes de que yo se lo empeñara. Cuando se quedó embarazada, debió de comprender que era el fin. ¿Se lo confesó alguna vez, cara a cara? Poco importa. Vernon tuvo que enterarse, ya fuera cuando la familia la despidió o incluso antes, y jamás movió un dedo para ayudarla a ella o a mi sobrino. Probablemente Nancy le puso el nombre de Hansol para hacer que se avergonzara y le soltara algunas libras más. Tales son los pensamientos que me abruman mientras camino prestamente por la cubierta con el chal bajo el brazo y la brisa salobre del océano azotándome el uniforme. Estoy tan nervioso y distraído que creo que podría pasar por delante de lady Suzy e Irene sin reparar en ellas. Pero quizá esté equivocado, porque la siguiente cara conocida que veo la reconozco al instante. Jimin. Vestido con un traje gris marengo que se ajusta perfectamente a su cuerpo, su aspecto es tan impecable como ayer; la transformación de animal a caballero es total. Los únicos elementos que desentonan son los salvajes rizos castaños y la tristeza reflejada en sus ojos verdes. Casi sobrecoge lo solo que parece. ¿Cómo es posible que ayer no me percatara de ello? ¿Cómo pudo el glamur de su atractivo y su encanto impedirme ver su sufrimiento? Ahora que sé que está ahí, parece que lo rodee como una aureola invertida. Sin embargo, un hombre que sufre es más, no menos, peligroso. No debo olvidarlo nunca. Nuestras miradas se cruzan y una oleada de calor, como una flor transformándose en fuego, se propaga por mi pecho; pero Jimin desvía la mirada casi al instante y echa a andar en la otra dirección. Claro. Dijo que debíamos mantener las distancias por mi bien. Cuando lo dijo, no obstante, Jimin no sabía lo que yo sé ahora. Decido llamarle y casi grito «Jimin» antes de cambiar de idea.
—¡Señor Park! -Se detiene en seco. Cuando me acerco con paso raudo, susurra:
—Jungkook, te dije que...
—Olvida lo que me dijiste. YongGuk se ha hecho amigo de Vernon. Ahora mismo se encuentra en la suite de la familia Bae.
—¿Te ha amenazado? —Afila la mirada y vuelvo a ver al lobo que hay en él. Se me corta la respiración.
—Todavía no.
—Lo hará.
—Está decidido a hacerse con lo que sea que hay en esa caja —digo —y está dispuesto a utilizarme para conseguirlo. Deseoso, diría yo. ¿Seguro que se encuentra en este barco para iniciarte? Puede que su objetivo desde el principio fueran los Bae -Algunas personas nos están mirando y Jimin lo advierte casi al mismo tiempo que yo.
—Sígueme —dice. Caminamos por la cubierta, yo unos pasos detrás para que no parezca que estamos juntos, y cruzamos la siguiente puerta la cual da a una peculiar estancia llena de máquinas extrañas. En el suelo descansan unas pesas de hierro de aspecto curioso; recuerdo que el forzudo de la feria del condado las levantaba. Halteras, creo que se llaman. Probablemente mi cara es de desconcierto, porque Jimin dice —El gimnasio del barco. Los hombres vienen aquí para practicar remo o boxeo. Ya sabes, para desarrollar la musculatura -Solo los caballeros que llevan una vida ociosa necesitarían ir a un lugar especial para desarrollar la musculatura. Después de cuatro años cargando cubos de agua por incontables escaleras, apuesto a que podría ganar a un pulso a la mayoría de los pasajeros de primera clase de este barco. Pensar en la brecha entre nobles y sirvientes me trae a la memoria a Nancy y lo que ha sido de ella debido a la irresponsabilidad de Vernon. Debe de reflejarse en mi cara porque la expresión de Jimin se dulcifica —¿Estás bien? Se diría que hay algo que te preocupa. Aparte de YongGuk, quiero decir -Su interés me conmueve más de lo conveniente.
—Eres muy perspicaz.
—Estás pálido —Me doy cuenta de que no quiere preocuparse por mí, pero no puede evitarlo —¿Quieres que te traiga agua? ¿Una copa de jerez, quizá? Busquemos un lugar más cómodo donde puedas sentarte -Piensa que soy más débil de lo que en realidad soy, lo cual debería irritarme. En lugar de eso le miro casi con asombro, porque me está tratando como a un caballero igual que él y no como a un sirviente. Jimin desea cuidarme, a mí, que siempre he tenido que atender las necesidades de otros. Aunque pequeño, jamás esperé ni siquiera un gesto como ese de un hombre rico. De nadie, en verdad. Inopinadamente, me doy cuenta de lo maravilloso que sería tener a alguien que cuidara de mí de vez en cuando. Pero los secretos de Nancy no me pertenecen y hay asuntos más apremiantes que tratar.
—Estoy bien. YongGuk dice ser el conde Bang. ¿Es cierto?
—Del todo. Es uno de los hombres más ricos de Rusia, amigo del zar.
—O eso dice.
—Yo le creo. La influencia de la Hermandad llega hasta los escalafones más altos de la sociedad, Jungkook. Para ellos no hay nadie demasiado abajo ni demasiado arriba.
—En ese caso tenemos que descubrir qué busca. Si la Hermandad es tan poderosa como aseguras y ha enviado a alguien tan influyente como YongGuk para obtener una vieja caja de los Bae, significa que dentro hay algo sumamente importante. Y quién sabe, quizá sea algo que tú podrías utilizar –Jimin me mira con renovado respeto.
—Me gusta cómo piensas, Jungkook. Pero ya te lo he dicho, no tengo ni idea de qué busca YongGuk; a saber qué contiene esa misteriosa caja.
—Yo lo sé, le he echado un vistazo esta mañana. La señorita Irene tiene la llave.
—Eso es fantástico —responde casi con vehemencia. Ansía conocer los secretos de YongGuk incluso más que yo. Tal vez estemos hablando únicamente para salvar el pellejo, pero es razón suficiente para cooperar —Bien, ¿qué has visto?
—Nada aparentemente extraordinario, la verdad —Necesito hacer memoria, y lo cierto es que me noto un poco débil. Tomo asiento en la máquina más próxima, lo más parecido a una silla que tiene el gimnasio. El asiento se desliza y me lanza hacia un costado.
—Es una máquina de remo —me explica Jimin. Ahora que lo dice, puedo imaginarme a un hombre sentado en este aparato y moviendo los mangos como si estuviera remando en un bote. Por el momento prefiero plantar los pies en el suelo.
—Déjame pensar —Cierro los ojos e imagino la caja tal como estaba cuando Irene rebuscaba en ella —Un par de candelabros, valiosos pero sencillos. Podrían tener cien años.
—Dudo que YongGuk vaya detrás de unos candelabros -Le lanzo una mirada de fastidio.
—Chissst, déjame terminar, ¿quieres? —Es la primera vez que regaño a un caballero. Aunque Jimin es un millonario americano y no un miembro de la nobleza, seguro que cuenta como caballero. En lugar de replicar, acepta mis palabras con una leve sonrisa. Cierro de nuevo los ojos —Unas monedas antiguas, puede que españolas. Algunas joyas: unos pendientes de zafiros, una gargantilla de perlas, la diadema con los ópalos y... un alfiler de oro —Trago saliva —En realidad son dos, pero uno ha desaparecido. Luego había un cuchillo que parecía muy antiguo, puede que una daga, no estoy seguro.
—¿Una daga? —El tono de voz de Jimin me hace abrir los ojos. Está tenso y al verlo ahí de pie, cernido sobre mí, vuelvo a sentir la presencia del lobo —Descríbela, con todo detalle.
—Más o menos de esta longitud —Sostengo los dedos separados por unos veinticinco centímetros —Con una hoja larga, delgada y triangular. La empuñadura podría ser de oro, aunque está tan vieja que tiene un tono grisáceo. En la vaina hay unos grabados iluminados con dorado, como una especie de letras pequeñas pero que no parecen inglesas; y la empuñadura tiene grabado un dibujo extraño -Levanto una mano para representarlo y de pronto caigo en la cuenta de que lo he visto antes. La peculiar Y asimétrica que vi por primera vez en el reloj de YongGuk —El símbolo de la Hermandad —Jimin golpea la pared con tanta fuerza que pego un brinco. No parece notarlo, empieza a pasearse por el gimnasio.
—Es una Hoja de Iniciación.
—¿Una qué? —La palabra «iniciación» me trae a la memoria la conversación que Jimin y yo hemos tenido esta mañana —¿Quieres decir que se utiliza para las iniciaciones de la Hermandad?
—Exacto —Jimin se apoya en la pared, a mi lado, y echa la cabeza hacia atrás. Puedo ver el movimiento de su nuez cuando traga saliva —No conoces todos los secretos de la familia Bae, Jungkook. Uno de sus miembros, puede que de varias generaciones atrás, estuvo vinculado a la Hermandad - ¿Quién podría ser? Ya lo tengo. El tío Siwon, supuestamente viejo amigo de YongGuk. Al vizconde nunca le ha gustado hablar del tío Siwon; vivía lejos, en una finca mucho más modesta de lo que correspondía a su clase social. El vizconde decía que estaba chiflado y que eso era cuanto sabía de él. Ahora me pregunto si el tío Siwon no sería un hombre lobo, o puede que luchara contra ellos. Abandono esas preguntas; no nos llevarán a ningún lado.
—¿Qué es una Hoja de Iniciación? ¿Por qué la necesita YongGuk?
—Las Hojas de Iniciación fueron forjadas hace mucho tiempo, tanto que la fecha se ha perdido en el recuerdo —Jimin me mira con una tristeza aún más honda que antes —Nadie recuerda su proceso exacto de fabricación, por eso son tan raras y valiosas. El centro de la daga es de plata —Hace una pausa —La plata tiene el poder de matar a los hombres lobo. Nunca olvides esto -¿Me lo está contando para que pueda defenderme de YongGuk o para que pueda defenderme de él? —En las Hojas de Iniciación la plata se recubre de oro para que los hombres lobo puedan tocarlas. Cuando a uno de nuestra especie se le hace un corte con la Hoja y se invoca la magia ancestral, la energía sobrenatural que genera la proximidad del hombre lobo a la plata genera un cambio que nadie acierta a comprender plenamente. Pero es el cambio que nos permite transformarnos en lobo cuando nosotros queremos, con excepción de las noches de luna llena. La Hermandad controla todas las Hojas de Iniciación desde hace siglos; esta ha debido de permanecer extraviada hasta ahora.
—Y es lo que YongGuk quiere conseguir.
—No puedo creer que haya sido tan ingenuo como para pensar que YongGuk había reservado un pasaje en este barco para ir tras mis pasos. Seguro que la Hermandad desea esa hoja más que ninguna otra cosa en el mundo, Jungkook. Debieron de enterarse de su existencia no hace mucho, porque de haberlo sabido antes ya se la habrían robado a los Bae, aunque para eso hubieran tenido que incendiarles la casa. YongGuk está dispuesto a hacer lo que sea para conseguirla —Resbala por la pared hasta descansar los brazos sobre las rodillas. Ahora tenemos los ojos a la misma altura —Supongo que eres consciente de que ya sabe que puede lograrlo sin necesidad de matarte, y no le importará hacerlo -No puedo decir que antes no estuviera asustado, pero ahora lo estoy cien veces más. Antes pensaba que para YongGuk yo no era más que un juguete que manejar a su antojo, que corría peligro por su causa pero tenía la posibilidad de comprar mi seguridad con mi silencio. Ahora sé que matarme no es algo que esté obligado a hacer para cumplir con su misión, sino algo que desea hacer. Y aprovechará cualquier oportunidad que se le presente. No me hace falta hablar, Jimin puede ver lo que estoy sintiendo, o percibirlo —YongGuk no es ningún estúpido —dice —No te atacará delante de testigos; aquel primer día en el barco te acosó delante de mí únicamente porque pensaba que así podría coaccionarme para que me uniera a él, pero ahora ya sabe que eso no le funcionará. Debes evitar estar solo en la medida de lo posible.
—Con lady Suzy pidiendo algo cada cinco minutos no me resultará difícil estar cerca de la familia —bromeo. El chal italiano sigue colgado de mi brazo; cuando me presente ante ella me echará la caballería encima, puede gritar lo que quiera mientras no me deje solo. De pronto se me escapa un grito —¡Oh, no, mañana!
—¿Qué pasa mañana?
—Tengo la tarde libre. Había deseado tanto que llegara... A Yoona, a Tae y a mí se nos concede una tarde libre durante la travesía. A Tae le toca hoy -Lady Suzy nos lo comunicó como si estuviera haciéndonos un gran favor. Lo que pretendía en realidad era que gastáramos nuestra tarde libre del mes mientras la familia estuviera embarcada y hubiera asistentes en el barco que utilizar a su antojo. De ese modo podría explotarnos un poco más una vez en Estados Unidos. Sus motivos no me importaban cuando pensaba que tendría una tarde para holgazanear en cubierta y sentir el sol en la cara, sobre todo teniendo en cuenta mis planes de despedirme poco después de nuestra llegada a Estados Unidos. Ahora veo todas esas horas separado de los Bae como una condena a muerte —YongGuk tiene ahora una relación estrecha con Vernon; se dará cuenta de que no estoy con la familia y vendrá a buscarme –Jimin evalúa el problema y asiente con la cabeza.
—Pues tendrás que pasar el día conmigo. Dada la cantidad de gente a la que... he puesto en peligro por ser como soy, debería proteger a alguien, aunque solamente sea una vez. Pasaremos la tarde juntos -Noto un hormigueo en el estómago cuando dice eso, pero desconfío. Aunque creo en Jimin más que en YongGuk, no debo olvidar que Jimin también es un monstruo.
—Dijiste que debía mantenerme alejado de ti por mi propio bien.
—La situación ha cambiado —Intenta adoptar un tono práctico, pero advierto que él también la siente, también siente esa necesidad poderosa e irracional de estar conmigo —No tendrás nada que temer, permaneceremos en las zonas públicas de primera clase y estaremos rodeados de gente en todo momento —Suaviza el tono —Seguros como en una casa.
—Seguros como en una casa —repito —Pero la gente no puede verte alternando con un sirviente; no está bien visto.
—Me trae sin cuidado la opinión de la gente, nadie tendrá el valor de decírnoslo a la cara. También nosotros les trataremos con indiferencia, haremos como si ni siquiera existieran —¿Es posible que Jimin no vea el muro que nos separa? Mi expresión debe de ser de pasmo, porque se encoge de hombros y añade —Una vez que te conviertes en hombre lobo, renuncias a la idea de encajar -Reparo en el hecho de que no me ha propuesto que bajemos a tercera clase, pero si yo estuviera en su lugar tampoco querría hacerlo. Podría tropezar con los Bae en primera clase, lo cual sería horrible, pero se trata de un barco grande.
—Podría vestir algo especial para que no se note demasiado que soy un sirviente.
—¿A qué hora te dejarán libre los Bae?
—Justo antes del almuerzo.
—Entonces reúnete conmigo en la gran escalera justo antes del almuerzo.
—Todavía no he aceptado; tenemos que meditarlo un poco más. El comedor de primera clase está justo delante de la gran escalera. ¿Y si YongGuk me ve?
—Tal vez sea lo mejor. Si sabe que te estoy protegiendo quizá afloje durante un tiempo —Jimin se pone de nuevo en pie y esta vez me levanto con él. Me gusta que sea más alto que yo; son muy pocos los hombres que me ganan en estatura. Su tono se vuelve formal —¿Aceptas mi invitación? -«No seas insensato; este hombre es un monstruo y siempre lo será. Está conectado a poderes oscuros que nunca entenderías. Y aunque no fuera así, después de lo que has descubierto acerca de Nancy y Vernon, ¿no sabes que la servidumbre no puede fiarse de las personas adineradas?» Lo peor de todo, comprendo, es que estoy considerando la posibilidad de negarme la única protección de que dispongo porque tengo miedo de mi propio corazón.
—De acuerdo —digo —Mañana en la gran escalera antes del almuerzo -Aunque no contesta, veo el reflejo de mi regocijo y mi desconcierto en sus ojos. En cierto modo, somos muy parecidos.
Acabamos de cruzar una línea.

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⏰ Última actualización: Jan 25 ⏰

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