Despertar en un Laberinto de Recuerdos

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El sol filtraba tímidamente a través de las cortinas cuando Jin abrió los ojos. La resaca le recordaba la intensidad de la fiesta y la borrachera de la noche anterior, pero algo más flotaba en su mente como un sueño nebuloso. La imagen del beso con Jungkook se apoderaba de sus pensamientos, dejándolo con una mezcla de emoción y confusión.

Se incorporó en la cama, sintiendo la pesadez de su cabeza y una ligera incomodidad al recordar solo fragmentos de lo sucedido. No tenía claro cómo habían llegado a esa situación, pero el recuerdo del beso ardiente estaba grabado en su memoria.

Decidió enfrentar la realidad y bajar a la cocina. Al descender las escaleras, se encontró con Jungkook, quien parecía sumamente cómodo sin la parte superior de su pijama de cuadros, mostrando su dorso bien definido. La tensión de la noche anterior regresó, pero ahora con una capa adicional de incertidumbre.

—Buenos días, hyung —saludó Jungkook con una sonrisa traviesa mientras Jin ingresaba a la cocina.

—Buenos días—respondió Jin, su voz un poco ronca por la resaca.

La mirada penetrante de Jungkook lo escaneaba de arriba a abajo, una evaluación intensa que hizo que Jin se sintiera más consciente de su propio cuerpo. A pesar de estar mejorando su seguridad, la mirada del azabache despertó otra vez una inseguridad inusual en Jin.

—¿Qué miras?—preguntó Jin, tratando de ocultar su propia incomodidad.

—Solo estoy admirando la vista, hyung —respondió Jungkook con una picardía palpable en su tono.

Jin decidió ignorar el comentario y se dirigió hacia la cafetera para prepararse un café, tratando de enmascarar la tensión que flotaba en el aire. Sin embargo, antes de que pudiera dar un sorbo, se encontró acorralado contra la pared de la cocina por Jungkook.

—¿Qué sucedió anoche, hyung?—preguntó Jungkook, su aliento rozando la piel de Jin.

—No lo sé con certeza—confesó Jin, su voz titubeante ante la proximidad de Jungkook.

—¿Te arrepientes?—preguntó Jungkook, su mirada fija en los ojos de Jin.

—No lo sé —murmuró Jin, sintiéndose atrapado en un laberinto de emociones.

La tensión entre ellos crecía, y la cercanía física desencadenaba una tormenta interna en Jin. La sensación del cuerpo de Jungkook contra el suyo desencadenaba recuerdos de la noche anterior, pero la confusión persistía.

—No quiero que las cosas se pongan incómodas, hyung—dijo Jungkook, su tono cambiando a uno más suave.

—Yo tampoco —admitió Jin, su mirada buscando respuestas en los ojos de Jungkook.

Ambos quedaron en silencio por un momento, atrapados en un instante en el que las palabras parecían insuficientes para expresar la complejidad de sus sentimientos. La presión de la pared parecía simbolizar la incertidumbre que se interponía entre ellos.

—Deberías tomar tu café antes de que se enfríe—sugirió Jungkook, liberando a Jin del abrazo y rompiendo la tensión momentánea.

—Sí, claro —respondió Jin, agradecido por el cambio de tema mientras recobraba su compostura.

El silencio que siguió a la liberación de Jin del abrazo de Jungkook dejó una tensión palpable en el aire. Ambos se miraban fijamente, atrapados en un juego de emociones que se entrelazaban como hilos invisibles.

—¿Deberíamos hablar de esto?—preguntó Jin, su voz temblorosa, mientras buscaba desesperadamente entender la maraña de sentimientos que los envolvía.

—A veces, las palabras solo complican las cosas, hyung—respondió Jungkook, su mirada intensificándose.

Antes de que Jin pudiera procesar completamente esas palabras, Jungkook cerró la distancia entre ellos con una rapidez sorprendente. Sus labios se encontraron en un beso cargado de deseo, un fuego que avivó la llama que ardía desde la noche anterior.

La cocina se convirtió en el escenario de una danza apasionada. Los labios de Jin y Jungkook se encontraban y separaban en un juego tentador, mientras las manos del azabache exploraban la espalda de Jin, dejando una estela de electricidad en su paso.

—¿Quieres esto, hyung?—susurró Jungkook entre besos, su aliento cálido acariciando la piel de Jin.

—No lo sé...—confesó Jin, pero sus palabras se ahogaron en un gemido cuando Jungkook intensificó el beso.

La intensidad del momento creció exponencialmente. Jin, envuelto en una mezcla de confusión y deseo, se dejó llevar por la pasión que se desataba entre ellos. Cada caricia, cada beso, era una puerta que se abría en el laberinto de emociones que compartían.

Las manos de Jin se aferraban a su propia camiseta, como buscando anclarse en la realidad que se desdibujaba con cada roce. Jungkook, por su parte, continuaba explorando con una determinación que sugería una urgencia oculta.

—Hyung, no pienses demasiado —susurró Jungkook, su voz ronca resonando en el silencio entrecortado.

Jin asintió con una mezcla de consentimiento y rendición. Las palabras perdieron su relevancia en ese momento, y ambos se entregaron al torbellino de sensaciones que los envolvía.

El tiempo se volvió relativo, y el laberinto del deseo los mantenía enredados en una espiral sin fin. Cada beso, cada contacto, era una respuesta a preguntas que aún no se habían formulado. La tensión sexual se desbordaba, como un río descontrolado que arrastraba cualquier inhibición.

Los gemidos y suspiros se entrelazaban en un eco ardiente, creando una sinfonía íntima que llenaba el espacio que los separaba de la realidad. La cocina se convirtió en un santuario de pasión, donde Jin y Jungkook se perdían entre susurros, dejando que el deseo los guiara en su danza sinuosamente sensual.

I Need You|| KOOKJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora