03

488 51 3
                                    

Tercer día, miércoles, ocho y media del día, dónde todos podían dormir placentera mente, sin preocupaciones de entregar tareas y algunos enojados por hacerlo y perder el tiempo, otros que aprovecharon para tan solo flojear y quedarse en su cama co...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tercer día, miércoles, ocho y media del día, dónde todos podían dormir placentera mente, sin preocupaciones de entregar tareas y algunos enojados por hacerlo y perder el tiempo, otros que aprovecharon para tan solo flojear y quedarse en su cama con sus compañeros de habitación.

El hecho que esto pasara era que la directora había anunciado sobre un día de descanso para los profesores así también para los alumnos porque el día del Aniversario del colegio faltaba poco.

—¡Es muy temprano para que utilices esa cosa!— grite Enid mientras se levantaba por el ruido de las teclas.

—Debo aprovechar esta oportunidad para adelantar en lo que me quedé ayer en mi libro— dice Merlina mientras esquiva la almohada que le tiró la rubia —¿Que mania tienes para tirar siempre las almohadas?— le pregunta mostrando la almohada que le tiró.

—Es para que dejes de tocar aquella máquina, uno quiere dormir y no le dejas—.

—Ahora sabes lo que pase cuando hiciste tu grandiosa pijamada—.

—En ese momento todos estaban divirtiéndose mientras jugaban, nadie quejándose— vio como la contraria alzó una ceja —Excepto tu—.

—Puedes ir donde Yoko y dormir en su habitación y me dejas a mí terminar— propone mientras vuelve su mirada donde la hoja que estaba escrita hasta la mitad y volver a escribir.

Enid bufo, se acuesta mejor en su cama para taparse con su sábana todo el cuerpo y tapándose los oídos, logrando poco a poco caer dormida, logrando que los sonidos de la tecla no la moleste más.

Enid bufo, se acuesta mejor en su cama para taparse con su sábana todo el cuerpo y tapándose los oídos, logrando poco a poco caer dormida, logrando que los sonidos de la tecla no la moleste más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Porque sigo obligada a hacer cada cosa que quieres?— hizo la pregunta cuando ya se había subido a la montaña rusa.

—Para divertirnos— responde con una sonrisa y se aferraba a la seguridad del metal que evitaba que se cayeran y sigan en su sitio.

—Sales vomitando, no te ayudaré— dice mientras que el juego se puso en marcha.

—¡Ja! Yo tengo estómago fuerte y esto no me derribará— confiada en lo que dice decide dejar de agarrar aquel metal y sentía el viento por su rostro aumentando —Ya verás que saldré victoriosa— sonríe, la azabache niega aquello.

F̶A̶K̶E̶ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora