Desde pequeña te sentiste distinta a los demás, veías cosas que el resto no.
Y un día que tu madre te dijo que eso no era normal dejaste de hablar al respecto, para poder encajar ignoraste a las criaturas que veías y que parecían no ser de este mundo, eventualmente comenzaron a desaparecer, excepto uno.
Tenía ciertas particularidades, forma humana, no era para nada aterrador, a veces dejaba que vieras sus alas , y había crecido contigo. Quizás por eso no te causaba rechazo pero de igual forma mantenías tu distancia.
Solo habían hablado una vez.
— Jungkook y voy a estar contigo el resto de tu vida.
21 años "juntos" y lo único que sabías era que al parecer se llamaba Jungkook y seria tu dolor de culo hasta que estuvieras bajo tierra. Solo se limitaba a seguirte a cierta distancia, salvo cuando parecías estar en peligro o algún hombre se te acercaba , nadie mas podia verlo pero no siempre lograbas disimular su presencia , quizás por eso los tipos a los que pretendías se terminaban alejando.
Odiabas las noches de soledad en tú apartamento.
Era fracaso amoroso tras fracaso.
Entonces lo entendiste, no podia ser una simple coincidencia.
Tu primer beso, el pobre Sam se había roto la pierna justo después de que ambos juntaran sus bocas, se sintió tan avergonzado que no volvió a hablarte , tu primer noviazgo que solo duró cinco días porque Se-hun no soportaba las nauseas ni los mareos cada vez que estaban juntos, ni hablar de tu primera vez, Dohyun se fue directo al hospital después de dejarte en casa esa noche por un accidente automovilístico.
Empezaste a ignorar al sexo opuesto porque sentiste que les traías mala suerte. Pero ahora que lo pensabas bien, tu nunca fuiste el problema.
Así que volteaste a enfrentarlo, de inmediato te miró,cada vez que hacían contacto visual algo te recorría la espina dorsal, no eran escalofríos, era algo peor pero no se parecía al miedo, era casi adictivo.
— ¿ Fuiste tu verdad? — trataste de no flaquear ante su belleza.
Primero se vio algo sorprendido y entonces apareció esa sonrisa perversa y que por alguna razón se te hacia tentadora.
— ¿ El que exactamente? — bajó de la mesa en la que le gustaba estar y sentó a tu lado en el sofá.
Nunca le habías sentido tan cerca. Era innegablemente seductor, antes no estabas tan consciente de el.
Quizás estabas ovulando.
— Por tu culpa estoy frustrada sexualmente — posó su mirada en tus labios — y amorosamente ¿no?
— Puede ser.
Era raro escuchar su voz.
— Esa respuesta no me sirve, necesito saber que no hay nada mal conmigo ¿fuiste tu? — Volviste a insistir.
— No soporto cuándo alguien te toca, obviamente fui yo.
Odiaste que lo dijera tan tranquilamente cuándo tu te comías la cabeza día tras día tratando de averiguar que era lo que hacías mal.
— Es que eres un grandísimo hijo de puta. — te levantaste enojada — ¿ Que te da el derecho a hacer eso? Es mi vida personal joder.
— Cariño, soy tu íncubo.
— ¿ Mi qué ? — lo miraste de nuevo.
