III. Quiero que me preguntes

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Mientras comían, Manuel miraba fijamente a Mauricio como si tratara de decirle algo.

- Cuando todavía no me había mudado Naomi se me declaró.

Mauricio al escuchar esto casi se atraganta con el queso de una empanada - ¡¿QUE?!¿qué le dijiste?

- le dije que no, que no me gustaba, además quería que me quedara.

Mauricio lo miró como si fuera tonto - Sos un boludo, si sabes que es re linda Naomi.

- Ya se, pero creo que me gusta otra persona, solo que no puedo aceptarlo. Encima creo que la lastimé, soy un desastre - Aunque no quería aceptarlo estaba casi seguro de que habia empezado a sentir algo por Mauri, quizás ocurrió desde el principio.

- No sos un desastre, no te gustaba y eso está bien, no podes elegir quien te gusta. Pero ¿quién te gusta? - Por un momento le pareció notar la frialdad de su voz.

- Em, eso es personal - No estaba listo para arriesgarse de esa forma y tampoco quería perderlo, era su mejor amigo.

- Y yo Movistar, no seas gilastrum - Manuel hacia mucho tiempo que no escuchaba esa palabra, de alguna forma le saco una sonrisa pero no siguieron hablando del tema y como era muy tarde, Mauricio se quedó a dormir.

La noche pasó tan lentamente que no logró conciliar el sueño, así que salió de su cama y caminó silenciosamente hacia el pequeño balcón conectado a su living. Abrió la ventana y la brisa nocturna entró a la casa. Prendió un cigarrillo y le dio una calada, trato de despejar su cabeza, cada día todo se volvía peor, estaba más estresado, más desganado y no tenia ningún plan.

Terminó el tercer cigarro cuando Mauricio abrió la puerta del balcón haciendo que Manu se sobresaltara.

- Qué haces despierto, es tarde.

- No podía dormir, no sabía que fumabas, gatin.

Manu se encogió de hombros, hacia un tiempo que habia empezado a hacerlo, lo relajaba momentáneamente pero nunca era suficiente.
Mauricio guardó silencio, ambos se quedaron contemplando la luna llena.

Mauricio despertó agitado en el living, miro el reloj y salió volando del departamento, tenía clase y no tuvo tiempo de despedirse.

Manuel se levantó un rato después, noto que estaba él solo y no entendía que había pasado, así que abrió la heladera y al ver que no había nada salió a buscar un chino que vendiera algo para desayunar.

No camino ni media cuadra hasta que lo encontró, vagó discretamente por los pasillos hasta llegar a las bebidas, agarró un sachet de leche lo metió en la cesta, siguió hasta encontrar los artículos que le faltaban, es decir casi todo el supermercado. Cuando llegó a la caja no podía creer quien se encontraba detrás de ella.

- No me la contes ¡Jonathan!

Jonathan era un chico con el que iba al secundario, le sacaba dos cabezas de altura y tenia un aspecto algo desalineado. Siempre que podian evitaban las clases de Ciudadania y se la pasaban jugando con sus teléfonos al Stumbles Guys o al Soul Knight.

- OH, Manuuu. Tanto tiempo ¿qué haces aca?

- No mucho, me mude hace dos días porque tenía ganas de empezar un nuevo camino.

El chico sonrió - AAAH, mira vos, yo estoy haciendo unos trabajitos, un dia tome el tren y termine aca. Naaaaah una cosa de locos, re lindo el lugar y la gente, un dia tenes que venir conmigo a los bosques, no sabes lo que son, encima...

Manu seguía escuchando a jonas, pero se distrajo tanto que no captaba nada de lo que decia. A veces tenia impresión de que el pibe era raro, no sabía en qué sentido, era extraño. No se confundan, Manu estaba contento de haberselo encontrado después de años peto habia algo en el chico que no le cerraba.

Cuando tus ojos brillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora