PRÓLOGO

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La lluvia caia insanamente por la diagonal. Casi nunca podia reconocer las calles y terminaba por pederme, pero hoy con el diluvio fue mucho peor.

El agua me llegaba a los tobillos, el asfalto estaba totalmente inundado y la vereda no tardaría en seguirlo.

Pensé seriamente en subirme a un árbol o algo, porque no podia esperar a que llegara un colectivo. Seguramente habrían reducido el servicio y terminaría llegando a mi casa en la madrugada.

La reunión habia durado más de lo esperado y para colmo no habia llevado ningún paraguas. Esta vez mi rompevientos no me iba a servir de mucho.

Sentía los pies mojados, el agua habia traspasado mis zapatillas y terminado en mis medias. Me sentía afiebrado, cómo si estuviera por resfriarme o algo así.

Traté de seguir caminando pero sinceramente no podía ubicarme. De repente vi a una chica que estaba en la misma situación que yo, así que me acerqué esperando no asustarla para pedirle ayuda.

— Hola... Disculpa qué te moleste pero necesito ayuda.

La chica me miró algo desconfiada, la entendía en cierto punto. Que se te acerque un extraño en medio de la noche, para colmo bajo la lluvia y que no haya nadie cerca... Seguro tenía el aspecto de un depredador sexual.

— Te juro que estoy perdido, no se si sabrás donde esta la calle 41.

— Si... — Me miró — Disculpame, es que estoy un poco cansada. Tenes que seguir derecho hasta llegar a un kiosco que esta a unas ocho cuadras y ahí doblas a la izquiera.

— Uff, muchas gracias. Me estás salvando la vida. — Le sonreí.

Ella me devolvió la sonrisa, tenía una dentadura casi perfecta a excepción de ese pequeño corte en la boca.

—Vos no sabes como llegar a la residencia que esta cerca de la plaza ¿no? Tipo la que esta cerca de la facultad de ingeniería.

— Si, es después de la 41. Tenes que seguir recto. Si querés te puedo acompañar vivo cerca.

Pareció dudar al principio pero terminó accediendo.

Caminamos juntos unos diez minutos, la lluvia le habia aplastado el pelo y a mi me habia dejado como un trapo de piso.

Cuando llegamos me agradeció por acompañarla y se despidió. Aquel lugar donde vivia era del tipo mixto, tenía portero y habia que pedir autorización para entrar. Bastante protegido.

No me había percatado la primera vez que la vi pero aquella chica era la mas hermosa que habia visto en mi vida.
El cabello marrón ruloso y esos intensos ojos marrones que lo habían guiado por la tormenta, fueron flechas en mi corazón.

Esperaba poder volver a cruzarmela, quizás podríamos salir, ir al cine, le llevaría unas flores y la besaría. Si, lo decidí , volvería a verla.

Me dio la media vuelta para volver a mi casa, pero sin querer me choqué con otra chica, tenía la sensación de conocerla pero no sabía de donde.

— Disculpame, no te vi. — Me sonrió y bajó el paraguas.

—No pasa nada, ya me iba — estaba por salir de la entrada techada para unirme otra vez a la lluvia pero esa chica me detuvo.

—Espera ¿nos conocemos?

— Creo que no — Estaba seguro de no haber hablado con ella jamas.

— Si, creo que te vi en mi facultad.

Sonreí. Tenía razón, no me acordaba pero en ocasiones la veía de lejos. Era linda eso no lo negaba, tenía el pelo lacio y usaba lentes, pero después de haber conocido a la madre de sus futuros hijos cualquier mujer parecería un adefesio.

Quizás si hubieran hablando antes la tendría en mi radar, pero ahora era solo otro cero a la izquierda.

Me despedí y terminé otra vez bajo la lluvia. Casi podria haber vuelto nadando pero eso hubiera sido poco práctico.

Al llegar me pegué una ducha caliente, preparé un bowl de frutos secos y empece a investigar a la chica de rulos. Estudiaba arte y aquella chica con la que me choqué era su amiga ¿Era el destino llamando a mi puerta? Hacía mucho tiempo que no me enamoraba.

Al final de la noche coloqué sobre mi cama a mi nuevo objetivo, tenía razón al final volvería a verla.

Cuando tus ojos brillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora