II. Tengo que decirte algo

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En la noche, Clara estaba sentada en su escritorio preparando un final que tendría dentro de unas semanas; sin embargo, no podía concentrarse. Seguía pensando en Manu, y sus pensamientos la torturaban haciéndola imaginar su nueva relación con Mauricio. Fue entonces cuando recordó a Valentino.

Agarró su celular, lleno de publicidad a causa de un troyano, lo encendió y le mandó un mensaje. Aunque era tarde, el chico le contestó enseguida, así que aprovechó para invitarlo a cenar o, en consecuencia, a tomar un helado nocturno.

Se encontraron en un restaurante medio top, afortunadamente abierto y con poca gente. Claramente, los empleados se querían matar a media hora del cierre. Pidieron sopa de pescado y un ramen sin semillas, luego se sentaron a conversar, dándose cuenta de lo mucho en común que tenían. Ambos compartían gustos por el arte, los libros e incluso Van Gogh.

-¿Sabías qué va a haber una muestra de Van Gogh interactiva en una semana?

Valentino sonrió - ¿En serio? Quizás deberíamos ir, ¿qué te parece?

La sugerencia la hizo dudar, por un momento se imagino a ella yendo con Manu por la exposición pero al darse cuenta de eso casi le da un paro cardíaco asi que aceptó la invitación.

Al terminar de cenar, caminaron por las veredas rotas de la ciudad, y Clara se percató de la cantidad de iglesias que había.

- ¿Te diste cuenta de que hay muchas capillas? - De la forma en que sacó el tema pareciera que no era muy buena en las citas.

- JA. Realmente no lo había pensado hasta ahora.

Sin embargo, hubo algo en su voz que le provocó una extraña sensación. No quiso darle mucha importancia hasta que, en un descuido, el chico dejó entrever una pequeña marca bajo la manga del brazo izquierdo. Al preguntarle, él sonrió y le explicó que se había quemado el día anterior con una sarten.

Aunque le parecio raro se limitó a asentir y no volvió a hablar de eso. Al final, tomaron un helado en Freddo, y Valentino la acompañó hasta su casa, despidiéndose con un beso en el cachete. Ya en su cama, Clara no pudo pegar un ojo en toda la noche.

A la mañana siguiente, Clarita se preparó para la facultad, agarró sus pinceles y bocetos, y salió hacia allí. En el camino, se encontró con Mauricio, quien también se dirigía a cursar. Al verlo, los celos ocultos salieron a flote desestabilizando su inestable cordura. Al saludarla, Mauricio no esperaba que ella saliera huyendo velozmente. "Quizás tenía prisa", pensó.

Al llegar a la facultad, se dedicó únicamente a evitar pensamientos intrusivos. Empleó toda su mañana a pintar, hacer esculturas y hornear arcilla para no pensar. Al terminar, se dio cuenta de que no podía seguir así; el estrés haría que se quedara pelada, y eso no era una opción viable. No le quedó otra que hablar con Manuel y decirle lo que sentía. Antes de mandarle un mensaje, llegó Cata con quien compartía facultad. Se sentaron en un banco del campus a conversar y Clara le contó lo que le estaba pasando.

- Estás loca, no lo hagas.

Clara rodó los ojos algo irritada - Tenes razón, me estoy volviendo loca. Si no le digo, siento que me voy a morir.

- No podes. Él es feliz con Mauri. Sería egoísta que se lo digas cuando ya es feliz con otra persona - Catalina estaba segura de que todo podría terminar mal, pero sabía que su amiga era demasiado terca y algo impulsiva.

- Pero esto me está matando. No puedo verlos sin que me quemé por dentro - Sin darse cuenta Clara estaba empezando a elevar su tono de voz.

- Solo vas a hacer que se sienta incómodo. Él no va correr a tus brazos aunque le digas. Solo vas a lograr que todo se vuelva raro - Cata se estaba empezando a enojar, realmente no le cabia en la cabeza que las personas fueran así de egoistas. Clara en cambio, pensaba que seria más egoista no decirle a Manuel, creía que de alguna forma era necesario que lo supiera.

- No entendés cómo me siento. Nadie lo entiende - Peke se levantó bruscamente, agarró el celular y le mandó un mensaje a Manuel.

- Si no lo hago ahora quizás después sea demasiado tarde - Clara se alejó de Catalina y se fue rumbo al departamento de Manuel.

Caminó hasta el lugar, subió hasta su piso y esperó a que llegara. Él le había dicho que había salido y que llegaría a eso de las cinco, pero se sentía tan nerviosa que prefería esperar.

Cuando por fin se calmó, una voz le recorrió la espina dorsal.

- ¿No te dije que llegaría tarde? Podríamos hablar mañana - Un Manuelito tan lindo y bello se encontraba al final del pasillo

Clara suspiró para si al verlo, realmente le gustaba demasiado.

-No, te tengo que decir algo.

Manu la invitó a pasar y mientras se ponía cómoda preparó dos chocolatadas con magdalenas.

- Bueno, ¿qué tenías que decirme que no podia esperar hasta mañana? - dijo Manuel con una sonrisa cálida que haria latir el corazón de cualquier muchacha o muchacho...

Clara de repente sintio como su estomago se contraia ¿realmente era una buena idea? Si, tenía que hacerlo.

- Esto no es fácil. Además, Cata me dijo que no te dijera, pero siento que si vamos a ser amigos, tenemos que comunicarnos - Trató de encontrar las palabras pero cada vez era más dificil - La cosa es que eres una persona muy importante para mí, un gran amigo.

Manuel la miró divertido - Eso es muy tierno - Con solo esa sonrisa podría tener un harem de chicas.

-No terminé - Dijo Clara - Se que no nos hemos visto en un largo tiempo pero hay algo que nunca te dije - Se le atragantaron las palabras - cuando estabamos en el colegio estaba muy enamorada de vos -La cara de Manuel habia cambiado completamente, asi que Clara enfocó su visión en una grieta de la pared del pasillo - Y ultimamente, he sentido que esos sentimientos volvieron... -Empezó a respirar rápidamente -Lo que trato de decirte es que me gustas, Manu. Sé que estás con Mauricio, pero quería decírtelo porque creo mereces saberlo.

Manuel se quedó en silencio, tratando de procesar toda la información.
Él se levantó bruscamente. Clara, en acto de reflejo, hizo lo mismo y dijo - Perdón, no sabía que todo se volvería tan raro...

Manuel le dio un beso que Clara obviamente correspondió. Fue tal la sorpresa que sentia como su cuerpo se tensaba y se relajaba, todo al mismo tiempo. El asunto escaló rápidamente a tal punto que ninguno de los dos oyó la puerta del departamento abrirse, mucho menos vieron a Mauricio paralizado parado en la puerta de la cocina, observando a su pareja en pleno acto con una de sus mejores amigas.

Al salir corriendo, pegó un portazo tan fuerte que asustó a los dos muchachos. Fue entonces cuando Manuel entendió lo que había pasado y corrió con la esperanza de encontrarlo. Clara salió detrás de él, nunca hubiera imaginado que su amor tendría como consecuencia una tragedia.

Manuel no podía alcanzar a Mauricio, era tan rápido que lo último que vio fue a un Mauri llorando y corriendo por la calle del edificio antes de que lo chocara un colectivo.

Cuando tus ojos brillanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora